martes, 30 de abril de 2013

Nos vamos de boda

El sábado estuvimos en una boda. Ya ves, ¡qué novedad! Pues sí, es una novedad porque es la primera vez que fuimos toda la familia. Se casaba una sobrina de A. (la hermana de éste) que además es la madrina (padrina se llama en Cataluña) de S.

Para evitar sustos de última hora, estuvimos probando ropa a los niños con suficiente antelación y conseguimos tener todo a punto el viernes. El sábado nos levantamos temprano (a las 8,30 h) teniendo en cuenta que la boda era a las 12,30. Amaneció lluvioso, gris (es absurdo poner este calificativo porque es lo que tienen los días lluviosos, lo sé) y frío. Después de ese anticipo del verano, ¡zas!, vuelta al invierno. Da lo mismo, la ropa ya estaba elegida y si alguno tiene frío que se ponga ... atención a la palabra ... ¡una rebequita! Madres del mundo, dejad de usar ese palabro ... por favor, es un ruego. Que me disperso. Decía que nos levantamos y desayunamos todos juntos. Como para todos nuestros hijos era una novedad eso de ir a una boda, el desayuno se convirtió en una batería de preguntas acerca de nuestra boda. Como A. se empezó a poner nerviosa, acabamos rápido la sobremesa y entramos en esa vorágine que representa que ocho personas se vistan de punta en blanco.

Encendí la plancha para repasar mi camisa y ... planché 4 camisas. También hubo cambios de última hora como prestarle una camisa a P. (pretendía ponerse unos gemelos en una camisa normal), mientras le explicaba la diferencia entre una camisa para gemelos y otra que no. Después de peinar a los pequeños con espuma (la raya debía durar algo más de lo normal y más teniendo en cuenta que JP y S. tendrían un papel en la ceremonia) y dar los últimos retoques me fui a buscar el coche, llevé a todos a la Catedral, fui a buscar a mis suegros y mi cuñado, testigo cualificado en la boda (vamos, era el cura que los casaba), también los llevé a la Catedral, volví a dejar la furgoneta en el garaje y me fui a la iglesia.

Cuando llegué, descubrí que A. y Ma. no estaban. Pregunto por ellas y me entero de que la cremallera del vestido de Ma. ha decidido romperse justo al llegar al templo. Suerte que aún quedaba tiempo y que A. es una mujer de recursos, así que se fue a una mercería con ella y allí le cosió esa maldita cremallera.

La ceremonia fue preciosa. Las familias (numerosas ambas) de los novios llenamos la Catedral y la entrada de la novia en el templo del brazo de su padre ganó en belleza con JP y S. precediéndolos portando las alianzas. El sacerdote -un hermano de A. y padrino de la novia- se superó en su sermón que versó sobre el amor, pero sobre todo sobre el Amor.

...

(Seguirá)

PS Lo siento, me tengo que ir.

Ah, he buscado en internet "foto de niños guapos llevando los anillos en una boda" y ha aparecido la que ilustra el post

viernes, 26 de abril de 2013

¿Extrovertido o pesado?

No soy una persona extrovertida, no seré yo quien rompa el hielo en una situación con silencios tensos. Eso puede tener sus inconvenientes (para mí no, está claro), pero también goza de una serie de ventajas y la principal es que con ese carácter pocas veces puedes ser tachado de pesado.

Existe gente extrovertida (¡qué majete es este tío!, dirán algunos), pero algunos de ellos -pocos, gracias a Dios- lo son tanto que se pasan de frenada y resultan pesados. Reconozco que siempre me han parecido simpáticos -¡y valientes!- aquéllos que son capaces de soltar una frase adecuada y graciosa ante desconocidos. Aunque una cosa es eso, "soltar una frase" y otra muy distinta la incontinencia verbal. Como siempre, con un ejemplo (real) se entenderá mejor.

