miércoles, 27 de noviembre de 2013

El cross

Desde hace unos años, en una población cercana a la nuestra, se celebra un cross (A. no paró de llamarlo "croll", que junto a "Hallowei" hace que sea única) en la que participan muchos colegios de la zona y que con el tiempo ha ido ganando en popularidad. Se celebra, año tras año, en otoño y, año tras año con alguna que otra ausencia, nuestros hijos han participado. Hago bien en poner "han participado" y no "participan" porque la experiencia no les acaba de convencer y suelen "competir" un año, dos a lo sumo.

Este año, cuando ya creía que me había librado de acompañar niños a esa carrera, me comenta A. que JP y S. participan. También -para sorpresa de todos- se apuntó P., lo que no resultó ser un engorro, pues, a pesar de que era de los primeros en salir, se fue por su cuenta, quedó con unos amigos y desde allí se iba a un bar con unos cuantos a ver el Espanyol-Sevilla (1-3). Así que no tuvimos que madrugar, o eso creía yo Tanto la categoría de JP como la de S. eran de las últimas en salir.

Como uno ya se conoce el percal y sabe de las dotes atléticas de sus hijos (habrán salido a su madre), me pasé toda la semana anterior a la carrera animándoles con lemas como "Lo importante es participar" y chorradas por el estilo. Alguno pensará que debía haberles concedido el beneficio de la duda, pero, creedme, que uno ya es perro viejo. El principal problema es intentar convencerles de que a lo mejor no ganan. Ellos, con sus tiernos 8 y 6 años y una nula experiencia en carreras de este tipo (vamos, que no han corrido en su vida) creen (y cuando digo creen, así es) que pueden ganar. Es entonces cuando les oyes decirse uno a otro cosas como "Mi copa será más grande que la tuya" o "Seguro que no es tan chula como la de papá" (ya os conté una vez que fui campeón de ping pong). A medida que se acerca el día y observas que tu discurso no ha calado, intensificas la frecuencia de tus mensajes "Recordad que lo importante es participar" o "Lo importante es acabar".

Y llegó el día. Los niños se levantaron muy temprano y nerviosos, casi excitados. Durante el desayuno seguí insistiendo en mis lemas e intentando que comieran (los nervios les dificultaban incluso comer algo). Se cambiaron, les pegué el dorsal en su camiseta de deportes del colegio, se pusieron un chándal y salimos hacia allí. En el coche más de lo mismo. Llegamos al recinto en el que se celebraba el cross y tras sortear a miles de niñas, niños, padres, madres y abuelos y abuelas, alcanzamos el stand en el que, tras mostrar el dorsal, les entregaban el chip electrónico que atado a la zapatilla de deporte facilitaría después establecer la posición en la que quedarían.

Cuando ya estaban preparados y debíamos dejarlos junto con el resto de compañeros de clase, volví a insistirles en los lemas. Hasta entonces no me había dicho nada, pero al recordarle uno de esos famosos lemas, S. soltó la frase del día:

Yo: Recuerda, S. lo importante es acabar ...

S: ¡Y empezar, ¿no?!

(...)

Yo: Sí, claro, y empezar ...

El primero en correr era JP. Cuando dieron la salida me fui directo a la zona de meta para verlo llegar y hacerle una foto con el móvil. Desde que me bajé la última actualización de software, cada vez que lo enciendo, tengo que poner una contraseña, así que todo resulta un poco más complicado. Empiezo a ver que llegan los primeros niños y sin alterarme lo más mínimo empiezo a prepararme. Siguen llegando niños y enciendo el móvil, pongo la contraseña, clico en la aplicación cámara y espero a que pase por allí JP. Siguen llegando niños, cada vez menos, y menos y ... llegan ya los más gorditos y JP que no aparece. De repente ya no veo más niños y pienso que quizá se ha retirado (¡vaya!, eso de lo importante es acabar no le ha quedado muy claro, pienso yo) cuando, a lo lejos, veo un grupito de niños y detrás  de ellos ... detrás de ellos está JP con la cara como una lombarda corriendo a su ritmo. Me dispongo a hacerle una foto y ... el móvil ya se ha apagado. Vuelvo a encenderlo, pongo la contraseña, busco la aplicación y ... JP ya ha llegado a la meta. Vale decir que después de él llegó el último grupito de niños. Entre ellos se disputaron el último puesto.

