Como os comenté en mi anterior entrada, mi hermano mayor ha estado este fin de semana aquí: había que adecentar el piso en el que pasará junto con su familia parte de este verano y, si Dios quiere, otras temporadas en el futuro. Por eso pasamos parte del sábado en IKEA (por si alguien tenía alguna duda, a este establecimiento sólo puede irse entre semana) y el domingo, junto con A. y Ma., ayudándole a montar alguno de los muebles adquiridos.
Al final no fue necesario montar ninguna lámpara aunque, si hubiese sido necesario, me habría armado de valor y lo habría hecho. Sé que no tiene gran mérito esto (hasta yo lo he hecho), pero para una persona como yo, a la que le da pavor todo lo relacionado con la electricidad, no está nada mal.
Mi miedo se remonta a cuando yo tenía 6 años (quizá 7, pero de lo que estoy seguro es que estaba en 1º de EGB) y estaba en casa. Mi abuela materna vivía con nosotros y esa tarde estaba yo especialmente pesado aunque desconozco el motivo. Lo que recuerdo perfectamente es que había una lámpara enchufada -hasta aquí, todo normal-, pero sin bombilla. ¿Por qué no tenía bombilla? Pues no lo sé, la verdad. Lo cierto es que yo conocía esa circunstancia y recuerdo decirle a mi abuela que si no me dejaba o daba lo que quería, metería la mano en el lugar que debía ocupar la bombilla. Mi abuela que, o desconocía que no había bombilla, o pensaba que era idiota y, sobre todo, que no sería capaz de hacerlo, me contestó algo parecido a "tú mismo".
Acabada la respuesta de mi abuela, me dirigí a la lámpara y cumplí mi estúpida amenaza: junté los dedos en la parte superior de los mismos (si intentáis hacerlo con la parte inferior, veréis que es imposible, a no ser que los tengáis sueltos) como queriendo hacer la figura de un huevo y ...
Salió una especie de luz azul, se apagó la luz de toda la casa y pegué un alarido que habría estremecido al hombre más insensible que pudiera existir sobre la faz de la tierra. El siguiente recuerdo que tengo es a mi madre haciéndome curas durante varios días con unas gasas impregnadas en lanolina o algo por estilo que aliviaba mucho. Hasta hace bien poco recordaba el nombre de estas gasas que venían presentadas en una pequeña caja metálica.
Recuerdo también que en el colegio no podía hacer caligrafía, así que estuve algún tiempo leyendo cuentos mientras mis compañeros completaban esos famosos cuadernillos de caligrafía.
Todavía tengo algún recuerdo de aquella tontería, unas pequeñas marcas en cada uno de los dedos, salvo el pulgar, de mi mano derecha.
Temeridad infantil se llama eso, y serena frialdad la de tu abuela. A mí también me impone la electricidad.
ResponderEliminarMi recuerdo con la electricidad, también se remonta a la infancia, con mi abuela (creo que estaba viendo con ella una final de Wimblendon)...
ResponderEliminarCogí esas tijeras de coser, y ¡al enchufe! ... yo vi el verde Pater! un verde parecido a la pista de hierba... no conseguí ver la final se quedó todo a oscuras... ni cambio ahora una bombilla, ni tampoco he pisado la pista central de Wimblendon. Saludos!
Pues yo lo recuerdo de otra forma. Estabamos jugando a dspararnos. Yo cogi una de las 2 lamparas que habia en el salon a modo de megafusil en ristre y te dispare. Y tu cogiste la otra -que no tenia bombilla, pero estaba enchufada- y empezaste a dispararme. En pleno entusiasmo quisiste utilizar como gatillo el casquillo sin bombilla y entonces si hubo fuego de verdad. Azul.
ResponderEliminarQué horrible, Paterfamilias.
ResponderEliminarMi miedo a la electricidad no viene de ninguna experiencia personal, sino de la ignorancia científica que provoca el ser de letras. Cuando tengo que cambiar una bombilla en casa desconecto el interruptor general, todo a oscuras, y cuando ha de venir un electricista a algo más serio me pongo muy pesado hasta que me deja quitar (nuevamente) la toma general.
Uish, Pater. Tengo entendido que eso duele muchísimo y que te puedes morir electrocutado. Está claro que el mundo necesita que sigas viviendo... Si todavía tienes marcas, debió de ser un señor calambrazo. A mí también me da mucho respeto todo lo que va con cables. Y no he tenido una experiencia como la tuya.
ResponderEliminarUn saludo , Pater.
Exacto, Modestino, temeridad infantil (que es lo propio de esa edad)
ResponderEliminarCurioso Tomae, ¿por qué están las abuelas en los calambrazos? Por lo menos en nuestro caso.
¿Estás seguro Primogénito? Si fuera así no entiendo cómo puedo tener las señales en donde las tengo.
Fernando, pues a mi miedo (de momento vencible) hay que añadirle esa ignorancia científica a la que aludes.
Sunsi, no sé si te mueres, todo dependerá de la potencia de la descarga, ¿no? Las marcas son como las de una quemadura (en mi caso, gracias a Dios, no son grandes)
Como que no? Metiste toda la mano en el casquillo sin bombilla. 4 dedos juntos dentro de un casquillo producen visiones sobrenaturales de casi cualquier religion...
ResponderEliminarCon esos 4 dedos ahi es normal tener las marcas en las uniones de los dedos...