Ayer se consumó la conquista del título de Liga por parte del R. Madrid (no me gusta ninguno de los grandes y eso hace, entre otras cosas, que sea generador de extrañas alianzas "merengue-culés", pues he llegado a ver a seguidores de uno y otro equipo haciendo causa común contra el Sevilla) y además mi equipo cayó en casa contra el otro equipo de la ciudad. Perdió de una forma cruel, con dos goles de falta (en ambos casos la pelota tocó en el poste antes de entrar) en las postrimerías del primer tiempo y en el tiempo añadido. Lo gracioso sin embargo es observar la inmensa alegría que para ellos ha significado esta victoria: ¡han salvado la temporada! Las diferentes reacciones de los seguidores de uno y otro equipo ante este resultado hace que se les sitúe con absoluta objetividad: mientras que para el Sevilla la temporada ha sido un absoluto fracaso, para los otros es un éxito ... ¡y están igualados a puntos!
Bueno, yo no quería escribir sobre esto, sino sobre lo que he podido observar esta mañana.
He acompañado a Ma. al médico (tiene anginas) y más tarde a Mi. al Hospital, donde tenía concertada una visita para ver si descubren el origen de lo que parece una alergia. Finalmente parece que se trata de alergia a los ácaros (por la reacción de la médico es como si nos hubiera tocado la lotería porque "solo" hay que comprar una funda de colchón anti-ácaros, ventilar más de lo normal su habitación y extremar las medidas de limpieza). Un rollo, vamos.
Bueno, a lo que iba, Mi. y yo hemos ido al Hospital en autobús y, a la vuelta, él ha bajado antes que yo porque cogía el tren para ir al colegio. Justo en la parada en la que él se ha bajado, ha subido una señora que ha sido efusivamente saludada por otra que ya se encontraba en el interior del autobús. Por cómo se ha desarrollado el diálogo ( y por las "oportunas" preguntas de la segunda), deduzco que hacía tiempo que no se veían. El diálogo ha sido una sucesión de despropósitos y un claro ejemplo de inoportunidad. Ahora veréis:
- ¿Y qué tal tus niños?
- No, no tengo niños
- Ahh, ¿no? ... pues ... pues yo creía que ...
- No, no pudimos tener hijos ... y eso que ... y eso que llegué a ...
- Bueno, no pasa nada. Si no ha sido, por algo será ...
E intentando arreglar la metedura de pata y el fracasado intento de consuelo, añade
- Quiero decir que eso es que no tenía que ser
- Ya ...
Tras un breve silencio en el que ambas intentan evitar cruzar sus miradas y una sonrisa bobalicona se ha instalado en sus caras, la que no ha tenido hijos, en un desesperado intento de cambio de tercio, pregunta a la otra
- ¿Y el trabajo qué tal?, ¿sigues ahí con la Carmen?*
Instintivamente miro a la interpelada y por su gesto deduzco que la pregunta tampoco ha sido acertada.
- Uy, no ... con la Carmen, no. Rompimos como socias
- ¿Ah, si?
- Si, la Carmen era muy ... muy ....
- A mí siempre me pareció ...
¡Qué manía esa de no acabar ni una frase!
- Sí, es que además ... (hace un gesto con la mano, muy mal disimulado, moviendo todos los dedos menos el pulgar en una clara alusión a su afición a apropiarse de lo ajeno)
- Ooohhh
- Sí, sí, eso me provocó una depresión y al final un tribunal de Barcelona me dio la absoluta (imagino que se refería a la incapacidad ... para trabajar, claro)
(...)
Después de otro silencio, llega la bomba, donde la que había preguntado sobre los "hijos" de la primera y contestado a ésta sobre su "trabajo", suelta:
- Buenooo, ¿y tu marido qué tal?
- Se fue con una sudamericana
Yo ya no sabía dónde mirar.
- Sí, de eso hace ya dos años y medio y casi lo tengo superado porque ... no me lo esperaba ... la verdad es que no me lo esperaba
- ¡Vaya, hoy no acierto ni una! (lo único sensato que he oído en toda la "conversación")
Y, como arrepintiéndose de haber hecho un comentario acertado, añade:
- Si es que las sudamericanas son ... contra ellas no se puede hacer nada
Esto es totalmente cierto y he sido testigo directo de ello. Aunque yo también me iba pellizcando de vez en cuando porque parecía increíble.
* El poner el artículo antes del nombre propio es para darle absoluta veracidad a los hechos porque esto, aunque sea gramaticalmente incorrecto, se usa mucho por aquí.
¿Y ese señor del bus? Si no?
