jueves, 5 de mayo de 2011

A dormir

Cuando teníamos más niños pequeños (antes no teníamos más hijos, sino que ya han ido creciendo) era muy habitual que con las amistades se hablara de niños y de todo lo que les rodea. De esta forma, era normal hablar de pañales, de horarios, de siestas, de ... ¡sueño!

Como cualquier padre, hemos pasado por épocas en las que se duerme realmente poco, pero reconozco que tampoco nos podemos quejar (¡hace unos años no habría escrito esto ni de coña!) comparado con algunas historias que llegas a oír.

Nos dio un poco de guerra nuestra hija Ma. durante una época concreta. No soy capaz de recordar por qué, pero lo cierto es que le dio por no querer dormir. La poníamos en la cuna y empezaba a llorar, íbamos a verla y seguía llorando ... Al final tuvimos que acudir al "Método Estivill". El Dr. Estivill es (supongo que seguirá siéndolo, pero como ya no lo necesito, no me he preocupado de averiguar si sigue o no) un médico especializado en el sueño. Si no recuerdo mal estaba al frente de la Clínica del Sueño de la Dexeus.

A lo que iba, compramos el libro, nos lo leímos de un tirón y empezamos a aplicar el método. Muy resumido, consistía en poner a la criatura a dormir a una hora fija, después de su baño y otra serie de rituales (con un peluche o muñeco "de dormir") y deseándole, con una voz suave, unas buenas noches. Como el niño se ponía a berrear, había que dejar pasar 5 minutos hasta entrar en su dormitorio. Allí, con una sonrisa en la boca y una voz aterciopelada, le decías que era la hora de dormir, que allí tenía a su muñeco, etc. La cara del niño era todo un poema, primero dejaba de llorar al verte entrar, mientras le hablabas te miraba como diciendo "sí, sí lo que tú quieras, pero ¿cuándo piensas cogerme?" y al irte alucinaba y lloraba más. La técnica decía que debías dejarlo llorar más que antes, volver a entra y la misma escenificación. Y así sucesivamente, alargando los plazos para entrar en su habitación. Imaginaos la gracia que te hacía escenificar ese buen humor (ya sabéis, sonrisita y voz dulce) a las 3 de la madrugada.

El libro garantizaba el éxito a cambio de seguir a rajatabla las normas y pasar entre 2 semanas y un mes durmiendo más bien poco. He de decir que lo conseguimos a las 2 semanas, duras, muy duras, pero se acabó el problema.

En el libro se explicaban situaciones límite (y reales) a las que habían llegado algunos padres con tal de conseguir dormir a sus hijos. Desde aquél que, fuera la hora que fuera, se cogía al niño de madrugada, lo metía en el coche y daba vueltas por la ciudad porque era el único sitio donde se dormía. O aquél otro que hacía lo mismo pero en el cochecito del bebé. Uno de los que más me impactó fue el de un padre que observó que su hijo se dormía viendo la tele, por lo que no tuvo mejor idea que instalarle una tele y un vídeo en el cuarto y conseguir un sistema que asegurara 8 horas seguidas de dibujos animados.

Lo que siempre nos ha costado mucho era conseguir que los niños pasaran de la cuna a la cama como si nada. En cuanto los acostabas veían que no había barrotes y que podían bajar de allí tranquilamente, así que los teníamos haciendo excursiones al salón hasta que se agotaban. Seguimos sorprendidos -y así lo comentamos a veces- que no hemos oído hablar nunca de este problema a otros padres. ¿Seremos los únicos?


5 comentarios:

  1. Allá voy, Pater. Rapidito te cuento. Método Estivill sin libro, sacado de una entrevista, con el primero. Lo toquetearon tanto que luego pagamos las consecuencias y yo ya esperaba otra criatura.Nos saltamos la parte de entrar varias veces en el dormitorio. La vecina escandalizada. Nos encerrábamos en la cocina con el extractor a todo pasto. Ritual: un biberón calentito que se lo daba sentada en una mecedora, unas caricias suaves en la espalda y cuna. Calculo que duraría unas dos semanas también.
    La saltarina fue la primera niña. Se deslizaba silenciosamente, salía de la cama y se dirigía a la habitación de sus hermanos para pegarles un susto (esta habló enseguida y muy claro) Hasta que el susto se lo pegó su padre. Ella: "Soy el fantama de la Criptaaaaa..." Y mi marido: "Y yo soy PAPÁÁÁÁ..."
    La pequeña saltaba de la cuna. Tiene las piernas muy largas. Una amiga me dio una especie de saquito con mangas cuya finalidad es que no pasen frío. Sirvió para que no jugara a ser trapecista nocturna. Eso sí. Ella se acunó sola. Se daba impulso y movía la cuna. hasta que los vecinos nos llamaron la atención y pusimos unos pañitos debajo de las ruedecitas...

    Y eso que llevábamos grabado a fuego el tema del orden en las comidas, baños y sueño. Horario a rajatabla.

    Caray, Pater. Perdona. Esto parece un mini-post;-)))

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  2. Yo debo ser la anormal, pero con mis cinco hijos dejé de dormir normal al menos por 2 años cada vez. Si hay algo que me daba motivos para desear no haberlos tenido jamás era esa eterna falta de sueño, pero ya que ha pasado, valió la pena, sí señor

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  3. ¡JA!. Debes estar de broma, ¿No, Pater?. El maravilloso Método tuvimos que utilizarlo con unos 18 meses (mi marido acostumbró a la niña a dormir la siesta con él y...ya os podéis imaginar el resto). Pero lo realmente malo fue el paso a la cama, como tú dices. Con la mayor, claro. Nos fuimos a la playa, y aprendió a bajarse de la cuna de viaje, y por tanto, a dormir con nosotros. A la vuelta decidimos el paso directo a la cama, peroooooooooooo, ella no lo había decidido. Así que ahí estuvimos, un par de noches (en mi caso siempre ha sido rápido y efectivo), en las que nos turnábamos por horas, porque evidentemente no nos daba tiempo ni a llegar a la puerta de la habitación cuando la niña ya se había bajado de la cama. Gracias a Dios debimos parecerles muy convencidos de lo que hacíamos, y se solucionó pronto. El siguiente ya tenía asimilado que había que pasar a la cama, así que nada.
    Como anécdota contarte que decidimos el traslado sobre la marcha, y no se nos pasó ni siquiera por la imaginación lo de la barra lateral... A la niña tampoco debió ocurrírsele, porqur jamás se cayó de la cama.
    Sara M.

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  4. Nada anormal, Paterfamilias. Mis sobrinos ya tienen 11 y 6 añazos, pero por alguna extraña causa apenas necesitan dormir. A lo mejor dan las 2 de la madrugada y siguen despiertos. Mi hermano y mi cuñada se enfadaban mucho, pero comprendieron que era mejor dejarlo estar: como el señor que cuentas, le compraron a cada uno una tele y un vídeo y se olvidaron del asunto, siempre que pusieran bajo el sonido.

    No estoy seguro de que a esas horas de la madrugada haya programación infantil.

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  5. Pues doy gracias de uqe mis hijos salieron igual de dormilones que yo y no tuve muchos problemass con la hora de irse a dormir. Los llevo siempre a la misma hora, y ellos solitos se duermen. Al principio sí que tuve bastantes lloreras (dios! ahora que recuerdo sí que lloraban!!), pero poco a poco se fueron acostumbrando a esa rutina, y ahora, aunque estén despiertos, saben que es la hora de dormir y en cinco minutitos ya están droguis.
    Martín aún duerme en nuestra habitación y en la cuna. Sara ya está en su habitación, y el cambio lo llevó bastante bien. Al principio nos aparecía en la cocina (nosotros cenamos justo dp de acostarlos), pero ahora ya no lo hace. Le dejo una pequeña luz encendida(gran invento de ikea) en forma de fantasma azul y le doy el cuento que previamente le leo. Tras ojearlo un rato con el chupete en la boca, y dp de llamarme para que le dé agua, se acaba quedando sopa. Aunque creo que tb influyó que en un par de escapadas nocturnas se cayó de la cama...
    Bueno Pater... que me enrollo mucho. Lo de las noches en vela es lo peor de ser papás... por lo menos por ahora.
    Un bico

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