No pude quedarme a ver la carrera de S. porque tenía una importante reunión de hermanos en casa de mis padres, pero A. me envió una foto del niño corriendo. En ella sale mirando a la cámara y con una sonrisa de oreja a oreja. Es decir, competir, lo que se dice competir tampoco es lo suyo. También acabó.

La guinda llegó por la noche, durante la cena. Comentábamos la jornada cuando se nos ocurre preguntarle a P. que cómo es que le había dado por participar en ese cross después de tantos años. "Es que nos subían un punto en la asignatura de Educación Física a los que participábamos"

lunes, 25 de noviembre de 2013

Se han cargado la Navidad

Sí, lo sé, tengo el blog un poco descuidado y, de verdad, me duele. Pero lo primero es lo primero, así que el blog deberá esperar un poco.



Han pasado muchas cosas desde la última entrada hace ya ... buf, ¡una semana!. Para empezar, ayer mismo el Sevilla volvió a golear al colista en un derbi. Si el resultado del año pasado fue de 5-1, este año ha sido de 4-0 (9 golitos en 2 partidos no está nada mal). Eso sí, he visto cierta mejoría en el otro equipo de la ciudad: el año pasado el primer gol del Sevilla llegó a los 14" de partido, este año no ha llegado hasta el minuto 2. Se ve que su técnico ha trabajado este aspecto en los días previos al choque. Bueno, tampoco hay que darle más importancia a un partido más, que solo significan 3 puntos y que el Sevilla debe olvidarse de localismos y elevar sus miras. Además, el partido estuvo igualado ... ¡hasta el minuto 2!

Cambiando de tema, y entrando en uno más interesante, os dejo el siguiente vídeo y, si habéis aguantado hasta el final, lo comentamos un poco:

(siento no haber sido capaz de encontrar una versión más corta)


¿Ya está? Vale. Mucho se ha hablado de este vídeo en las diferentes redes sociales y, al parecer, muchas parodias se han hecho del mismo. 

Reconozco que hasta este fin de semana no había tenido la oportunidad de verlo y ... ¿qué queréis que os diga?, que efectivamente se han quedado cortas las críticas y las parodias. Sin entrar a valorar muchas de las cosas que ya se han escrito al respecto, o sobre si era mejor el calvo de la lotería, me quedo con algunas de las cosas que me han llamado la atención:

1) Nunca había visto a un pueblo esperando en la plaza mayor a que llegara el último con su velita para cantar una canción. Deduzco que el que llega tarde, efectivamente llega muy tarde porque ha dado tiempo a que todos se coloquen bien en su sitio, se encienda el árbol y l@s cantantes estén preparad@s.

2) Hay tres adolescentes en primera fila que tras cantar el bueno de Bustamante suspiran como si el que lo hubiera hecho fuera el mismísimo Justin Bieber (no seré quien lo defienda, eh).

3) Aparece Raphael y ... que si no canta el Tamborilero, como que no, que no es Navidad. Atención a la escena que aparece justo después de que Raphael perpetre su estrofa. Aparecen dos jóvenes descojonándose de la que imagino es su madre por suspirar ante los gorgoritos de Raphael. ¡Qué falta de respeto! (hacia su madre, no al que "canta")

4) Justo después de esto irrumpe en escena (antes irrumpía de una manera y ahora lo hace de otra) Montserrat Caballé, grande entre las grandes. Sin embargo, ese gesto ... humm, no sé a vosotr@s, pero a mí me ha dado miedo, mucho miedo (quizá ha tenido una visión sobre los que nos espera el próximo año)

5) No entiendo mucho de esto, pero echo de menos la sensación de frío en el anuncio. Está muy bien que un ventilador mueva la melena de Marta Sánchez, pero, no sé, un poquito de vaho saliendo de la boca de alguno de los cantantes o del público, le habría dado más credibilidad. Quizá la salud de Montserrat Caballé no lo habría aguantado, pero hay otras alternativas como rodar al aire libre en plena sierra madrileña o Pirineo catalán (o aragonés) con Montserrat metida en una urna de cristal para que no se constipe.

