Tenía que decirlo

Advierto que la entrada de hoy es políticamente incorrecta, por lo menos en la Comunidad en la que vivo. Sé que escribiéndola no ganaré nada y, en todo caso, perderé alguna "conocidad", es decir, es posible que algún conocido deje de saludarme, pero debo estar tranquilo porque los amigos están por encima de estas cosas, por lo que, salvo sorpresa mayúscula, no creo que pierda ningún amigo. Creo sinceramente que llega un momento en que debemos decir basta y nuestro silencio podría interpretarse casi como una complicidad con esa "mayoría" (prefabricada y falsa) que vocifera.

El tema, evidentemente, es el 11-S. Además de un execrable atentado en las Torres Gemelas de Nueva York que causó miles de víctimas, es la fecha en la que el nacionalismo catalán aprovecha para exhibir su fuerza en su "Diada". Ayer, hubo una manifestación en Barcelona en la que participó mucha gente. La prensa catalana, a diferencia de la del resto de España, se muestra unánime en cifrar los asistentes en un millón y medio de personas, silenciando otras fuentes que rebajan sensiblemente la cifra, así como un hecho que por aislado no debiera ser obviado como fue la quema de las banderas española, francesa y de la UE. No entraré yo a discutir si eran más o menos, pero sí quisiera destacar esa unanimidad. Nadie habla sin embargo de esa gran mayoría silenciosa -entre los que me cuento- que no asistió a la manifestación, muchos de cuales no asistieron, no porque no pudieran, sino porque no quisieron.

Siempre he entendido el nacionalismo como un amor a la patria (patria chica si queréis) de cada uno. Y me parece muy bien: "es de bien nacido ser agradecido". Ahora bien, cuando este nacionalismo se convierte en excluyente, tenemos un serio problema. Alguno me dirá que estoy exagerando y no es así. Todo el que no piensa como ellos, automáticamente es tachado de "facha". Sin darme la importancia que no no tengo, yo mismo soy un "facha" para estas personas, por el mero hecho de no compartir sus ideas. Es especialmente gracioso que sean ellos los que califiquen como "facha" a los demás, ellos que tienen unos tics preocupantes, tales como imponer sus ideas, etiquetar al que no piensa como ellos (el enemigo, según sus propias palabras), llenar manifestaciones fletando autobuses (por cierto, ¿quién los pagó?) como hacía el régimen de Franco que tanto parecen añorar ... Hace unos días, en una población de la comarca de La Selva (Girona) fui testigo directo de cómo un miembro de la agrupación local de un partido independentista repartía gratuitamente banderas esteladas (como la de Cuba, pero con otros colores) y pedía que se colgaran en todos los balcones del pueblo.

No quisiera entrar en los diferentes engaños históricos que el nacionalismo catalán argumenta para defender sus tesis (además, creo que ya lo hice en este mismo blog), pero sí destacar cómo se manipula el tan manido "derecho de autodeterminación" que alegan para justificar su deriva. Ese derecho, recogido en la Carta de las Naciones Unidas (ojo, no en la Declaración Universal de los Derechos Humanos), fue creado para aquellos pueblos que habían sido colonizados. Posteriormente, se utilizó por diversos movimientos, siendo los más polémicos los aprovechados por ciertos grupos dentro de un Estado plurinacional (ya está, nuestro caso).

La manipulación que el nacionalismo hace a sus seguidores hace que no se les explique, por ejemplo, que en caso de que se consiguiera la tan soñada independencia de España, automáticamente dejarían de pertenecer a la UE, debiendo solicitar su ingreso, necesitando la unanimidad del resto de los miembros (uy, a lo mejor España no vota a favor) y pasando a la cola detrás de países como Croacia, Albania y otros. Ayer Bruselas, después de decir que la independencia era un tema interno de España, se vio obligada a recordar ese pequeño detalle. ¿Y qué pasará con todas aquellas empresas, multinacionales o no, que se irán de Cataluña? y, pregunta tonta, ¿con la independencia se soluciona la crisis económica, se acabará con el paro ...?

Asimismo, me llama poderosamente la atención que el nacionalismo catalán aguante con una mano la pancarta solicitando la independencia de España y extienda la otra pidiendo un rescate a ésa misma de la que quiere independizarse. Manicomiable.

Pues eso, simplemente quería recordar que no todos los que aquí vivimos pensamos así, que además somos mayoría por mucho que se nos quiera hacer creer que somos residuales y que suerte que mi blog no lo conoce la mayoría de mis conocidos o familiares, que si no ...