Un compañero (los abogados acostumbramos a llamarnos así entre nosotros) tuvo la "feliz" idea de proponerme como tal en un juicio después de que yo hubiera intervenido en una negociación y redacción de unos contratos. Os cuento:
Un cliente del despacho tenía un bar y decidió traspasarlo. Encontró a una persona interesada en ello y vinieron para que les redactara el contrato. El que se quedaba con el bar pasó a ser también cliente del despacho. Días después de que ambas partes lo hubieran firmado, me telefoneó el que se quedaba el bar-cafetería diciendo que le habían engañado. Al parecer existía un problema con la salida de humos que conllevaba quejas de los vecinos, llegando incluso a intervenir el Ayuntamiento. Contacté con el que traspasaba el bar y les convencí para que alcanzaran un acuerdo. Modificamos el contrato inicialmente firmado, se firmó el nuevo contrato y, delante de ellos, rompí los ejemplares del anterior contrato. Aun así, siguieron los problemas.
Ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo, el nuevo cliente decidió reclamar judicialmente pidiéndome que le representara. Le expliqué que no podía hacerlo por cuanto había sido abogado de ambas partes y no era ético que ahora defendiera a uno de ellos. Contrató a otro abogado e interpuso una demanda contra el anterior, quien, al recibirla, vino a verme para ver cómo preparábamos la defensa. Al igual que al anterior, le expliqué que no podía ser su abogado y, aunque no lo entendió (o no lo quiso entender), le recomendé a un compañero.
Hace unas semanas, me llamó éste último abogado preguntándome si me parecía bien que me propusiera como testigo en este procedimiento. Le dije que no, que entre otras cosas, el contrario, seguía siendo cliente del despacho (a diferencia del otro que, una vez traspasado el negocio, se dio de baja como cliente). Como el titular de la asesoría en la que colaboro estaba de viaje, le pedí que esperara a que volviera para comentárselo. Sería entonces cuando le daría una respuesta definitiva. Pasados unos días le llamé, le dije que no, que no me parecía buena idea y que debía entenderlo. Es entonces cuando me dijo que ya me había propuesto y que incluso lo había hecho judicialmente (es decir, que fuera el Juzgado quien me citara, lo que hace más complicado negarse a acudir). Además él me decía que no debía preocuparme, que solo debía decir que había roto un contrato anterior. Con cierta ironía le agradecí el "consejo" y le manifesté mi malestar con su actuación.
Como me pareció una muy mala jugada por parte de este abogado y, principalmente, entendía que éticamente no podía decantarme por una de las partes, habiendo sido abogado de ambos, pensaba cómo podía yo darle la vuelta a todo.
Llegó el día del juicio y me dirigí a la Sala de vistas. Allí estaba el abogado que me había propuesto como testigo y, en presencia de su cliente, me saludó dándome la mano y recordándome qué es lo que debía decir. Le miré a la cara y le dije "No declararé nada". Se quedó callado e insistió en explicarme lo que debía decir. "No insistas, no declararé" y me quedé en un aparte. La auxiliar judicial me pidió un carnet y le entregué el de abogado, no el DNI.
Entraron las partes y se dio inicio al juicio. Al cabo de un rato, llamaron a uno de los testigos propuestos. Al rato, a otro y después a un tercero. Finalmente oí mi nombre y entré en la Sala. El Juez me informó de aquello de "sabe el testigo que tiene la obligación de decir verdad ...", para más adelante añadir "quizás, en su calidad de abogado tiene previsto alegar el deber de secreto profesional" "Así es, Señoría", contesté. Le dije que todo el conocimiento que tenía de los hechos era como consecuencia de mi actividad profesional. Aun así el Juez permitió que se me hicieran preguntas y yo, lógicamente, no las contesté alegando ese deber.
Ya sé que esta entrada no es interesante ni graciosa, pero por lo novedoso (al menos para mí), me ha parecido oportuno explicarlo. Además me pareció muy raro estar en un lugar físico muy distinto al que habitualmente ocupo: ante el Tribunal, de pie y con un micrófono pegado a la boca.
La BSO de hoy, como casi siempre, nada tiene que ver con la entrada. Se trata de la música de la película "Rocky", ya sabéis, aquella que protagonizó Sylvester Stallone y que significó su primer (y creo que único) éxito en la gran pantalla.
