sábado, 5 de febrero de 2011

Horteras

Me contaba ayer la secretaria del despacho que el fin de semana pasado estuvo con su marido en un Hotel de Lloret de Mar atraídos por una oferta irresistible. Al parecer, por 54 euros, pudieron disfrutar de una estancia en ese Hotel de 3 estrellas que incluía, además del alojamiento, el desayuno, la comida y la cena.

Por lo visto el marido es aficionado al póker (cada vez estoy conociendo a más gente que juega) y allí se celebró un campeonato de esa especialidad.

Llegaron el sábado a eso de las 14 horas, justo para comer. Ya en el hall del Hotel -según me cuenta- detectó cierto ambiente que no se correspondía con lo esperado (aunque si piensas un poco, sí con la oferta). Mientras esperaba a que su marido acabara los trámites de registro (iba a decir check-in, pero aquí, como que no pega), vio pasar a su lado a un matrimonio de avanzada edad. Ella cojeaba y se agarraba al brazo de su marido. Parece que discutían y, de golpe, la mujer le espetó con un "¡¡Paco, ni una tontería más o nos vamos!!". No cayó esa breva, se quedaron.

Después de comer, salieron a un espacio en el que se encontraba la piscina y unas hamacas para fumarse un cigarro. Ella estaba con los ojos cerrados, disfrutando de los escasos rayos de sol que se asomaron ese fin de semana, cuando, de repente, un grito turbó el silencio. Era un hombre de unos treinta y pocos años que, con un pantalón tejano caído (enseñaba más de medio culo), se acercaba hacia un parterre en el que se encontraba su hijo de apenas 3 años evacuando (bueno, ella no usó esta palabra) mientras le decía "Izan, te hemoh disho mileh de vese, que la caca lases en er vate" y lo levantó con eso a medias. Claro, un niño que se llama Izan puede hacer eso y más cosas.

Me contó también que acudieron allí varias familias, en el sentido más amplio de la palabra, esto es cuñados incluidos. Niños, más bien pocos, pero los que había allí eran como Chuky, el muñeco diabólico. Después de la comida había baile, por lo que podéis imaginar cómo acudieron al comedor la mayoría de las mujeres allí presentes; con sus mejores galas. Abundaban los estampados de leopardo, los escotes bañera, los tacones imposibles (no por altos, sino por aguantar esos cuerpos) y todo ello sin reparar en maquillaje. Se pintaron todo lo que una mujer se puede (y no se puede) pintar.

Desde la habitación escuchó las típica bromas de esta gente: llamadas a la puerta de las habitaciones de sus familiares al grito de "servicio de habitaciones" y estruendosas carcajadas. "Cuñaoooo, qué cachondo eres", era una habitual respuesta ante tal ocurrencia.

Cuando me contó estas cosas, le dije que quizá era un poco sospechosa esa oferta y ese lugar, a lo que me dio la razón, en un principio, porque después me dijo que yo era un clasista. Bueno, quizá sea así, pero, por lo menos, no creo que nunca me encuentre ante tal tesitura.

5 comentarios:

  1. Pater... Lo que has explicado es de lo más común. No sé cómo contar esto sin que nadie se moleste. La "crème dela crème" es minoría y no frecuenta determinados ámbitos de lo que Modestino ha denominado "pueblo soberano".

    A mí , serán los años, cada vez me pone más nerviosa el glamour de los osea que huele a Prada ... y ese "algo" que les viene de "serie" y se delata con una mirada disciplente...como de perdonavidas...

    Sé que te refieres al tono humano. Pero aquí pinchamos en hueso. No todo el mundo ha nacido en el seno de... ni se ha educado en...

    Los horteras, tan felices... Pues sí. Y demasiada gente juzga por las apariencias.

    No es mi intención meterme con nadie. Solo recalcar que todos somos personas.

    Un saludo, Pater

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  2. Ella y su marido tuvieron parte de la culpa, ¿no Páterfamilias?, pues ante una oferta tan-tan beneficiosa había que sospechar algo raro. Yo, por norma, nunco cojo las mejores ofertas cuando viajo, no vaya a encontrarme con señoras con piel de leopardo.

    Dicho esto, cuano te ves en una situación así hay que aprovechar para observar, pasarlo bien, fijarse y contarlo a los compañeros de trabajo o a los lectores del blog.

    (¿Baile después de comer? ¡Qué valor!)

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  3. No sé, supongo que en una situación así no estaría muy cómodo, pero los que estaban allí, sí. Es su forma de divertirse y punto.

    Es cierto que yo me divierto de otra manera y que intento no molestar a los demás en la medida de lo posible. No le veo la gracia al asunto, pero hay gente pa tó.

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  4. Pater, me gusta obervar todo lo pintoresco, friki, jipsy, gamboide, hortera, Pradilla, pijo, o recatao que puede ser el hombre. Todos iguales me aburre, de verdad. La oferta olía a esos colorines varios pero de cualquier experiencia se aprende. ¿Volverá?
    Un saludo, hacía días que no me pasaba....

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