lunes, 24 de septiembre de 2012

El amo de casa

El pasado mes de julio (¿o fue en junio?) la mujer que nos ayudaba en casa con las tareas de limpieza decidió volverse a su país porque no veía un futuro para ella y su hija en el nuestro.

Pasadas las vacaciones y después de estudiarlo A. y yo, decidimos reunirnos con nuestros hijos mayores (de Ma. a Q) y explicarles la nueva situación. Como la cosa está como está, y a cambio de arrimar todos el hombro, no buscaríamos a otra persona y eso significaría un considerable ahorro para la economía familiar. Hicimos un esquema con el reparto de las tareas domésticas y afrontamos así el mes de septiembre. Los hijos -que van a su ritmo- todavía están "adaptándose" a la nueva situación y ... vamos, que les cuesta un mundo hacer ciertas cosas.

A ellos les costará, pero para mí ha significado un cambio radical, no ya en mi quehacer diario, sino hasta en mi forma de pensar. Por ejemplo, como recordaréis, el jueves estaba de guardia y cuando recibí la primera de las llamadas del Juzgado estaba en casa pasando la mopa. Cuando me preguntaron cuánto tardaría en llegar, además de la distancia que separa mi casa del Juzgado, mentalmente pensaba lo que tardaría en acabar mi tarea doméstica.

El tema de la ropa (imagino que en una familia de 8 miembros debe ser un poco más que en otra cualquiera) es lo que más me ha afectado en mi nueva vida. En la cabeza siempre tengo la última lavadora puesta (que si era de color, clara o de ropa blanca) y la cantidad de ropa que está esperando la plancha. Por ejemplo, el jueves, cuando estaba llegando al Juzgado, vi que se empezaba a nublar el día ... ¿y cuál era mi única preocupación? ¡Exacto, la ropa tendida!. Es más, en mitad de una de las declaraciones, mi mente se entretenía en pensar si estaría ya lloviendo o si, por el contrario, me daría tiempo a llegar a casa para recoger la ropa antes de que empezara a llover. La lluvia da mucho de sí. Un tipo como yo que hasta ahora la lluvia únicamente me había preocupado por si tenía previsto jugar a padel o por si -casualidades de la vida- había decidido limpiar el coche, ahora miro al cielo con temor cuando detecto una nube y acabo de limpiar los cristales. El otro día, antes de salir de casa y ante la amenaza de lluvia, me oí a mí mismo diciendo "Vaaaaa, vámonos que llegamos tarde y bajad las persianas, que he limpiado los cristales". ¡Dios mío!

A. dice que soy un poco exagerado con la plancha, que plancho toda prenda que se me pone por delante. Os puedo asegurar que no he planchado calzoncillos, pero creo que me lo dice porque plancho los polos del uniforme de S. No creo que haya causado tal sensación en el colegio como hasta el punto de que se organicen corrillos de madres comentando que parece ser que existe un niño al que le planchan el polo, pero tampoco ha pasado desapercibido. Lo que sí ha cambiado es mi forma de mirar a la gente. Cuando estoy hablando con alguien, inconscientemente la mirada se me desvía hacia sus camisas, observo cómo están planchadas y miro la raya de sus pantalones. Esto no es vida, de verdad.

¿Y la cocina? La tengo como los chorros del oro. Cuando los niños llegan del colegio con un hambre canina dispuestos a merendar lo primero que encuentran, si estoy en casa, suelto frases tipo "Niños, cuidado con la cocina que está fregada"

Y para acabar, esta nueva situación me ha cambiado hasta mis más profundos pensamientos e inquietudes. Ya no me rebano los sesos pensando en la eternidad, en la inmensidad del Universo, la teoría de la relatividad ya no es un pasatiempo para mí, no. Ahora no paro de preguntarme cosas como ¿de dónde saldrá tanto polvo si ayer mismo pasé el trapo por estos muebles y ya están otra vez como antes de pasarlo?

Por cierto, ¿alguien sabe por qué hay tanto polvo?


22 comentarios:

  1. Bienvenido al mundo de los amos de casa. Te diré un secreto: por mucho que limpies se volverá a manchar, así que tampoco te obsesiones.:) Un beso.

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    1. Gracias. Sí, creo que me estoy obsesionando, así que gracias por el consejo

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  2. Vaya tute! Nosotros tenemos una señora que limpia y plancha, además de llevar a los niños al cole. Es cierto que es mucho dinero, pero el no tener familia en Madrid nos hace que tengamos que hacer ese esfuerzo porque si no, el que se ponga malo un niño supone pedir días de vacaciones. Al igual que los días de Semana Santa, de Navidades o el mes y medio o los dos meses de verano que ellos tienen de vacaciones y nosotros no. En fin, como el mundo laboral es un despropósito, lo intentamos solucionar así, claro, que de momento podemos permitírnoslo, aunque supone un gran esfuerzo.

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    1. Bueno, a nosotros nos vino así y, la verdad, llevábamos un tiempo pensando en prescindir de ella por el ahorro que significaría, pero no nos atrevíamos por su precaria situación. Ahora vemos que hay mucho más trabajo, pero que tampoco lo llevaba tan al día. Además, los hijos mayores arriman algo el hombro. Poco a poco

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  3. Madre del amor hermoso!

    De verdad te digo que me tienes A NO NA DA DA.

    Si un día consigo que Padre piense así... o me divorcio o le ingreso en un psiquiátrico... porque se habría vuelto loco.

    Pero en serio... necesito pasártelo un par de semanas para que le des un cursillo intensivo...

