miércoles, 19 de enero de 2011

La (no) lectura

Sé que a alguno le costará creerlo, pero os confesaré que tengo algún defecto. Unos mejores que otros, pero de entre todos ellos quisiera destacar uno que, sin llegar a avergonzarme, no estoy orgulloso de él: No me gusta leer y por tanto, no leo.

Cuando digo que no me gusta leer, me refiero a la lectura de libros de la temática que sea.

Ahora que reviso lo escrito (iba a poner "ahora que releo" pero después de lo manifestado, podía resultar contradictorio), me doy cuenta de que ha quedado muy tajante. No es que no me guste leer, sino que no leo. El matiz es importante porque, las pocas veces que lo he hecho, el resultado ha sido por lo general satisfactorio con alguna excepción.

Recuerdo una vez que me animé a leer y, no sé si aconsejado por alguien o por decisión propia, cogí "Momo", de Michael Ende. De entrada no me gustó, pero, en un alarde de constancia, decidí seguir leyendo. Cuando me quedaban 10 hojas para acabarlo, lo cerré y nunca más lo volví a abrir. Ni siquiera la curiosidad por saber cómo acababa me animó a hacerlo (después de la entrada de ayer con mi pataleta a 50 metros de la cima del Monte Perdido y la de hoy a 10 páginas del final, el que no me conozca debe pensar que soy un rarito y ... ¿quién sabe?)

Hace poco (más de un año, seguro) me leí "El Juego del Ángel", de Carlos Ruiz-Zafón. Seiscientas-y-pico páginas. Estaba convaleciente y A. (fanática de la lectura) me dijo que aprovechara para leer. Lo cogí y me duró un día y medio. No paraba de leer. Al acabarlo no noté nada raro, la enfermedad seguía su curso y la satisfacción por haber llegado al final era comparable a la que yo puedo sentir por alcanzar la cima de una montaña (nula). Tampoco me disgustó.

Como ya he dicho al principio, no me avergüenzo por este déficit, pero tampoco es algo de lo que alardee. ¿Y aquellas veladas con amigos en las que, hablando de diversos temas, salen las últimas lecturas de cada uno? Si no hay mucha confianza me las suelo apañar para cambiar de tema. Si la hay, digo que no leo y ya está. Otra situación curiosa es cuando, al salir de ver una película en el cine, se comenta aquello de "prefiero el libro". Yo suelo asentir con la cabeza o contestar con un lacónico "yo también". La única vez que pude comparar la película con el libro fue con "El niño del pijama de rayas" que, al ser una novela ligera (en cuanto a su extensión, claro), hizo más fácil y llevadera su lectura.

Imagino que ahora más de uno entenderá por qué en sus entradas sobre novelas no suelo hacer comentarios. Como decía aquél "¿Pa qué?, ¿pa cagal-la?"

4 comentarios:

  1. Soy A., y aunque después de intentarlo durante años no haya conseguido hacer de ti un lector de novelas, la verdad es que leer, si que lees, blogs, periódicos, etc... y como a mi me gusta leer, yo creo que con que unos de los lea ya hay bastante.... mientras tu no pretendas que yo juegue a la play ya te haré reseñas de los libros.
    Por cierto, aunque comente poco me encanta tu blog. Tuya, A.

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  2. ...Amigo Paquillo, yo leo poco, pero algo más que tú, lo del dejar el libro a 10 paginas, me parece una buena idea, aunque prefiero dejarlos a la última por aquello de "lo empecé a leer pero no lo pude acabar".

    Dile a Agripina que ya se por que le encanta tu Blog... Saludos.

    Quien lee que se las ventila es Modestino (algo tendrá que decir, aunque con los bocatas...igual le interrumpimos)

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  3. ¡El primer comentario de A!

    Estoy emocionado, sobre todo por el "Tuya, A."

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  4. A lo mejor se trata de encontrar lo que te gusta, que a veces los lectores habituales queremos imponer nuestros gustos y criterios y de lo que se trata es de que cada cual descubra el suyo.

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