lunes, 27 de diciembre de 2010

Arreglos

Cuando A. y yo nos casamos fuimos a vivir a un piso de segunda mano que arreglamos con mucho cariño. Nos hacía mucha ilusión cada uno de los cambios que íbamos haciendo. Muchos los hicimos nosotros mismos, otros los encargamos a profesionales ("pofesionales" en la mayoría de los casos) y otros con la ayuda de amigos y, sobre todo, de un cuñado que es un "manitas". Para que os hagáis una idea de lo manitas que es, deciros que fue él quien nos montó los muebles de la cocina.

Al nacer el tercero de nuestros hijos, ese piso se nos quedó pequeño y compramos uno un poco más grande. Tuvimos la suerte de encontrar uno muy céntrico que, aunque tenía tres habitaciones,   si nos "comíamos" un poco de salón-comedor, podíamos hacer una cuarta habitación. Y así fue, se levantó una pared de pladur y en poquísimo tiempo tuvimos la habitación de Ma.

Este segundo piso era casi nuevo. Tenía 4 ó 5 años de antigüedad y muy poco uso. Su anterior dueño era un señor mayor y soltero que nunca usó la cocina (en serio, estaba por estrenar), pues comía en casa de su hermana, que vivía dos pisos más abajo.

Todo esto viene a cuento de un comentario que hizo la mujer de un matrimonio amigo un día que los invitamos a cenar a ese piso. Ella, que es de familia bien de Barcelona, acostumbrada a vivir en espaciosísimos inmuebles de la parte alta de la ciudad condal, al ver nuestro pisito nuevo dijo algo así "¡qué suerte un piso tan nuevo y que todo funcione tan bien!" En un primer momento no supe qué quería decir con semejante comentario. Es más, no lo supe hasta que nos mudamos a nuestro actual domicilio. También, acuciados por la falta de espacio, nos vimos obligados a cambiar nuevamente de casa. Como lo que necesitábamos era algo más grande de lo habitual, tuvimos que acudir nuevamente al mercado de segunda mano. También tuvimos mucha suerte y encontramos un piso antiguo (muy antiguo), pero espacioso. Con diversas reformas -no muchas- conseguimos que resultara acogedor. Con el paso del tiempo (llevamos aquí 5 años) hemos podido experimentar lo que realmente significa el "mantenimiento de una casa". Al principio todo va bien, pero después las cosas se van estropeando y es entonces cuando te dedicas a arreglos varios. No hablo de pintar la casa, eso ya lo he hecho en diversas ocasiones, sino a cosas como ajustar o cambiar la maneta de una puerta, colocar una madera en la parte inferior e interior de la puerta del cuarto de baño que, como consecuencia del vapor de agua, se ha ido abombando, etc.

Cada vez que me veo en esa situación, me viene a la memoria aquella frase

4 comentarios:

  1. Te contesto con un post antiguo. En casa se nos ha roto tooooodo. Y en Navidades es como si entrara un duendecillo para estropear algo. Ahora es el desagüe del lavaplatos. Colocamos un cubo y a hacer compañía al cacharro para que no se desborde...

    http://sunsi-pensardeoficio.blogspot.com/2009/03/para-atras-como-los-cangrejos.html

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. A nosotros nos pasó lo mismo con la primera tanda de electrodomésticos. Preocupados por esa "muerte" súbita y casi casi coincidente en el tiempo, llegamos a la conclusión que todos deben tener el mismo tope de vida útil. Me explico, como al casarnos adquirimos (o nos regalaron) todos los electrodomésticos a la vez, también a la vez se estropearon.

    No tiene mucha base científica, pero nos ayudó a no ver fantasmas... ;-)

    ResponderEliminar

Recuerda que es un blog para todos los públicos. Si vas a dejar tu comentario, procura que no sea ofensivo ni de mal gusto, así como que sea respetuoso con las opiniones de los demás. Muchas gracias