6) Por si el bochorno no ha invadido al espectador durante el visionado del anuncio, el guionista se ceba poniendo a Raphael a cambiar una bombilla mientras tintinea la melodía de los niños de San Ildefonso (nunca Idelfonso, que hay quien así lo dice) al cantar cualquiera de sus números y sus premios.

¿Y a vosotr@s qué os ha parecido?

lunes, 18 de noviembre de 2013

La verdad sobre Halloween

Tuvo que ser el sábado por la noche, en una cena en casa de D. (el irlandés) y J. (su madrileña, pero cada vez más integrada esposa, a la que para decirnos que el sofá estaba sujeto al suelo, no se le ocurre nada mejor que decir "collado"), a la que también asistieron J. y M (la BTV) donde me enteré del verdadero origen y significado del Halloween.

Estábamos dando buena cuenta de un aperitivo que precedía a la cena cuando D. comenta algo que ocurrió durante la celebración de Halloween. En ese momento, con una naturalidad y buena fe fuera de lo común, se me ocurre preguntarle por qué ellos celebran Halloween (no sé, mi ignorancia me hacía creer que un irlandés no se plegaba así como así ante una imposición yankee). Bueno, la que lié con mi pregunta. Me miró (suerte que las miradas no matan) y con un tono de voz algo elevado y un ritmo y velocidad en la exposición impropio de una persona que no tiene el español como lengua materna, me cuenta:

El origen de la palabra viene de la expresión All Holly Eve (sí, yo también puse la misma cara que habéis puesto vosotros al leerlo), pero lo gracioso era ver a D. explicando que de ahí se pasó a Holly, Hall - All - O- Even, Een ... Vamos, que Víspera de Todos los Santos (All Holly Eve) es el origen de esta fiesta. Tras esta clase de fonética viene la de Historia y nos cuenta que "como sabéis, los EE.UU., al no tener una cultura propia, sino muchas culturas de las muchas razas que componen esa gran nación, intentó unificar ..." Después, he leído por ahí, que los irlandeses tuvieron mucho que ver en que se adoptara como fiesta en EE.UU.

Cuando ya creía yo (¡qué iluso!) que había acabado su clase magistral, pasa a elevar (todavía más) el tono de voz  y me hace responsable de los ataques que por cierto sector de la población autóctona (o sea, nosotros) ha recibido esta celebración. Intento yo excusarme ante tal acusación cuando, dando un giro de tuerca, nos acusa de haber tachado esa fiesta de diabólica.

Todavía estoy yo intentándome recuperar de la acusación, cuando salta M. (figuradamente) y dice que no, que nadie la ha tachado de diabólica, sino que lo único que se ha pretendido es salvar las costumbres propias ante el intento de imposición de una fiesta -muy respetable- pero foránea. Plas, plas, plas, aplaudo interiormente, mientras sigo intentando reaccionar.

Bueno, la sangre no llegó al río y todos (o por lo menos yo) aprendimos que Halloween tiene un origen no comercial y que es tan respetable como la Castanyada.

Más adelante se habló algo de rugby y ahí, la verdad, ya no me atreví a abrir la boca, limitándome a asentir con la cabeza y concluyendo que era un deporte muy noble y para nada peligroso.

Al final, la tertulia posterior a la cena fue algo más corta de lo habitual. D. estaba agotado porque -según decía- había tenido una semana muy dura. No lo dudo, aunque de lo que también estoy seguro es que las escasas fuerzas que le quedaban las agotó en esa explicación sobre el origen de Halloween.

PS No me atreví a decirle que conozca a alguna/s que, en lugar de Halloween, dicen Hallowei.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Llevar o no gafas

Una intrascendente conversación que mantuvimos ayer varios conocidos fue la que me dio pie para escribir esta (intrascendente) entrada. Estábamos allí unos cuantos cuando uno de ellos comentó que "suerte que me he traído las gafas" y así podría leer un texto con un tamaño de letra realmente pequeño (y más teniendo en cuenta de que no era un contrato de suministro). A partir de aquí -ya os podéis imaginar- la conversación giró en torno a la vista y se pudieron escuchar las siguientes perlas: "¿Las tuyas son progresivas?", "¿Qué tienes?", "Astigmatismo y miopía", etc.