Ayer fui al Colegio de Abogados de mi ciudad a presentar unos justificantes de mi última guardia y encontré allí, sobre el mostrador, diversos ejemplares del diario Expansión, que, según tengo entendido, son gratuitos para los colegiados. Como tenía que coger el tren para ir a la Ciudad Judicial en Barcelona y los trayectos ocuparían buena parte de la mañana, cogí uno de esos ejemplares y me lo guardé en la cartera. Al llegar al tren, lo saqué y empecé a ojearlo (y hojearlo). Mi "compañero" de asiento (persona no elegida sino que el azar quiso que compartiéramos trayecto) no paraba de mirar, sin ningún disimulo, el diario, cosa que -¿por qué no decirlo?- me incomoda sobremanera. Al parecer eso le parecía poco porque a cada titular resoplaba y mascullaba palabras totalmente ininteligibles para mí. Ante estas reacciones empecé a temerme lo peor y, efectivamente, sucedió aquello que se presagiaba ... el hombre empezó a comentar en voz alta cada una de las noticias, acabando muchas de sus intervenciones con una pregunta dirigida a mí. 

Hay que imaginarse la escena: Yo estoy allí, trajeado y con esa elegancia natural que me caracteriza acentuada con un traje gris marengo, camisa de rayas azules (o azul de rayas blancas, que ya no sé) y una corbata azul marino con una espectacular caída sobre mi esbelto torso hasta finalizar en mi plano abdomen, leyendo la prensa económica con cara de experto en la materia. Todo muy interesante. De repente, el hombre-resoplador (HR), dice en voz alta:

-HR: La Bolsa ha empezado con subidas

Opto por no contestar, no sea que la cosa se anime (por su parte) y con un leve giro de cabeza hacia su posición y sin mirarle a los ojos, sonrío.

Está claro que me encontraba ante un "extrovertido" sin límite alguno a su osadía, por lo que, lejos de captar la indirecta, se anima a seguir la conversación el monólogo iniciado:

- HR: Bueno, a primera hora había subidas, parece que Japón subía ...

- Yo: Ah

- HR: Bueno, Japón ... Asia subía

Leve, levísima, sonrisa por mi parte y ya sin giro de cabeza hacia su posición

- HR: Los Bancos están teniendo beneficios

Muy astuto el HR, pues eso mismo decía el titular que en ese momento aparecía en la página que leía intentaba leer.

- HR: Como decía la Bolsa subía y ...

- Yo: Ya

Esto es todo lo que dije en todo su monólogo interpretando él -supongo- que aquello era ya un diálogo y siguiendo con su misión, porque eso no podía ser otra cosa que una misión ... o apuesta, porque si no no se entiende.

- HR: Claro, lo que pasa es que aquí no dirá nada porque la prensa ...

- Yo: Sí, es lo que tiene la prensa escrita, que no es, no puede, ser tan actual.

- HR: ¡Claro!

Decididamente me encontraba ante un fuera de serie

- HR: Pues sí, el IBEX estaba subiendo ... (soy incapaz de transcribir más porque, de verdad, desconecté de tal manera, que no sé qué más me se contó)

Ya sé, más de uno/a pensará que soy un borde. Quizá, pero bueno.

Ah, el HR puede ser catalogado como extrovertido (en la peor de sus acepciones) porque, al cabo de un rato, entró uno de esos músicos que nos alegran los viajes armado con un acordeón y tocando piezas ... hummm ... populares y, descartado el diálogo conmigo, le soltó a la chica del asiento de enfrente (que iba acompañada del que parecía su novio) "¿Quieres bailar?". La chica, entre sorprendida y avergonzada, esbozó una sonrisa y le contesto con un "No" y el hombre acabó con una (supuesta) gracia "Como él -señalando al noviete- no te saca a bailar ..."

No tengo nada en contra (ni a favor) de ese hombre y espero sepáis distinguir la ironía de ... pues no sé de qué. Para que veáis que no le guardo rencor, el hombre bajó en la misma estación que yo y cuando se encontraba en la escalera mecánica, le adelanté (no suelo quedarme quieto ahí) y en ese momento me giré hacia él y le dije "Adiós". No oí respuesta por su parte.


lunes, 22 de abril de 2013

Cursos de Formación

Cada vez tardo más en publicar una entrada. Y, de verdad, no es perrería, ni falta de temas, ni que vaya de interesante dosificando mis perlas blogueras, sino que no tengo tanto tiempo como cuando "trabajaba" (sí, sí, el "mode ironía on" está encendido). Vaya por delante que cada caso es cada caso y que habrá gente (y situaciones) para todos los gustos, pero lo cierto es que cuando trabajaba para otros, tenía más tiempo para todo. Estaba -y que nadie se me enfade- "afuncionariado". Antes, independientemente de si el despacho había facturado mucho o no, yo cobraba lo mismo (miseria) a final de mes. Ahora, en cambio, o me espabilo o no consigo ni un céntimo de euro (cosa que también pasa aunque te espabiles). Pero bueno, yo no quería escribir sobre esto, yo había venido aquí a hablar de ... (Francisco Umbral, dixit) ... de los correos que recibo de determinados portales de búsqueda de empleo.

