jueves, 2 de diciembre de 2010

Gafes

Este mediodía, mientras veía las noticias, he podido escuchar a nuestro Presidente que desde Zurich decía estar seguro de que la candidatura ibérica (España y Portugal) se alzaría con el triunfo para organizar el Mundial de Fútbol de 2018. En ese momento, un escalofrío me ha recorrido el cuerpo y me he temido lo peor.

A eso de las 16,30 h. mis más oscuros presagios se han cumplido y me he enterado que ha sido Rusia la elegida para albergar ese Mundial, mientras que Qatar organizará el del 2022. ¡Es lo que tiene tener un Presidente del Gobierno que, entre otras muchas cosas, es un gafe!

El gafe es un personaje generalmente denostado. Y, en ocasiones, somos injustos con ellos porque somos tan exagerados que somos incapaces de ver el lado positivo que tienen tenemos. Es cierto, tener un amigo gafe es una cosa muy buena y no porque desate nuestros más bajos instintos para reírnos de todo aquello que le pasa, sino porque es el mejor de los seguros contra las desgracias. Todo lo malo que pueda pasar, pasará, ¡pero le pasará a él!

Imaginaos por un momento que estáis andando por la calle con vuestro amigo gafe. Como vais con él, es muy probable seguro que ocurra cualquier desgracia -que en circunstancias normales no suele acaecer- cuyo único destinatario será vuestro amigo. Que cae una maceta desde un balcón situado en un segundo piso, le caerá en su cabeza, que hay un excremento canino en la acera, lo pisará él, que sobresale una baldosa de la acera, tropezará él ... y así hasta donde queráis.

Es cierto, somos unos desagradecidos con nuestros amigos gafes porque no valoramos lo que llegan a hacer por nosotros. ¿Inconscientemente?, sí, pero lo hacen.

Evidentemente, el caso de nuestro Presidente es distinto.



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