Siempre es interesante conocer más sobre una profesión como la tuya. Un beso.
ResponderEliminarMe alegro que te haya interesado, aunque esta no es la parte más conocida de la profesión
EliminarHistoria curiosa... no sé si es muy bien abogado quien te citó para declarar, pero curioso al fin y al cabo.
ResponderEliminarYo ya he declarado dos veces como testigo, pero lo más peculiar fue una vez que me citaron y finalmente se suspendió el juicio y no tuve que declarar (por supuesto, nadie me avisó, menos mal que mi oficina estaba cerca del juzgado y no fue mucho trastorno). Yo era delegada y apoderada de una empresa desde el año 2002 y un día me llegó una citación para declarar en un juicio. No conocía a ninguna de las partes ni a abogados ni procuradores; ninguno se había puesto en contacto conmigo. Hice una búsqueda en la base de datos y el demandado había sido cliente de mi empresa: muchos años antes había encargado una peritación. Estaba claro que yo poco podía contar en ese caso, pues por aquel entonces yo era una adolescente, pero parece ser que nadie se molestó en comprobar si hacerme perder el tiempo valía para algo o no. Para no ser multada acudí al juzgado y tras esperar ante la puerta de la sala, unos risueños abogados con toga me dijeron que el juicio se había suspendido porque las partes habían llegado a un acuerdo.
¿Qué os parece?
No dudo que sea buen abogado. Lo que sí fue -al menos en este caso- es un poco "cabroncete".
EliminarLo de los testigos merecería varios posts para entenderse un poco. Imagino que una de las partes te propuso y solicitó que fuera el Juzgado quien te citara (sin ellos ni siquiera avisarte). Imagino que debo estar muy acostumbrado a esto y ya no lo veo tan raro, pero tienes toda la razón en lo que dices.
HOLA DE NUEVO PATER PUNTO HE ESTADO AUSENTE POR CAUSAS AJENAS A MI VOLUNTAD PUNTO VUELVO A COMENTAR PUNTO
ResponderEliminar¡Pues a mí si me ha parecido "gracioso"! En el sentido de que has conseguido salirte con la tuya, y has dejado colgado a ese "colega" que te había citado con tu visto bueno ;)
Leyendo este caso, me he acordado de algunos casos de separación que tengo relativamente cerca. Cuando una de las partes le pide a un amigo que declare a su favor, el amigo no se quiere meter posicionar, hay niños de por medio y... en realidad uno nunca sabe qué pasa en una casa que no es la suya de puertas para dentro. Interesante, me imagino, para tí, el verte al otro lado.
Bueno, bueno, no me grites que me tienes asustadito con ese carácter ;-)
EliminarTienes toda la razón en eso que comentas de citar amigos como testigos en ese tipo de procedimientos. Normalmente se es amigo de los dos y posicionarse en favor de uno ... complicado, muy complicado.
Perdóóóóóóóóóname, perdóóóóóóóóname... Es que sabía que lo de las mayúsculas significaba chillar en los chats, pero en los comentarios a los posts, ???
Eliminar...pues a mi me ha parecido una entrada interesante Pater, aunque bien bien no conozco el procedimiento. Ahora bien, me queda la típica sensación de que todos los abogados son unos liantes :))))
ResponderEliminarjajajajajajaja No sé, quizá alguno no lo sea ;-)
EliminarSer testigo es una tarea ingrata, nadie te lo agradece, te someten a preguntas que hasta pueden ser impertinentes y hasta te pueden meter en un aprieto.
ResponderEliminar¡Qué te voy a contar a ti, Modestino! Harto estarás de encontrarte con situaciones de todo tipo. Y sí, es como dices. Dependiendo del tipo de asunto es preferible que te citen como imputado, que no como testigo. Ya me entiendes.
EliminarSeguro que los hay.
ResponderEliminarEra una situación complicado (sin sacar las cosas de quicio, porque el tema en sí es poca cosa) por cuanto hiciera lo que hiciera podía quedar mal con alguna de las partes y jugármela. Me explico: si declaro, uno de los abogados podía denunciarme por haberme saltado el deber de secreto profesional y si no lo hago, cabe la posibilidad de que el Juez te sancione por no hacerlo. Gracias a Dios no pasó nada de esto.
Además, actué en conciencia y creo que hice lo correcto.