Cuando me quedé sin trabajo me di de alta en algunos sitios de internet especializados en buscarte trabajo (mentira) o por lo menos en facilitarte esa búsqueda (mentira también). "Yo, que soy un tío moderno, acostumbrado a las redes sociales, donde me muevo como pez en el agua, me abro una cuenta en LinkedIn y verás lo poco que tardan en aparecer empresas interesadas en contar con mis servicios". Pues sí, esta tontería la llegué a pensar. Sin dedicar mucho tiempo en pensar la respuesta, os puedo asegurar que las ofertas (de empleo, de colaboración, de lo que queráis) recibidas a través de ese medio han sido cero. "Bueno, bueno y si eso lo combino con darme de alta en esos portales especializados en encontrar trabajo (Infojobs), la cosa será inmediata ... o casi". Lo reconozco, también pensé eso y el resultado fue el mismo. Bueno, aquí llegué a enviar algunas solicitudes y no obtuve respuesta de ninguna de ellas. Estaba yo pensando que esto había sido un error o, como mínimo, una pérdida de tiempo, cuando me di cuenta de que no, que si no llega a ser por estos portales hoy no puedo escribir esta entrada. Bueno, alguna utilidad tienen.

Para el que no lo sepa, cuando uno se da de alta en uno de esos portales, dedica bastante tiempo a introducir los datos que se solicitan. Aunque en tu curriculum vitae se recojan todos esos datos, da lo mismo, debes introducirlos uno a uno (datos personales, estudios, reglados o no, experiencia profesional, etc). Ahí me tenéis diciendo que estudié Derecho en una Universidad pública y diversos Cursos de lo más variado, como uno de Derecho Canónico, otro de Derecho Financiero y Mercado de Valores, otro sobre LOPD ... vamos, lo que en lenguaje cursi vendría a ser "crearse un perfil profesional determinado".

Al poco tiempo empiezo a recibir correos electrónicos con ofertas de empleo relacionadas con mi perfil profesional. Como quiera que la mayoría de "ofertas" eran de bufetes de abogados que buscaban abogados junior para cualquiera de sus departamentos o secretarias de despachos de abogados, decidí ampliar el abanico de posibilidades introduciendo nuevos datos. Los correos electrónicos no variaron. Sin embargo, conseguí recibir otra serie de correos consistentes en cursos que (ojo) atendiendo a mi perfil profesional, podían facilitar más el hallazgo (hoy en día es tan difícil encontrar trabajo que cuando se da el caso podemos calificarlo como hallazgo) de un nuevo trabajo. Así empecé a recibir correos sobre "Cursos de Enfermería", de "Especialista en geriatría", "Animador turístico" (para viajes del Imserso). Revisé los datos introducidos pensando que por caprichos de la informática se habrían alterado y descubrí que estaban tal y como los había escrito el primer día. Desde entonces no hago ningún caso a esos correos, los cuales han seguido llegando ampliando la oferta a "profesiones" como "Perito tasador inmobiliario" (estoy seguro que el inmobiliario es un sector en alza, inmune a la actual crisis económica que tuvo su origen en ...), "Perito calígrafo" (puede ser interesante porque ya empiezo a confundir la letra de JP con la de S.), "Auxiliar judicial" (ya me imagino la escena. "Por favor, las partes demandante y demandada pueden acceder a la Sala de Vistas desconectando, por favor, sus teléfonos móviles"), "Actor" (así, sin más), "Asistente Técnico Veterinario Ecuestre" (con un par) ... No sigo, que me enciendo

No me he dado de baja porque estos correos son una fuente inagotable de conocimiento y -estoy seguro- que si existiera algún juego tipo Triviados con preguntas sobre Cursos de Formación sería un auténtico crack... Humm, ¿y por qué no hay un Curso de Formación de "Especialista en Cursos de Formación"?

miércoles, 17 de abril de 2013

Hacer deberes con los hijos

Vaya por delante, para que nadie se lleve a engaño leyendo el título de la entrada, que quien normalmente (qué digo normalmente, ¡siempre!) se ocupa de esta tarea es A., salvo ocasiones excepcionales en las que me toca a mí.

