El pasado domingo, A. y yo nos fuimos con los tres pequeños a una actividad que teníamos en el colegio. En casa se quedaron los tres mayores, Ma. P. y Mi, de 14, 13 y 11 años respectivamente. Antes de irnos les pedimos a los mayores que, por favor, recogieran un poco la casa y aprovecharan el tiempo, que no se pasaran toda la mañana enganchados al ordenador o viendo la tele.
Estuvimos toda la mañana fuera y volvimos a casa a eso de las 14,15 h
Al abrir la puerta, la casa estaba muy ordenada y reinaba el silencio. Nos dirigimos a la cocina con la intención de preparar la comida, algo rápido por la hora que era y ... ¡allí estaba el milagro! Igual que en los dibujos animados, la boca se me abrió como nunca lo había hecho, la mandíbula inferior, se me cayó hasta el suelo y tuve que frotarme los ojos varias veces: Nuestros hijos habían puesto la mesa y, lo más increíble (el milagro), ¡habían preparado la comida! Como era domingo, habían puesto aperitivo y preparado una raclette. Estaban hirviendo las patatas y habían cortado la carne y el queso.
A. y yo agradecimos mucho este gesto a nuestros hijos y, aunque seguimos sin salir de nuestro asombro, pensamos que, como casi todo, no nos los merecemos.
El milagro seguro que tiene su origen en algo bueno que les habeis inculcado ... por lo menos.
ResponderEliminarEso es que nos miras con buenos ojos
ResponderEliminarMe encanta este post
ResponderEliminarChef P
¿Chef P.? Mejor sería "Minichef" ;-)
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