martes, 15 de septiembre de 2015

Ayudas a las familias numerosas

El que piense que se trata de una guía explicativa de todas y cada una de las incontables ayudas de las que gozan en España las familias numerosas, se ha equivocado de sitio. En primer lugar porque con un párrafo ya bastaría para citarlas, pero, sobre todo, porque esta entrada no va de eso, sino que citaré alguna de las situaciones en las que nos encontramos a menudo.

Vaya por delante que tengo una mujer que a todas partes a donde va pregunta si hay descuento por familia numerosa. A mis hijos les avergüenza (cuando sean mayores y vean lo que cuesta todo, lo entenderán ... espero), pero a mí, no. A mí me hace gracia. Se ha convertido en un latiguillo, lo usa casi de manera inconsciente. Cualquier día de éstos lo pedirá cuando le regalen algo:

- Buenos días, señora, hoy, a los clientes habituales (debería ser Ikea o Mercadona), les ofrecemos gratis este producto. Solo por el hecho de ser clientes.

- Ah, ¡qué bien!, y ... ¿hacéis descuento por familia numerosa?

Las ayudas a las familias numerosas se limitan, básicamente, a las matrículas en los estudios universitarios de la Universidad Pública (las familias de categoría especial como la nuestra, solo paga las tasas), al transporte (sobre todo ferroviario) en el que nuestra familia tiene un descuento del 50% y en la rebaja del porcentaje a aplicar en algún tributo como el ITP en la adquisición de una vivienda que vaya a constituir la vivienda habitual (vamos, algo que haces cada día). Pero lo más divertido, sin duda, se da en los comercios. Ahí es donde A. formula con mayor perfección su pregunta descolocando -en la mayoría de las ocasiones- al dependiente o dependienta. Ejemplos (en algún caso, incluso, citaré sus nombres comerciales):

- Kiabi: Es un comercio de moda a bajo precio. Desconocida por nosotros hasta este embarazo, en el que una madre del colegio le comentó a A. que allí había ropa premamá a buen precio. Fuimos allí convencidos deque se trataba de una tienda de ropa premamá, cuando descubrimos que no, que es para todo el mundo (y también hay un apartado de premamá). A la hora de pagar, A. hizo la pregunta de rigor y la chica le dijo que sí, que había un descuento, pero que debía sacarse la tarjeta de Kiabi. Le pasó un formulario y empezó a rellenarlo. En un momento dado, la dependienta preguntó -como quien no quiere la cosa- cuántos hijos teníamos. Le dijimos que 6 y 1/2 y cambió la cara y nos dio otro formulario, mientras comentaba que el descuento era entonces del 10%. Nos lo aplicaremos desde esa misma compra. Si hay que decir las cosas buenas, se dicen.

- El pollo campero (o algo así): Es un sitio de comida rápida. Fuimos el mismo día (A. estaba en racha) con tres de nuestros hijos. Hicimos nuestro pedido y a la hora de pagar, A, hizo su pregunta. El dependiente puso cara de fastidio porque, según él, eso debíamos habérselo dicho antes de hacer el pedido. Volvió a introducir todos los datos. Ya sabéis, si sois familia numerosa y tenéis previsto comer allí, solo entrar en el establecimiento dad a conocer vuestra condición ... no sé, quizá lo más práctico sería llevar un letrero colgando que diga eso, "Familia numerosa".

- C&A: Fuimos ayer porque A. necesita algo de ropa (de embarazada) de cara al invierno. Al llegar a la caja, lo mismo de siempre:

A: ¿Hacéis descuento por familia numerosa?

D (Dependienta): Sí, los miércoles y los no sé qué ..., pero un momento que pregunto. Bernardaaaaaa, los descuentos a las familias numerosas son los ... Ah, ¿sí?, vale ... Pues son del 15 al 22 de cada mes.

¡Vaya!, porque eran las 21 h y estábamos agotados, pero a punto estuve de decirle que nos esperábamos 3 horas para que nos lo aplicara

En la mayoría de comercios el descuento es miserable y en muchos casos es necesario hacerse socio, cliente vip o como quieran llamarle, debiendo rellenar un cuestionario y realizando unas compras por un importe mínimo.

