El día(s) después

Bueno, ya ha pasado un tiempo desde que me dieron el notición y no se ha hundido el mundo, cada día sale el sol y no he aparecido en los titulares de la prensa ni en las cabeceras de los telediarios. Está claro que ésta es una lucha mía en la que cuento con el apoyo de buenos amigos y el respaldo de A. y la familia.

Ayer amaneció un día frío (4,8º C cuando me dirigía hacia el despacho). Era como una alegoría a mi nueva situación o al menos a mí me lo pareció.

Sí, iba al despacho porque -creo que no lo expliqué en mi escueta entrada anterior- quedamos que acabaría el mes y que, a partir de entonces, podría ir las tardes que quisiera (más que nada para acabar los asuntos ya iniciados), comprometiéndose (espero que lo cumpla) con pagarme hasta el mes de junio. Bueno, una buena noticia: tengo algo más de 2 meses para encontrar algo.

Ahora mismo se me pasan mil cosas por la cabeza. Desde hacer una locura y embarcarme en algún proyecto emprendedor (con el riesgo que ello conlleva y más teniendo en cuenta que hay una familia, y grande, detrás), hasta intentar, de una vez por todas, ponerme por mi cuenta. Esta última idea -que parece la más coherente- es la que, de entrada, menos me atrae. Son ya bastantes años de ejercicio con unos resultados muy discretos. Además, a estas alturas de la vida, si un despacho de abogados quisiera contratar a un tipo con mi perfil, lo haría por los siguientes motivos:

- Aportar una cartera de clientes. Un despacho, incluso los más grandes y conocidos, si le aportas muchos clientes, automáticamente te nombra socio del bufete, independientemente de tus conocimientos jurídicos. Evidentemente, no es el caso. Si así fuera, ¿para qué buscaría yo un despacho?

- Ser un experto en una materia determinada. Es lo que conocemos como especialización. Pensad por un momento en una gran firma de abogados, la que queráis (vale, todos estáis pensando en la misma). Allí, sus abogados están repartidos en departamentos y el que sabe mucho de Derecho Penal, por ejemplo, sabe mucho de eso ... pero no tiene ni idea (y así lo reconocen ellos mismos) de otra materia. Y es lo normal, no es una crítica. Pues bien, existe otra categoría de abogados (subcategoría, pensará alguno) que somos conocidos como "generalistas", es decir, saben de todo un poco sin ser expertos en ninguna materia.

Por tanto, una salida profesional sería la de abogado de empresa, lo suficientemente pequeña para que no tenga una Asesoría o Departamento Jurídico interno y lo suficientemente grande como para no externalizar este servicio (vamos, encargárselo todo a un bufete externo). Pero, tal y como está el patio, parece complicado.

Seguimos en ello. De entrada, voy a quedar con un amigo mío que se dedica a la selección de personal para que me oriente un poco.

Reitero mi agradecimiento por las oraciones y por todos los mensajes de ánimo recibido y por las gestiones que me consta está haciendo más de uno. Muchas gracias.

PS ¿Qué etiqueta le pongo a esta entrada? ¿Trabajo? Resultaría un poco irónico, ¿no?, pero ... ¡ahora es éste mi trabajo!