ResponderEliminarNo, no soy yo. Como la mayoría de las fotos ha sido sacada de Google Imágenes (y sí, no me equivoco al decir "la mayoría") ;-)
ResponderEliminarPor cierto, no me funciona al audio y no he podido ver el vídeo de tu blog
"oír", no "ver" ;-)
EliminarSi se lo inventa Segura, le dan el Goya.
ResponderEliminarES muy posible Carmen. ;-)
Eliminarjajajaja... oye sí, las sudamericanas somos de lo peor, robamos maridos no sabes, y cuando tenemos maridos propios nos los andamos robando la una a la otra y así los intercambiamos como fichitas, jajaja... pobres mujeres...
ResponderEliminarlo que daría por haber estado en ese bus, jajajaja...
jajajajajaja, Marga, ésa es la imagen que tenemos de vosotras. ;-) Como no es cierto, por eso me hizo mucha gracia la sentencia final de esa señora diciendo que contra vosotras no se puede competir.
EliminarComo dice Leles, es un prejuicio más
prejuicios van, prejuicios vienen. pero ya que ustedes son mis amigos y me caen bien les diré unas cosas que nadie más sabe:
Eliminar1. las sudamericanas no nos sentimos iguales empezando porque un país nuestro hace como 3 de europa así que a los vecinos los tenemos bastante lejos y no nos sentimos ni iguales ni parecidos.
2. robamaridos hay en todas partes, pero la culpa no es de la ladrona sino del marido que se deja robar, que el juramento lo hizo él y debe tener honor y palabra.
3. hay robamujeres en cantidad, pero esos son los brasileros, es que mujer casada que pisa Brasil o Cuba abandona al marido por su nuevo galán... no están ustedes para saberlo ni yo para contarlo pero así son por allá...
:-))
pues ya sabes su secreto jajajaja...
EliminarEstoy con Leles, ya imagino tu cara pater! y por aquí también se usa eso de anteponer el artículo al nombre propio y sí que le da veracidad a las frases ehhhh (por justificarme, jajaja! que yo lo hago, qué vergüenza!).
ResponderEliminarSaludos!!!
¡Pero si es LA Eli! jajajaja
EliminarJoder! Voy a tener que vigilar a Consorte no se me vaya a escapar con un mario robado, jajaja
ResponderEliminarjajajajaja
Eliminareste es el mejor comment de la tarde jajajaja
EliminarVaya conversación desastrosa. Más valía que se hubieran quedado calladas. Un beso.
ResponderEliminarAsí es Susana. Habría sido lo mejor (para ellas, no para mí ... y el resto del pasaje)
EliminarPor lo menos no te aburriste en el bus... Saludines.
ResponderEliminarEn absoluto. Eso es cierto.
EliminarSiento lo del Sevilla, Páterfamilias. Creí que Michel iba a salvaros. Al menos tenéis el consuelo de que todo ha sido por poquísimos puntos: de haber ganado un partido más, el Sevilla estaría a las puertas de Europa.
ResponderEliminarA lo mejor eso no es un consuelo sino un desconsuelo.
Divertida la conversación. Me recordó una escena de 4 bodas y un funeral entre 2 amigos que se encuentran en una boda, tras muchos años sin verse. ¿"Qué tal tu novia, Maggie?". "Ya no es mi novia"."Me alegro, no te convenía, nunca te lo dije pero todos los de la clase nos acostamos con ella". "Ya no es mi novia: es mi esposa". "Oh... Vaya... Voy a por un zumo".
Bueno, hemos vivido unos años gloriosos y parece que volvemos a la cruda realidad (y yo que creía que era el definitivo salto de calidad). Después de clasificarnos para jugar en Europa durante 8 años seguidos, resulta un poco duro. Espero que solo sea una temporada de transición.
Eliminarjajajajajajaja, recuerdo perfectamente esa escena de la película y sí, es buenísima.
jajajaja, yo no vi esa peli jajajaja... qué buena escena...
EliminarSignificativo el diálogo, y eso que en Cataluña la gente esmás celosa de su intimidad que por ejemplo aquí en Aragón: las conversaciones de autobús de por aquí pueden llegar a ser espeluznantes.
ResponderEliminarA ver si le ganais al rayo, algo imprescindible para que no baje el Zaragoza ... que si baja será por culpa suya, eso sí.
Me encantaría que el Zaragoza se salvara, lo sabes.
EliminarYo miraba de reojo (seguro que se notaba un montón porque crucé más de una mirada con la que peor lo pasaba) y era superior a mí. Por mucho que lo intentaba, no podía dejar de mirar a medida que avanzaba la conversación.
ResponderEliminarYa lo dijo aquél: el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras.
ResponderEliminarFilius prodigus