Sin embargo, la que me marcó de por vida, fue una que viví con mi madre. La acompañé a comprar una billetera (no recuerdo si era para mí o para mi padre). Era una de esas tiendas de toda la vida, que huele a piel, en la que el propietario era un hombre mayor poco amable y huraño. Recuerdo que era de aquellos que se iba guardando las gomas de pollo en el brazo a modo de pulsera y que, es cierto, no viene a cuento que lo diga. El caso es que se decidió mi madre por una billetera y mientras sacaba su monedero para pagar hizo la pregunta del millón:

- ¿Hace descuento por familia numerosa?

- ¿Descuento por familia numerosa? (lo había entendido perfectamente, pero así le daba más énfasis). ¡Sí, hombre, sólo (en aquella época 'solo' se acentuaba) faltaría! ... (y sin casi coger aire empezó un discurso) Deberíamos cobrarles más, con los pocos recursos que hay en el mundo y donde ellos se llevan más que los demás y ...

- No se preocupe, aquí tiene ... y le dejó la billetera encima del mostrador y se fue

jueves, 10 de septiembre de 2015

Matteo

Os prometí en mi anterior entrada que os explicaría la historia (hasta donde yo sé) de Matteo y ... aquí estoy.

Lo conocí hace un tiempo cuando mi cuñado, sacerdote de la diócesis de Tortosa  y con muchísimas ganas de volver a tierra de misión (ya estuvo en las selvas peruana y hondureña), vino a vernos a casa y nos lo presentó. Nos contó algo de su historia y después volvimos a verlo en Semana Santa. Allí se hizo amigo de nuestros hijos (JP siente una especial devoción por él) y con una paciencia infinita pasaba largos ratos jugando con ellos a fútbol, baloncesto o lo que se terciara. Este verano he podido conocer algo más de su vida durante una sobremesa en la que me contó muchas cosas.

Matteo tiene 36 años y es de Venecia. Su madre, si bien era católica, no destacaba por su práctica religiosa y su padre, comunista convencido y comprometido (participaba en "reuniones" clandestinas), le enseñaba ruso desde pequeño. Las malas compañías hicieron que Matteo se adentrara en el mundo de las drogas, llegando a ser, no solo un gran consumidor, sino un traficante. Con veintipocos años tenía -y movía- mucho dinero y tres casas, una de ellas cerca de la frontera con Francia, lo cual le facilitaba mucho sus continuos viajes propios de la "profesión" o una posible huida. Viajaba también a países exóticos (Pakistán, India ...) que, aunque le atraían mucho por su espiritualidad, eran obligados para "abrir mercado" En esa época se preocupaba también por su imagen, llegando a hacerse siete piercings en la cara. No sé si sus padres estaban al corriente de las actividades de su hijo, pero de lo que sí eran conscientes era del rumbo que había tomado su vida.

Un día, estando en ese inmueble de su propiedad próximo a la frontera francesa, mantuvo una discusión con un amigo de ese mundo. Al parecer, el amigo le "insinuó" que le podía dar esa casa a él y la reacción de Matteo fue de un enfado tal que, mientras gritaba como un energúmeno, empezó a golpear los cristales que encontraba a su paso. El piso estaba en la quinta planta y, tras romper éstos, bajó hasta la calle rompiendo todos los cristales de cada una de las plantas por las que pasaba. Evidentemente acabó hecho un ecce homo y tuvo que ser ingresado en un hospital para curarle sus múltiples heridas. Estando en el hospital -no sabe muy bien por qué-. decidió llamar a su madre y explicarle algo de su vida. Su madre le propuso volver a casa y así lo hizo él. Allí pasó un tiempo intentando dejar atrás lo que había sido su mundo en los últimos años. Un familiar de su madre le habló a ésta de la Comunità Cenacolo, concretamente de Medugorije, en Bosnia-Herzegovina. Y allí se fue Matteo. Estuvo un tiempo hasta que no aguantó más y se fugó, volviendo a recaer en en sus malos hábitos de su vida anterior. Regresó a casa y a la Comunità. La vida en estas casas se basan en el trabajo y en la oración, nada más (y nada menos) y viven de la Providencia. Lo que más me llamó la atención a mí fue la figura del custodio. Es una persona que ha pasado por lo mismo que el que llega por primera vez y que su misión es acompañar a éste a todas partes. Sí, sí, a todas partes. Sí, al baño también. Si lo piensas un poco, debe ser duro ... pero también para el custodio. Tras estar cerca de 9 años en diversos centros de la Comunità (en varios ya como responsable), Matteo decide dar un nuevo sentido a su vida y es cuando aparece mi cuñado, a quien le propusieron acogerlo. Mi cuñado encantado y Matteo también. Durante este tiempo ha estado trabajando (los últimos meses en una granja de conejos a la que también dedicaré una entrada porque fuimos a visitarla) y hace unos meses nos anunció (lo hizo público el pasado 15 de agosto) que en septiembre ingresaba en el Seminario. Mientras me contaba su historia en esa sobremesa, le hice varias preguntas. Una de ellas fue que me explicara cómo es posible que un tipo como él, metido en ese mundo, llegue a un centro de la Comunità donde solo se trabaja y se reza (y con una lapa pegada a ti todo el día), deje todo aquello e inicie una nueva vida. Su respuesta fue muy sencilla: es un milagro.