La primera idea (o la única) con la que hay que quedarse es que es una tarea que requiere ímprobos esfuerzos y que bien llevada hace que seas acreedor de numerosos puntos para ganarte el Cielo. No obstante, el ser consciente de su dificultad no hace que ésta sea más llevadera, sino que impide que te crees falsas expectativas, que ya es mucho.

Otra idea básica a tener en cuenta es que lo que haces es acompañar al niño/a mientras hace los deberes y ayudarle cuando lo precise. Buf, ya ves, otra vez el bueno de Paterfamilias diciendo tonterías. ¡Claro, como ya no es tan regular publicando entradas! Seguro que lleva una mala vida ... Pues no, esa afirmación que hago no es baladí (tenía unas ganas de escribir esta palabra que no os lo podéis imaginar), una cosa es ayudar al niño a hacer los deberes y otra -muy distinta- hacer los deberes del niño. A veces, en las reuniones que periódicamente tenemos en el colegio veo expuestos algunos trabajos (los famosos murales) de niños de 2º de Primaria que ya quisiera para sí cualquier reputado diseñador.

¿Cuál es la mejor hora para hacer los deberes? Contestemos sin rodeos: ninguna. Teniendo en cuenta que entre las 9.00 h y las 17:00 h aproximadamente están en el colegio, no podemos hablar propiamente de deberes, porque éstos están pensados par hacerse tras la jornada escolar en la que -teóricamente- se han explicado los conceptos que pretenden enseñarse y los deberes tienen como función asentar esos conocimientos. Si llega a casa un ejército de niños más hambrientos que la plaga de langostas en Egipto (me río yo de aquéllo, ya ves, unos cuantos saltamontes comiendo cereales, comparado con 6 niños comiendo, no solo Choco-krispies, sino galletas con crema de cacao, rebanadas y rebanadas de pan de molde con más crema de cacao, yogures, etc) lo último que harán es ponerse a hacer deberes. Tras el merecido descanso después de una agotadora jornada escolar, lo mejor es, sin duda, ponerse a hacer deberes. Me imagino a A. en ese momento y grandes escalofríos me recorren el cuerpo. Claro, que si me toca a mí, podéis imaginar la hora que es y las ganas que tiene el niño de hacer deberes (como si su padre estuviera deseándolo, pero bueno)

¿Y el fin de semana? A priori todo parece más sencillo, ¿no? Error. Tampoco hay tiempo para hacer los deberes. Entre actividades familiares y compromisos futboleros, salir con los amigos y perrear, oye tú, que es verdad, que es muy difícil encontrar un momento para hacerlos. Si es que ...

El fin de semana pasado A. tuvo el detalle de pedirme que me ocupara de que JP hiciera los deberes. Me armo de paciencia y buen humor y me dirijo al cuarto de los pequeños. Debajo de varios juguetes, prendas de ropa, mochila y libros de Gerónimo Stilton encontré la mesa. Hicimos un hueco y JP sacó una hoja (escrita por las 2 caras) con los deberes de inglés. El título, revelador What I am?. A continuación, unos textos acompañados de sus respectivas viñetas (que lo único que consiguen es que el niño no lea nada, sino que mirando los dibujos intente adivinar qué pone ahí) y:

Yo: Venga JP, empieza a leer

Y va el tío y no lo hace del todo mal (eso sí, sin entusiasmo)

Yo: Muy bien. Ahora, dime ¿qué pone ahí?

JP: No sé

Yo: ?

JP: Bueno ... es un pato que se va a ver a un elefante y ...

Yo: Muy bien, JP, eso ya se sabe viendo el dibujo, pero, exactamente, ¿qué pone?

Con ayuda de su padre, una buena dosis de paciencia y algo de pedagogía, consigo que el niño vaya "traduciendo" todos los textos. Cuando ya ha quedado claro que se trata de un pato que quiere saber qué es (ya dedicaremos un día una entrada a esa mente ... criminal ... que redacta los deberes) y para ello se lo pregunta a un elefante (atención a la respuesta del elefante: "No tienes trompa, ni unos pies enormes, ni ... ¡No eres un elefante". A ver, listo, te he preguntado qué soy, no qué no soy es lo que tendría que haberle contestado el pato, pero, claro, son niños ...) Después hace lo mismo con un mono, un cocodrilo y un pájaro, para finalmente preguntarle a otro pato que -cosas que pasan- le abre los ojos (en sentido figurado). Al final del texto, una serie de preguntas. La primera de ellas ...