    PD: ¿No tenéis secadora con una familia de 8 miembros?

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    1. Hay cierta ironía en la entrada, pero soy el primer sorprendido de mis reacciones cuando amenaza lluvia por ejemplo y he limpiado los cristales.

      Sí, tenemos secadora, pero si hace buen tiempo prefiero tender y ahorrar en luz. A. dice que se ahorra más con la secadora porque la ropa sale muy poco arrugada y ahorras en plancha. No sé, como soy un histérico de la plancha ...;-)

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  4. jajajajaja pues si, mi querido Pater, esa es la vida real de una casa. Has entrado, veo que con mucho ánimo, que remedio, en un mundo duro, poco recompensado, con sus propios trucos como todo en esta vida. Si tiendes bien, menos tendrás que planchar. Si fijas días de lavadora, ellos tendrán cuidado de no echar a lavar más de lo realmente necesario. Quitar el lavaplatos o hacer una cama, entre dos es hasta divertido.

    Y ahora algo más en serio, en la educación de los hijos se nota perfectamente el que está acostumbrado a que le hagan todo, es decir, que no sabe ni quiere saber hacer nada, y el "apañao". Y no diferencio entre sexos. Es tambien una actitud. Hace tiempo que es necesairo que todos sepan hacer más que lo suficiente para ser buenos compañeros de viaje o para sobrevivir sin dependencias.

    Mucho ánimo, y te digo frases de mi abuela "el polvo no se queja, las personas si" "si te molesta el polvo y no puedes más....baja la persiana" Porque en todo se necesita equilibrio.

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    1. Gracias por tu comentario, Pilar. Pues sí, ya ves, en éstas me veo. Espero que la "ilusión" me dure un tiempo y, sobre todo, no me vuelva un histérico de la limpieza (camino de eso voy).

      Como muy bien dices, es importante educar bien a los hijos (ellos y ellas) y hacerles ver la importancia de su colaboración en las tareas del hogar. Que es cosa de todos

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  5. JAJAJAJA, pobre Páter, no desesperes. Un truquillo, "histérico de la plancha": cuando hace bueno, a mí me gusta tender, que se seque la ropa al aire; pero esos días tienes que aprovechar y poner la lavadora a menos revoluciones, que así cuesta luego menos planchar...
    Lo de los cristales y el "niños, tened cuidado que está la cocina limpia", de Premio. ¿No hay premio al padre/bloguero/trabajador/sinayudaencasa más apañao?

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    1. Por cierto, (me repondo yo misma, jejeje) yo también soy un poco histérica con chorradas como camisetas, polos y demás, y siempre me pregunto, ¿la gente los plancha tan bien? Pero luego, ¡se me olvidad fiscalizar a los demás!

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    2. Gracias por el truquillo. A veces tiendo en el lavadero y antes de que se seque del todo plancho.

      Yo, qud me fijo, puedo decirte que hay de todo. ;-)

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    3. Si os sirve de consuelo... yo también los plancho, pero es que pensaba que todo el mundo lo hacía!!!

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  6. Te comprendo muy bien, Páterfamilias, porque yo también soy un amo de casa desde que me fui a vivir solo. Me reconozco en todo lo que cuentas (si va a llover o no, el polvo constante en verano, la obsesión por el acabado en la plancha) y también me pasa la obsesión por que no se acaben los detergentes, vigilando para comprar repuestos antes de que se agoten.

    Por cierto, qué caros se han puesto los productos de limpieza.

    Suerte esta tarde en Coruña.

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    1. A mi me falla eso de contrilar el detergente. Hacemos unas compras tan mastodónticos que creo que siempre hay. Hoy, por ejemplo, he comprobado que no me queda detergente para la ropa blanca. Ahora, para la de color hay un montón. Imagino que fue un error en la última compra.

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    2. Pues no le hizo falta... ganaron sobrados!

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  7. El polvo viene por que pertenecemos al espacio cósmico, de los cuales la Tierra (tú planeta y el mío) forman un microcosmo particular ...en ella en la Tierra existen otro millones de microcosmos irrepetibles con sus particulares sustancias flotantes que también polvorean el ambiente, ya sabes la estantería del salón, la figura de la "sevillana" que tienes sobre el televisor ...etc.etc. En cada microsistema "hogares" la dispersión de esa "polvareda" se asienta según una aleatoria fórmula flotante, aunque existen varías escuelas explican la lógica de esa formulación, no te quiero entretener en esto pero todas las teorías convergen en lo mismo: El polvo ni se transforma ni se diluye... fluye y regresa.

    ...Y como bien sabes, en la estepa... Polvorones.

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    1. Ahhhh, claro. Gracias por aclarármelo. No entiendo cómo no era capaz de entender una tontería así. ;-)

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  8. ¿Cuándo dices que harás un curso intensivo para maridos despistados?
    Yo también te mandaré al mío, porque hay conceptos que tiene un tanto olvidados...

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    1. Jajajajaja, ¿yo dando un curso? A. ven para acá y lee esto que te vas a reír un rato jajajajaja

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  9. Me imagino tu casa con la ropa y se me ponen los pelos de punta.
    Nosotros somos cuatro y en casa se lava como si no hubiera un mañana, así que con ocho debe de ser la hecatombe.
    Por otro lado bienvenido al club doméstico. Yo he llegado a la conclusión de que la leyenda urbana de los hombres dejados no existe.
    Cuando sois amos de casa, os poneis muy pesados :D
    Besazo

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