Bueno, entre los asistentes (todos por encima de los 40 y alguno de los 50) había un auténtico campeón (el de la miopía y el astigmatismo). Como fui yo el que le hizo la pregunta y por su respuesta me pareció que había tocado un tema delicado, intenté arreglarlo con otra pregunta de esas que no se piensan nada y, una vez formuladas, te das cuenta de que ha sido peor el remedio que la enfermedad:

Yo: Bueeeeno, pero tú has llevado gafas desde siempre, ¿no? (como si eso fuera un atenuante)

A-M (Astigmatismo y Miopía): ¡No, qué va!, empecé a llevar gafas a los 24 años

Yo: Ahhh

Y aunque ya no me atreví a preguntar nada más, él siguió con su explicación

A-M: Sí, y ahora tengo una prótesis en el ojo

Reconozco que al oír eso mi sorpresa fue mayúscula (como las únicas letras que imagino es capaz de leer)

Yo: ¿Una prótesis?

A-M: Sí, es de silicona y está para evitar que haya un desprendimiento de retina, aunque seguramente provocará que más adelante tenga cataratas.

La cosa se animó y los demás (curiosamente todos con gafas) explicaron sus cuitas ópticas.

Se hizo un silencio y varios de los allí presentes me miraron (jajajaja, "me miraron") como interesándose por mi vista. Entonces les conté que yo había llevado gafas porque ... os cuento:

Tendría yo unos 15 ó 16 años. Recuerdo perfectamente estar sentado en la mesa de la cocina de casa de mis padres. Desde ahí podía ver el calentador del agua y, no sé por qué, me quedé mirándolo tapándome primero un ojo y después el otro. De repente, y con cierto susto, descubro que con uno de ellos (el derecho concretamente) veo mucho peor. Me alarmo y vuelvo a mirar con los 2 ojos y me tranquilizo porque veo bien. Se me ocurrió comentárselo a mi madre y me llevó al oculista y ... lo típico. Me siento en un taburete y empieza a ponerme imágenes con letras cada vez más pequeñas. Yo, que siempre me había considerado un lince (por mi vista), descubrí con horror que cuando me tapaban el ojo izquierdo había letras que no era capaz ni siquiera de intuir.

Al acabar, el médico pronunció esa palabra: astigmatismo. "Y, ¿qué es eso?", pregunté. Él me contestó: "Para que lo entiendas. ¿Verdad que el ojo es redondo?" Asentí con la cabeza y concluyó con un "Pues tú tienes una patata" Otro mito destrozado. Siempre, las amistades (femeninas) de mis padres y las familiares (tías o gente mayor) y alguna que otra niña me habían dicho que tenía unos ojos preciosos y este tío, en unos segundos, me destrozó diciéndome que uno de ellos era una patata. Azul, pero una patata. Después me dijo que debía llevar gafas y que, con ellas, no se solucionaría, sino que se estabilizaría, que no iría a más.

Como el astigmatismo solo me afectaba un ojo le pregunté al oculista que cómo serían las gafas (listo que es uno) y me contestó que uno de los cristales sería graduado y el otro no. Es entonces cuando me asaltó la duda de si llevar monóculo. Me parecía muy interesante llevar un cristal redondo atado a una cadena en un bolsillo del pantalón, ponérmelo para leer cualquier cosa y, sobre todo, mostrar mi sorpresa ante cualquier cosa abriendo más ese ojo lo que provocaría que cayera el cristal, pero al estar atado por una cadena no llegaría hasta el suelo y quedaría colgando con movimientos pendulares. Evidentemente, descarté la idea.

Así que estuve llevando gafas durante unos años (unos 12 aprox.) hasta que me cansé (no la vista, sino yo) y decidí volver a ser el de siempre. Eso sí, esa época en la que llevé gafas ha servido para que mis hijos se rían más de mí cuando ven alguna foto en la que aparezco con ellas.


viernes, 8 de noviembre de 2013

Encargos

Como cualquier familia normal intentamos que todos los integrantes de la misma colaboren en las tareas de la casa. Es cierto que desde que aquella señora que nos ayudaba en estos menesteres se fue (y casi mejor porque ya no podíamos permitirnos ese gasto), estos encargos aumentaron en intensidad, no en número y se convirtieron en algo imprescindible. Intentamos de esta manera que cada uno de nuestros hijos se sientan miembros de la familia y, como tales, colaboren. Ellos, lógicamente, creen que no hace falta tener un encargo para sentirse miembro de la familia, que para eso basta con el apellido ...

