Es innegable y por todos conocido que el tiempo pasa. Sin embargo, lo que sorprende es la velocidad con que lo hace. A medida que te vas haciendo mayor el tiempo pasa más rápido.
¿Cuántos de nosotros hemos dicho en el trabajo aquello de "¿ya estamos a jueves?... pe.. pero si hace nada era lunes". Sí, hace nada, hace exactamente 3 días. Lo mismo pasa con los meses. Otra mítica frase es "¡Qué frío!, ya mismo estamos en Navidad ... ¡y hace cuatro días estábamos en verano!" E idéntico resultado con los años.
Algo que ayuda mucho a confirmar esta ineludible realidad, es tener hijos. Y no porque al verlos crecer sea más fácil tomar conciencia de ello, sino porque ellos se encargan de recordártelo a menudo.
Sin ir más lejos, hace unos días estábamos viendo el video que le preparamos a A. con motivo de su 40 cumpleaños. En el mismo había fotos de cuando era pequeña, muy joven y actuales (joven). Como en algunas salía yo -porque también formo parte de la historia de A.-, mi hijo Q. se encargó de recordarme el inexorable paso del tiempo con la siguiente frase: "Jo, papá, mamá está igual, pero tú ..." A la vez que pronunciaba estas palabras movía su mano extendida con la palma hacia dentro de arriba a abajo. No sé si porque se dio cuenta de lo poco afortunado de la frase (Q. tiene 8 años), pero lo cierto es que a continuación intentó arreglarlo con otra que decía "Papá, ¡antes sí que eras guapo!" Ante tal contundencia evité cualquier comentario y automáticamente pasé a hablar de otro tema.
Los hijos, con sus preguntas, también te sitúan en la cruda realidad y caes en la cuenta de que hace ya mucho tiempo que tenías su edad. Así, por ejemplo, cuando te preguntan a qué jugabas cuando eras niño, interrumpen tu respuesta para preguntarte si existían las bicicletas, las canicas o intentar confirmar un rumor que han oído "¿Es cierto que antes sólo había dos canales de televisión?" Probad a contestarles, no sólo que sí, sino que al principio la tele era en blanco y negro. A ciertas edades son incapaces de entender ese concepto.
Los niños dan para mucho en este tema, pero tampoco hace falta acudir a ellos (o ellos a ti) para reafirmarme en el título de la entrada. Basta con estar charlando con un amigo de tu infancia y empezar a recordar ciertos temas (no épocas, temas). Si hay un niño delante, eres hombre muerto. Por las caras que pone, verás que no entiende nada y correrá hacia sus hermanos para contarles -asombrado- lo que ha oído. Decía que no hace falta la presencia de un niño, sino que siguiendo con esa conversación, llegará un momento en que se dará la siguiente situación:
-¿Te acuerdas cuando fuimos a aquella travesía del Pirineo con tal profe?
- ¡Y tanto que me acuerdo! Recuerdo como aquel tío ....
(..)
- Sí, aquelllo fue hace ... ¿cuándo fue aquello?
- (silencio) Sí, hombre fue hace ... hace ... ¡fue en 1985!
El silencio ya es total y ambos interlocutores están haciendo interiormente operaciones aritméticas encaminadas a averiguar el tiempo transcurrido. Al final, uno se atreve a decir
- Hace ... hace ... ¡25 años!
- ¡Dios mío, si parece que fue ayer! 0
Esta última frase es un intento desesperado de confirmar que aún somos jóvenes, como queriendo engañar a tu amigo y, lo que es peor, a ti mismo.
Sí, aceptémoslo, el tiempo pasa, y rápido.
Ya lo decían los clásicos, tempus fugit
El Sevilla ganó ayer al Valencia con cierta facilidad, a pesar de lo engañoso del marcador (2-0)
¿Cuántos de nosotros hemos dicho en el trabajo aquello de "¿ya estamos a jueves?... pe.. pero si hace nada era lunes". Sí, hace nada, hace exactamente 3 días. Lo mismo pasa con los meses. Otra mítica frase es "¡Qué frío!, ya mismo estamos en Navidad ... ¡y hace cuatro días estábamos en verano!" E idéntico resultado con los años.
Algo que ayuda mucho a confirmar esta ineludible realidad, es tener hijos. Y no porque al verlos crecer sea más fácil tomar conciencia de ello, sino porque ellos se encargan de recordártelo a menudo.
Sin ir más lejos, hace unos días estábamos viendo el video que le preparamos a A. con motivo de su 40 cumpleaños. En el mismo había fotos de cuando era pequeña, muy joven y actuales (joven). Como en algunas salía yo -porque también formo parte de la historia de A.-, mi hijo Q. se encargó de recordarme el inexorable paso del tiempo con la siguiente frase: "Jo, papá, mamá está igual, pero tú ..." A la vez que pronunciaba estas palabras movía su mano extendida con la palma hacia dentro de arriba a abajo. No sé si porque se dio cuenta de lo poco afortunado de la frase (Q. tiene 8 años), pero lo cierto es que a continuación intentó arreglarlo con otra que decía "Papá, ¡antes sí que eras guapo!" Ante tal contundencia evité cualquier comentario y automáticamente pasé a hablar de otro tema.
Los hijos, con sus preguntas, también te sitúan en la cruda realidad y caes en la cuenta de que hace ya mucho tiempo que tenías su edad. Así, por ejemplo, cuando te preguntan a qué jugabas cuando eras niño, interrumpen tu respuesta para preguntarte si existían las bicicletas, las canicas o intentar confirmar un rumor que han oído "¿Es cierto que antes sólo había dos canales de televisión?" Probad a contestarles, no sólo que sí, sino que al principio la tele era en blanco y negro. A ciertas edades son incapaces de entender ese concepto.
Los niños dan para mucho en este tema, pero tampoco hace falta acudir a ellos (o ellos a ti) para reafirmarme en el título de la entrada. Basta con estar charlando con un amigo de tu infancia y empezar a recordar ciertos temas (no épocas, temas). Si hay un niño delante, eres hombre muerto. Por las caras que pone, verás que no entiende nada y correrá hacia sus hermanos para contarles -asombrado- lo que ha oído. Decía que no hace falta la presencia de un niño, sino que siguiendo con esa conversación, llegará un momento en que se dará la siguiente situación:
-¿Te acuerdas cuando fuimos a aquella travesía del Pirineo con tal profe?
- ¡Y tanto que me acuerdo! Recuerdo como aquel tío ....
(..)
- Sí, aquelllo fue hace ... ¿cuándo fue aquello?
- (silencio) Sí, hombre fue hace ... hace ... ¡fue en 1985!
El silencio ya es total y ambos interlocutores están haciendo interiormente operaciones aritméticas encaminadas a averiguar el tiempo transcurrido. Al final, uno se atreve a decir
- Hace ... hace ... ¡25 años!
- ¡Dios mío, si parece que fue ayer! 0
Esta última frase es un intento desesperado de confirmar que aún somos jóvenes, como queriendo engañar a tu amigo y, lo que es peor, a ti mismo.
Sí, aceptémoslo, el tiempo pasa, y rápido.
Ya lo decían los clásicos, tempus fugit
El Sevilla ganó ayer al Valencia con cierta facilidad, a pesar de lo engañoso del marcador (2-0)
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