Este verano visitamos el centro que tienen en Tarragona y sales de ahí impresionado. No pudimos asistir a ningún testimonio de alguno de los allí residentes porque era un día en el que había mucho visitante, pero conocimos a varios jóvenes (de todas partes) y como decía, impacta.

Aunque lo he resumido mucho, espero que haya quedado claro que lo que ha pasado con Matteo (y, gracias a Dios, no es el único) es un auténtico milagro. Si tuviera que destacar algún rasgo de Matteo, sin duda sería su espíritu de servicio. Está permanentemente pendiente de los demás. No sé si es por su etapa de custodio, pero lo cierto es que es así.

Bueno, mañana, 11 de septiembre, es el cumpleaños de JP (ya actualizo el esquema) y estoy un poco nervioso con lo que nos tendrá preparado nuestro Molt Honorable Artur Mas. Cada año se supera y después de manifestaciones, vías y demás actos festivos, no tengo ni idea qué le tendrá preparado este año a JP. A saber

martes, 1 de septiembre de 2015

De vuelta de las vacaciones

Unos cuantos niños con la barca
 de nuestros amigos
La semana pasada volvimos a casa, tras pasar unos cuantos -¡qué digo "unos cuantos"!-, "muchos" días de vacaciones en la playa.

Como en años anteriores, nos fuimos al último pueblo costero al sur de Cataluña, a la casa de mi cuñado J. y descansamos mucho. Descansamos menos la semana que duró la Festa Major. ¿Es necesario que dure tanto tiempo? ¿No tenéis suficiente con unos cuantos días? Pues no, venga a soltar vaquillas en el puerto, venga los mozos a hacer el tonto y, sobre todo, venga esas orquestas con música hasta las 6 de la mañana y nosotros, pues eso, ahí, con las ventanas abiertas para no morir asfixiados y escuchando ese "chumba, chumba, chumba ..." de fondo y esas conversaciones a gritos a pie de tu ventana que hace que en más de una ocasión abras los ojos para comprobar que esa tertulia no tiene lugar en la mesilla que al lado de la cama.

Este año hemos ido menos a la playa que tenemos a cuatro pasos de casa, aquella que conté que es de piedras. El motivo no han sido las piedras, sino que el agua siempre estaba turbia y a los niños les gustaba más otra de arena. Así que, muy a menudo, cogíamos la furgoneta y nos íbamos a aquella playa en la que hay una industria cementera. La playa está muy bien: agua limpísima, arena, papeleras, campo de fútbol-playa (con porterías como Dios manda), volley-playa y duchas ... el único problema son las vistas. Si enfocas bien, las fotos son espectaculares, si te descuidas un poco y aparece esa mole es lo más parecido a Chernobyl (no he estado nunca, pero me lo imagino así). De hecho, mi amigo P., que veranea en un pueblo cercano al que estábamos nosotros, le llama así a esta playa y cada vez que acababa de bucear me tocaba la cara no fuera que tuviera tres ojos.

También hemos hecho excursiones al Delta del Ebro (ya es un clásico) y todo ello con amigos. Allí coincidimos con una familia del colegio que tienen ocho hijos (y varios de ellos de las edades de los nuestros), otra familia, también del colegio, con seis hijos, siendo dos de ellos de la edad (y la clase) de P. y Mi.

Pues eso, playa, excursiones, siestas, comidas ligeras y con abundante bebida, algún gin-tonic nocturno ... pero lo realmente importante de este año ha sido conocer a Matteo. Matteo -al que dedicaré la próxima o próximas entradas del blog- es un italiano que conoció mi cuñado y que tiene una historia poco común. Le pedí permiso y me autorizó para explicar (lo que yo sé) su historia que, de verdad, es fascinante

Camino del Delta, se ve así el río Ebro
Seguirá ...