En realidad, los que hemos notado el aumento de trabajo en el hogar hemos sido A. y yo, pero nos resistimos a ser los únicos que curran en la casa. Nuestros hijos, mientras tanto, creen que nos dedicamos a la explotación infantil y se sienten poco menos que niños-esclavos. Huy, sí, la pena que me dan ...

Lo que está claro es que si A. y yo fuéramos algo así como la Patronal y ellos los Sindicatos, sería lo más parecido a la vida real. Mientras nosotros somos unos pringaos, ellos viven como quieren, pero ojo, además con la falsa pátina de mártires cubriéndoles. A veces nos dicen que, de entre sus amistades, son los únicos que trabajan en casa (sí, sí, como cuando eran los únicos de la clase que no tenían móvil, venga ya) y cuando ven que no cuela, rebajan la queja a que son "los que más trabajan en casa"

Como casi todo en la vida, la teoría es muy bonita, pero la práctica ... ay, la práctica. Lo que inicialmente eran unos cuantos encargos (lo típico, comedor, cocina, cuartos de baño, pasillo y habitaciones) se redujo básicamente a la cocina. El reparto fue lo más equitativo posible y para ello se formaron unos equipos que me niego a llamarlos "brigadas de limpieza" por cuanto el resultado de su trabajo no es comparable y además, tal y como está el patio, cualquier día nos montan una huelga con cualquier excusa ... aunque, pensándolo bien, huelga, lo que se dice huelga, ya nos hacen, aunque debe ser encubierta porque nunca nos enteramos de ella hasta que vemos que el encargo no se ha cumplido.

Los equipos que se formaron fueron:

Ma y Q: El peso lo lleva Ma y, no nos engañemos, es la que mejor cumple este encargo. Sí, ya sé que es la mayor, pero eso no es excusa para los demás. Cuando lo hace, lo hace muy bien.

P. y JP: P. quiso que JP fuera su ayudante y ... pues eso, que ayuda de esa manera. Este equipo no destaca precisamente por su buen hacer. 

Mi y S: Mi ha entrado de lleno en la adolescencia y hace que se queje constantemente de la "ayuda" que S. representa en su tarea. Como si los demás ayudantes fueran un dechado de virtudes.

Inocente que es uno, pensaba que escribiendo los encargos y colgándolos en la puerta del frigorífico (por fuera) ya no habría más discusiones. ¡Ja! Mira que está claro, los lunes le toca a fulanito y menganito, los martes a ... , ¡pues no!, llega un martes y resulta que P., ese día tiene un canguro (ya sabéis, que cuida de niños ajenos mientras sus padres salen a cenar o ...¡de reunión del cole! porque mascotas creo que ya no entran más en casa) y le sustituye ... ¡nadie! Nadie es capaz de sustituirlo porque le toca a P. ¿No es más sencillo hacerlo y cuando le toque a quien lo ha hecho que lo haga P?

Hay que tener en cuenta que, salvo el sábado y el domingo, la cocina se limita a la cena. Aun así hay que escuchar quejas de todo tipo como "Jo, cada vez que me toca a mí la cocina es cuando más cacharros se han usado para cocinar", "Justo hoy que hay que fregar el colador" (hay un colador grande de ... Ikea, of course, que se usa para escurrir la pasta y, no sé por qué, nuestros hijos le tienen un odio especial a la hora de limpiarlo), "Claro, hoy que había sopa me toca la cocina a mi" (en casa hay lavavajillas, por lo que la queja debe ser porque hay que introducir más platos en este electrodoméstico) o "Sí, hombre, cada vez que hago la cocina me toca fregar la Thermomix" ...

Existe un subapartado dentro del encargo de la cocina que merece especial atención. A saber. Se trata de aquellos restos de comida que taponan el desagüe del fregadero y que las delicadas manos de mis hijos se niegan a recoger alegando que "eso es asqueroso" Hombre, asqueroso, asqueroso es ... no sé, no quisiera herir la sensibilidad de mis lectores ... hacer un uso inadecuado de la escobilla del WC, pero no recoger los restos de comida del fregadero.

