Si analizamos (nada de sesudos ejercicios, basta con una simple mirada hacia atrás en el tiempo) los cambios experimentados en una tarea tan "cotidiana" como la compra, veremos que éstos han sido tremendos. ¿Quién no recuerda haber acompañado de niño a su madre a la compra? Había que ir al mercado, después a alguna tienda concreta y finalmente se pasaba por el supermercado, donde las estanterías solían tener una marca (a lo sumo dos) de cada producto. Para entendernos, no comprábamos crema de cacao, sino Nocilla (bueno, en casa, ni eso), comprabas quesitos La vaca que ríe, pan Bimbo, lejía Conejo, etc.
Otra cosa que ha pasado a la historia son aquellas escapadas a Andorra. Para los niños era todo un acontecimiento. Nos levantábamos muy temprano (sobre las 5 ó 6 de la mañana) y carretera y manta hasta llegar al "País de los Pirineos". Allí gastábamos nuestros ahorros en comprarnos una raqueta de tenis o un reloj chulo (los primeros digitales). Mis padres aprovechaban para comprar azúcar, aceite y poner gasolina porque era mucho más barato. Sin embargo, la imagen que permanece imborrable en mi memoria es la de aquellos supermercados en los que tenían productos inimaginables en España: chocolates en sus más diversas formas y tamaños, caramelos de todo tipo. Fruto de su estancia en Clermont-Ferrand haciendo el doctorado y su afición por los quesos franceses, una compra obligada para mi padre era un buen surtido de quesos de esa nacionalidad que hacía las delicias de todos.
Es cierto que en Andorra era todo mucho más barato, pero era la excusa perfecta para pasar un día inolvidable porque ir a Andorra sólo a comprar azúcar o poner gasolina resultaba un poco caro.
Años más tarde aparecieron los hipermercados, aunque en las casas se les llamaba por la marca comercial (recuerdo que decíamos "vamos al Pryca", mientras unos amigos nuestros eran más de Carrefour). Las costumbres experimentan aquí el primero de sus cambios: ahora se va un sábado, hay que ir en coche, se compra para todo el mes (bueno, en casa éramos 9, así que no llegaba para todo el mes ni de broma) y lo más importante, mi padre también viene.
Ir al Pryca era toda una aventura. Recuerdo esa enorme extensión en la que había una gran cantidad y variedad de productos. ¿Que querías leche? Se acabó aquello de comprar la marca del supermercado de la esquina, ahora había una variedad extraordinaria, con marcas extranjeras, algunas españolas y, pasado un tiempo, con la aparición de las "marcas propias o blancas". Es cierto que se ganó en comodidad, pero se perdió algo de romanticismo.
¿Y ahora qué? Ahora se lleva (al menos así lo hacemos en casa) hacer la compra "por internet". Entras en la página web del Mercadona (uy, que les hago publicidad ... ¡¿y qué?!, éstos me caen bien), haces tu compra y al día siguiente te la traen a casa. Por eso decía aquello de ¿vamos al súper?
Nota.- Ayer nuestro hijo S. cumplió 4 años y -conscientemente- no le dediqué una entrada. No estoy enfadado ni está castigado, pero prefiero hacerlo cuando sea un poco más mayor.
¡felicidades a Saturnino!
ResponderEliminarBueno bueno!!!, no le quieres dedicar una entrada a Saturnino por si caes en la tenteción de ponerte cariñoso o cursi?????. De eso nada, ya te puedes ir poniendo a escribir algo para felicitarle, aunque sea un simple Felicidades Saturnino!!!, porque cuando sea un poco más mayor y vea que le has hecho ese "desprecio" no te lo perdonará, o lo que es peor, se hará del Betis!!!!!
ResponderEliminarA mi me encantaba ir a la tienda con mi madre a comprar. Recuerdo cómo era la bolsa de la compra que llevaba. Sí que cambió mucho la forma de comprar, incluso los productos. Ahora se compran muchas "mariconadas", antes era más simple (cosas básicas). Lo que más echo de menos es ir a comprar al mercado (plaza de abastos...), ese ambiente es genial!
Felicidades a tu peque. Mi madre iba a la compra todos los días. Yo ahora compro para la semana y me lo traen a casa. Ha perdido romanticismo pero hemos ganado comodidad. Un beso.
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