Yo: JP, ¿qué pone aquí?

JP: No lo sé (el niño bosteza como un energúmeno y su postura es más cercana a la de cualquier contorsionista que a la natural para hacer deberes).

Yo: Venga, JP, haz un esfuerzo 

JP: ...

Yo: Va, te ayudo. Aquí pone ¿Qué le dice el pato al elefante?

JP: Los animales no hablan.

Se levanta y se va.

Me quedé allí, sentado, delante de los deberes de JP, con una cara de tonto que no se podía aguantar. Tras unos segundos, salí corriendo detrás de JP





viernes, 12 de abril de 2013

Entradas costumbristas: la siesta

El lector precipitado (que existe), cuando haya leído el título, sacará una (precipitada) conclusión: Ya está, ahora entiendo por qué este tío publica tan pocas entradas. Es muy simple, se ha aficionado -y de qué manera- a la siesta. Pues no, efectivamente es una conclusión precipitada. Los motivos son otros.

El lector inteligente (la gran mayoría de los seguidores de este blog y que es lo que explica que sean tan pocos) esperará a leer toda la entrada para sacar sus conclusiones y eso es lo que habría que hacer siempre.

Nota (¡¿aquí, a mitad de texto?!).- Noto (huy, ¡qué bueno!, "Nota.- Noto ...") que desde hace un tiempo entro en bucles de los que cuesta salir, abriendo paréntesis, guiones y cualesquiera otras ofertas gramaticales, inventadas o no, intentando explicar la frase inmediatamente anterior escrita y que lo único que hace es liar al lector. ¿Que he perdido frescura? Si la hubiera tenido antes, quizá, pero ... ¿Veis?, lo que os decía hace un momento.

Aunque no lo parezca, hoy pensaba escribir sobre la siesta, esa costumbre tan nuestra y que el españolito/a medio/a tarda en asimilar y hacer propia. Ahora, una vez la tiene asimilada, la practica con una soltura, con un savoir faire, con un estilo ...

Recuerdo cuando era niño que era incapaz de imaginar siquiera mayor castigo que "obligarte" a dormir la siesta. Todavía recuerdo con espanto aquellas tardes de veranos en las que mi madre nos "obligaba" a dormir la siesta porque ella quería descansar un poco. Porque después lo he vivido en mis propias carnes, sé lo difícil que resulta adiestrar a 6 ó 7 niños para que duerman la siesta porque tú quieres hacerlo. Aquello -como podéis imaginar- acababa como el rosario de la aurora: mi madre enfadada y nosotros castigados.

Durante la (primera) juventud, al menos en mi caso, no recuerdo una afición especial por la siesta, en todo caso había unas cabezaditas a deshora tras haber trasnochado. No fue hasta que empezamos a tener niños cuando me di cuenta que necesitaba la siesta. La explicación es muy sencilla, no es otra cosa que un mecanismo de defensa del propio cuerpo ante las agresiones (en forma de falta de sueño) de las que viene siendo objeto. ¡Y eso que yo por la noche no oía a los niños! Era la pobre A. la que solís levantarse por la noche y cuando ya no podía más, una "dulce" patada (no me tiraba de la cama de milagro) me advertía que me tocaba a mí ver qué demonios le pasaba al niño en cuestión.

Ahora que mi cuerpo serrano no sufre esas agresiones (que dormimos del tirón, vamos), ha hecho de la siesta un derecho adquirido. Los días laborables, bien podríamos llamarla "cabezadita" como sabiamente suele denominarse en algunos lugares por no sobrepasar los 20', pero el fin de semana ... El fin de semana es otra cosa. Mirad si es otra cosa, que en casa ha pasado a tener un nombre propio. Y este nombre ha sido puesto con la mayor naturalidad del mundo por el método de la repetición. Ya sabéis, a base de oír una y otra vez una expresión, uno la hace propia y la utiliza con la mayor naturalidad del mundo. Con un ejemplo se entenderá mejor:

Hay que situarse en un sábado o domingo que no tengamos un plan especial. Estamos todos acabando de comer y alguno de los pequeños dice "¿Qué película veremos mientras tú duermes una siesta del terror?" Sí, así es, una siesta del terror. Quedaos con el concepto. Aunque, pensándolo bien, las siestas del terror eran las que de niños nos obligaba a dormir mi madre.

