El lugar elegido era el pabellón polideportivo, gran acierto teniendo en cuenta la meteorología de estas últimas semanas. De esta forma una no tan imprevisible lluvia no habría deslucido el espectáculo.
Dejamos a JP disfrazado de duende y a S. de pajarito en el lugar y la hora acordada y A. y yo nos dispusimos a buscar un lugar desde el que disfrutar de la actuación. Entramos en el polideportivo y comprobamos que estaba abarrotado. Sólo nos acompañaron P. y Mi., porque Q. jugaba un partido de fútbol y Ma. tenía que estudiar. P. y Mi. se buscaron la vida y desaparecieron, mientras que A. y yo encontramos dos sillas vacías en la cuarta fila. Por delante nuestro bastantes cabezas de padres, madres y abuelas de los niños.
Llegó la hora y empezaron a salir niños disfrazados de duendes. A. y yo movíamos el cuello como locos buscando a JP, cuando de repente, A. exclamó "¡Ahí está!". Yo lo buscaba con la mirada y A. me dijo "Míralo, está allí, es el guapo". Eso es amor de madre, no dijo "es el más guapo", sino "el guapo". Después salió S. y -cómo no- también lo hizo muy bien.
Durante la actuación de los demás cursos me estuve fijando en las reacciones del resto del público. Me sorprendió el elevadísimo número de cámaras fotográficas y de vídeo allí concentradas. El gesto más repetido por los padres era el de levantar el dedo pulgar mientras que con la otra mano sujetaban la cámara. Entre las madres, sin embargo, abundaba el gesto de llevarse la palma de la mano a la boca, besarla para inmediatamente después despegarla de ahí.
Las abuelas, ay las abuelas, merecen un párrafo para ellas solas. Aplaudían a rabiar (tocara o no), se levantaban de la silla con una agilidad discordante con la edad que marca su DNI, gritaban cuando creían que su nieto les había visto y comentaban cualquier detalle del festival con la vecina de asiento, normalmente su hija y madre de la criatura.
Se agradece -y mucho- la duración del espectáculo que hizo todo mucho más llevadero y agradable.
Aviso: Que nadie busque a un niño guapo en la foto, está bajada de internet y no tiene nada que ver con el festival de ayer.
¡Ay Pater, cómo se echan de menos esas actuaciones!. Mi benjamín terminó ya esa etapa y da mucha pena que se hagan mayores. Me alegro de que disfrutárais de vuestro "espectáculo". En cuanto a los comentarios... todos ciertos, a mí lo único que me da rabia es el típico padre "listillo", que se cuela por donde cree que los demás no se han dado cuenta para hacer las mejores fotos, y lo que hace en realidad es molestar y no dejar ver a nadie. Y las abuelas, pues lo que más gracia me hace es precisamente eso, que son abuelAs. Qué rarísimo es ver algún abuelito en estas actuaciones. Aunque personalmente conozco a más de uno.
ResponderEliminarAnda que me has puesto los dientes largos. Cómo se disfruta en los festivales de los ñajos. Me cae tan lejos ya, Pater... ¿A nadie se le cayó una lagrimita?
ResponderEliminarMuy buena la frase de A. "EL guapo". "¡Ese es mi niño...!"
Es una etapa irrepetible. Bonita de verdad.
Un saludo.
Me recuerda a el tipico momento de película, tal cual descrito, faltó lo de la lagrimita, y el barras y estrellas...ehem...bueno esto ultimo ya forma parte de mi modo de imaginarmelo!hahaha.
ResponderEliminarun saludo de L.!
jajajaja, aún no tuve el placer de asistir a semejantes actuaciones, y ganas no me faltan, pues yo soy una mezcla de abuela que no le para el culo en la butaca, de padre con cámara en mano y de madre que reparte besos al aire... esos sí, intentando disimular los tremendos lagrimones que caerán por mi cara al ver a mis "angelitos" vestiditos de pollito... jajajaja
ResponderEliminarPero bueno, eso será sólo el primer año, no???
¡Entrañable!
ResponderEliminar...El Viernes se graduó mi pequeña, y como dice Fernando (fue entrañable) y por supuesto coincido con lo que dices Pater, me has dado impulso para una entrada. Un abrazo.
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