Tampoco parecen entender que de vez en cuando es bueno fregar el suelo, evitando así que los zapatos se nos queden pegados y tengamos que ir a trabajar (o al cole) descalzos porque ya no nos quedan zapatos que ponernos. Es otro de esos dramas de categoría especial escuchar al encargado de la cocina al que se le sugiere que sería conveniente fregar el suelo.

Reconozco que en más de una ocasión, haciendo-lo-que-no-debe-hacerse, pero por no oírlos más discutiendo, hemos acabado la cocina A. o yo.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Búsquedas (sí, sí, hacía tiempo)

No os quejéis, que hace mucho tiempo que no escribo sobre las famosas "Fuentes de tráfico", las palabras o frases que (algunos) ponen en el buscador y, avatares de la vida, vienen a parar a este blog. Como siempre, la gente es muy ocurrente y no solo no me decepcionan con sus ocurrencias, sino que dan para escribir más de una entrada, pues con ésta van ya ... no sé, lo cierto es que he perdido la cuenta.

Vamos, sin más preámbulos, con las más destacadas de los últimos días (recordad, como siempre, las transcribo tal y como el/la individuo las ha escrito en el buscador):

- me a tocado el euromillon: Dudo que se trate de un afortunado, sino más bien de algún curiosete que espera encontrar la vida y milagros de un afortunado en ese juego. Si por casualidad fuera un premiado y además seguidor -aunque sea en la intimidad- de este blog, le aconsejaría dedicar parte de su premio a comprar un Manual, aunque sea básico, de Gramática y Ortografía de la Lengua Española.

- afeitarse 2 veces al día: Ya os conté en esta entrada que tenía un profesor del colegio al que le crecía tan rápido la barba que si nos callábamos en clase se oía el sonido del vello creciendo. Bueno, pues veo que no era un caso único.

- efectos dalsy bebe: Una vez más nos encontramos ante un ejemplo claro de la importancia que tiene escribir bien. Una simple tilde (o ausencia de ésta) es capaz de cambiar completamente el sentido de una frase. Estoy convencido de que nuestr@ amig@ buscaba los efectos de Dalsy en un bebé, no en aquél que bebe.

- efectos secundarios del dalsy: No creo que por el hecho de haber dedicado una entrada de agradecimiento al Dalsy por los buenos momentos que nos dio durante la primera infancia de nuestros hijos me haga merecedor del título de experto en la materia. Para eso tenéis este magnífico blog al que dirigiros. Ea, todos para allá que, aunque diga que está desquiciada, es una magnífica boticaria.

- estafa penas quinielisticas: Una vez más nos hallamos ante un claro ejemplo de la importancia que en el lenguaje escrito tiene el buen uso de las normas ortográficas. Por favor, poned la letra "ñ" y quizá (sólo quizá) tenga algún sentido vuestra búsqueda.

- frases bonitas despedidas en aerop...: Parece que no cabe más en el listado de las búsquedas, pero con la mente que Dios me dotó he deducido que nuestro anónimo amigo se refiere a los aeropuertos. Listo (y humilde) que es uno. Como imagino que Google o el buscador que hayas utilizado no te habrá satisfecho en sus respuestas, aprovecharé para darte la solución. Es la mejor de las despedidas y con la que siempre acertarás: Adiós.

- explica tu profesión alos niños: Quizá tus gráciles dedos rozando el teclado impidieron que impactaras sobre el espaciador y explique ese curioso "alos", pero, repito, has tenido la suerte de ir a parar a un blog regentado por un as de la perspicacia, así que tranquilo. Quizá leíste esta entrada que publiqué en los albores de este blog. Si es así y sigues sin saber cómo explicárselo a tus hijos, desconfía de tu profesión, no es normal.

- brazo escayolado: Si por poner esto tu buscador te trae hasta este blog, cambia de buscador. Es lo mejor que puedes hacer.

- ha hecho: Estoy convencido de que cualquier niño de 5 años al que le retas a que haga varias frases con "ha hecho" podría darte mil ejemplos antes de "Mira lo que ha hecho tu hijo" Y si se lo preguntas a un adulto, ya ni te cuento. Sin embargo, está claro que si eso lo escribes en un buscador, irás a parar a este blog. Misterios insondables.