Nota (2): Buscando una imagen para ilustrar este post, descubro con asombro que en Madrid se celebró (al menos en el 2010) un campeonato nacional de siesta. Os puedo asegurar que, a pesar de que en casa la califiquemos como "del terror", no pasaría de la 1ª ronda. Vamos, que la llamamos así no sé muy bien por qué, pero no por su duración.

lunes, 8 de abril de 2013

Oyendo la radio

El otro día, mientras a media mañana me dirigía a Barcelona en coche, escuchaba la radio. La emisora era RAC 1, que para quien no lo sepa, es del Grupo Godó, la editora de La Vanguardia, entre otras.

En un momento dado, el periodista que dirige el espacio estrella de la mañana, contactó con el organizador del Festival de Música de Cap Roig, en Calella de Palafrugell, que al parecer contará este año con un cartel de lujo (cosa con la que tampoco se puede estar del todo de acuerdo porque actuará Melendi) con la participación de Elton John, Mark Knopfler, Diana Krall y otros. Después empezó a repasar la lista de los artistas españoles que participarán y dijo (sic) "Amb la participació de diferents estrelles estatals com ara ..." "Con la participación de diferentes estrellas estatales, como son ..." ¡Alto! ¿Qué son "estrellas estatales"? Sí, ya sé que la mayoría de medios de comunicación catalanes siguen un libro de estilo que lo debió escribir algún alumno aventajado de la época de Pujol (solo hay que darse un paseo por TV3 para ver cómo nunca se dice la palabra "España" en los noticiarios).

Yo, que soy un "facha" para la mayoría de los que aquí viven y que no pienso como ellos, me sorprendí de oír eso ("estrellas estatales"), pero como tampoco quisiera precipitarme en mis conclusiones, decidí buscar en ... ¡el Diccionario de la RAE! ¿Y qué dice?:

estado.
(Del lat. status).
1. m. Situación en que se encuentra alguien o algo, y en especial cada uno de sus sucesivos modos de ser o estar.
2. m. Cada uno de los estamentos en que se dividía el cuerpo social; como el eclesiástico, el de nobles, el de plebeyos, etc.
3. m. Clase o condición a la cual está sujeta la vida de cada uno.
4. m. estado civil.
5. m. Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano.
6. m. En el régimen federal, porción de territorio cuyos habitantes se rigen por leyes propias, aunque estén sometidos en ciertos asuntos a las decisiones de un gobierno común.
7. m. Resumen por partidas generales que resulta de las relaciones hechas al por menor, y que ordinariamente se figura en una hoja de papel. Estado de las rentas del vecindario, del ejército
9. m. Medida longitudinal tomada de la estatura regular del hombre, que se usaba para apreciar alturas o profundidades, y solía calcularse en siete pies.
10. m. Medida de superficie que tenía 49 pies cuadrados.
11. m. Manutención que acostumbraba dar el rey en ciertos lugares y ocasiones a su comitiva.
12. m. Sitio en que se la servía.
13. m. Esgr. Disposición y figura en que queda el cuerpo después de haber herido, reparado o desviado la espada del contrario.
14. m. Fís. Cada uno de los grados o modos de agregación de las moléculas de un cuerpo. Estado sólido, líquido, gaseoso
15. m. desus. Casa de comidas algo menos plebeya que el bodegón.
16. m. ant. Séquito, corte, acompañamiento.



Es más largo, pero con esto creo que será suficiente. Quedémonos -si os parece bien- con la 5ª acepción. Por tanto, las estrellas estatales serían los órganos (no musicales) que más destacan en el gobierno de un estado soberano y ... no sé, sigo sin saber quién actuaría en ese Festival, la verdad.

Wikipedia dice que un Estado es un concepto político que se refiere a una forma de organización social, económica, política soberana y coercitiva, formada por un conjunto de instituciones no voluntarias, que tiene el poder de regular la vida nacional en un territorio determinado. Usualmente, suele adherirse a la definición del Estado, el reconocimiento por parte de la comunidad internacional.

Vamos, que sigo preguntándome quién actuaría y me imagino (aunque me cuesta) al Presidente del Congreso, al del Senado, al de Tribunal Supremo ... al Rey (bueno, a éste me cuesta menos imaginármelo, pero por otras circunstancias), a ...

Recuperado del susto, seguí oyendo las noticias y destacaron el retraso de la Generalitat en el pago a las farmacias. Al parecer les deben el mes de febrero y marzo. ¡¿Cómo?! Una vez más se me queda cara de tonto. A nosotros, los abogados que estamos en el turno de Oficio, nos acaban de pagar el 70% del mes de diciembre ... ¡y no pasa nada!

No sé, llamadme tiquismiquis, pero ...

viernes, 5 de abril de 2013

Cuando nos roba la administración


Tenía pensada otra entrada para hoy, pero la actualidad manda. No, no voy a escribir sobre la imputación de la Infanta, sino sobre algo que me ha ocurrido hace un rato y me ha puesto de muy mal rollo.


Esta mañana le he pedido el coche a mi suegro para ir a un Juzgado de lo Mercantil a aceptar otro cargo de administrador concursal y, justo después, llevar a Q. a una prueba de audiometría. Al salir nos hemos ido él y yo a un Mc Donald's (¡¿cuánto tiempo hacía que no iba?!) y allí observaba al personal que se nutría alimentaba llenaba el estómago en ese establecimiento por si daba para una entrada sin pensar que poco después tendría tema para una.

Tenía previsto devolver el coche a mis suegros, que Q. se quedara allí y yo irme al despacho, que está muy cerca, cuando Q. me pide que le deje en casa, que tiene que acabar un trabajo. Entonces -blando y comodón que es uno- he optado por aparcar y pasarme yo también por casa para descansar un poco. Aparcar en la calle cerca de casa es misión casi imposible, por lo que he empezado a dar vueltas porque tampoco era plan dejarlo en cualquier sitio. Al final he encontrado un sitio (¡solo quedaba uno!), nada cerca, pero bueno.

Decido irme al despacho, me despido de Q. (le repito que aproveche el tiempo y acabe el trabajo) y me dirijo hacia el coche. Cuando estoy casi a mitad de camino empieza a llover, pero como estoy más cerca del coche que de casa, decido seguir.

"Hummm, ¿no había aparcado yo aquí?" ... ¡El coche no está! Automáticamente miro al suelo y no veo ninguna pegatina con forma triangular.

"¡Jo!, me le han robado el coche a mi suegro"

Me acerco más y veo la pegatina de un verde que acojona en la que está apuntada -con un trazo de alguien que a duras penas superó la EGB- la matrícula del coche de mi suegro y, a continuación, un teléfono de información. ¿De información?, ¿de qué pretenden informarme? Sin ser un lince, me lo puedo imaginar fácilmente. Al mismo tiempo descubro una placa (juraría que la acababan de poner, pero el cemento que la sujetaba ya estaba seco, lo que me hacía dudar) de zona de carga y descarga

Como el depósito municipal está lejos y la lluvia ya empieza a tocar los calar, decido volver a casa a por un paraguas y llamar a ese número de teléfono.

- Un tono, dos tonos, tres tonos ... once tonos

- XXXvía, ¿dígame? (las 3 "X" del principio las pongo para preservar la identidad de la población en la que resido)

- He ido a recoger el coche y me he encontrado con un adhesivo de esos tan simpáticos que Vdes. ponen en el suelo cuando se llevan un coche. (Sí, ya sé, no es la mejor manera de empezar una conversación, pero no me salía el clásico "Buenas tardes, ¿serían tan amables de indicarme si, por error, se han llevado el vehículo que yo previamente había estacionado en la calle ...?")

- ¿Matrícula? (Si era el mismo que apuntó la matrícula en la pegatina, tampoco se caracterizaba por su simpatía o era un ser con una pasmosa facilidad en absorber y hacer propio el estado de ánimo de los otros)

- "B", de Barcelona, (4 números más), "O", de Oh, la grúa se ha llevado mi coche y "J" de Joder, la grúa se ha llevado mi coche.

- Sí, es un (marca y modelo del vehículo), lo tenemos aquí

- No sé por qué, ya me lo imaginaba ...

- Puede pasar a recogerlo por la calle tal (lejísimos) y pagar el (¿cómo le ha llamado?, ¿arrastre?), que son 164,20 €

Silencio ... largo silencio

- ¿Oiga?, ¿oiga? ... ¿está ahí?

- ¿Es una broma no?

- No, es la tasa que figura en la ordenanza aprobada por el último pleno municipal ...

- Creo que no me ha entendido, no quiero comprar el depósito municipal, simplemente quiero recoger el coche.

Silencio

- Si quiere, puede pagar con tarjeta.

Entonces he pensado que no iba tan desencaminado. Efectivamente, me han robado, no el coche, pero me han robado.

He cogido el paraguas y he ido a recogerlo.

miércoles, 3 de abril de 2013

Buen olfato


Bueno, ya estamos de vuelta y, gracias a Dios, todos bien. 


Hemos pasado unos días de descanso y recogimiento. Lo del descanso queda claro con esta foto y lo de recogimiento os lo tendréis que creer. Los hijos que estaban fuera regresaron todos, cansados, pero contentos.

Empezamos un nuevo mes y ya de lleno en la primavera, con el adelanto de la hora ya más o menos asumido, con más luz durante el día y con una temperatura que ayuda a ver todo de otra manera: ahora la situación es igual de complicada, pero por lo menos en color.

Esta mañana he ido al Juzgado para una diligencia judicial y eso me ha dado pie a la entrada (que no al preámbulo, que es lo escrito hasta ahora) de hoy, que va sobre otra de esas cosas que me cuesta soportar. Estoy convencido que soy un tipo raro, maniático o llamadme como queráis, pero me cuesta mucho soportar el mal aliento (iba a poner halitosis, pero me imaginaba a más de uno consultando el diccionario). Imagino que habrá muchas causas que lo provocan, pero también existen remedios que o lo solucionan o lo mitigan considerablemente, así que no soy muy indulgente con este tema. Sin entrar en detalles (el tema no da más de sí y además entraríamos ya un terreno poco apto para gente educada), pero podemos diferenciar entre dos tipos de halitosis:

- La provocada por la ingestión de ajo (normalmente durante la cena del día anterior) haciendo que éste haya llegado ya al estómago y produzca todos sus efectos sobre las glándulas pituitarias del incauto pobre interlocutor del come-ajos. Se da mucho -por no decir únicamente- en personas de avanzada edad que, o bien son grandes amantes de esta hortaliza o siguen a rajatabla ese ¿consejo? médico que dice que van bien para la circulación. Yo he llegado a pensar que hay gente que come ajos con algo, ajos con tortilla, ajos con algo de pan, ajos con ... ¡o solos!

- El resto. Ya sea provocada por problemas estomacales, por una bacteria, por ... Los matices son variadísimos y ... mejor lo dejamos aquí.

Claro, la gente como yo, a los que Dios nos ha dotado con una gran nariz -en todos los sentidos- (Huy, ¡qué gracia!, en todos los sentidos cuando hablo de uno de ellos ... ¿lo pilláis?. Me estoy liando, ¿no?), sufrimos esto de manera dramática y, hasta ahora, en silencio.

¿Y qué tiene que ver esto con tu presencia en el Juzgado?, se dirá alguno ... ¿qué?, ¿que nadie se lo pregunta?. Bueno, da lo mismo, pero me había quedado muy bien ... o no.

Pues nada, que yo había quedado con mi cliente directamente en el Juzgado. Cuando he llegado allí estaba él y su novia (que era la que declaraba en calidad de testigo). Nos hemos saludado y, enseguida, ha llegado una chica que se ha dirigido al mostrador. En ese momento  un olor, ligero en cuanto a intensidad, pero insoportable en lo que respecta a graduación, ha llegado a mi nariz. Como la chica venía de la calle y el olor era a ... he pensado que había pisado un excremento canino. Después, muy discretamente, me he apartado del ángulo de visión de mi cliente y su acompañante y con gran disimulo y rápido movimiento me he mirado las suelas de los zapatos, comprobando con gran alivio que yo no había pisado nada.

Vuelvo hacia donde estaban mi cliente y su novia y sigo con la conversación. Hago una pregunta a este individuo y en su respuesta compruebo que aquí nadie ha pisado nada, sino que él se la comido. Horroroso.

Perdonad el tono de la entrada, pero alguno tenía que decirlo.