El domingo pasado, volviendo de Vidreres, decidimos cenar en un Burguer King. De hecho, les habíamos prometido a los niños hacerlo el sábado, pero no fue posible. La verdad es que tanto a A. como a mi no es un lugar que nos entusiasme especialmente, pero a los niños les hacía mucha ilusión.
Cuando nos dirigíamos a este establecimiento pensaba en la situación que se iba a dar y en las posibles interpretaciones de la misma. Llegaríamos allí y pediríamos 6 menús, pues en un principio A. y yo no teníamos previsto comer nada (finalmente sucumbimos o nos pudo la pereza que representa llegar después a casa, deshacer maletas y prepararnos algo para cenar), así que cualquiera que observara esta escena podría pensar cualquiera de estas dos cosas:
- ¡Vaya padres!, llevan a sus hijos a cenar a un lugar de comida-basura (¿o era rápida?) y ellos, claro, después cenarán como Dios manda.
- ¡Vaya padres! (aunque parezca idéntica reacción, debe leerse de otra manera), no soportan este tipo de comida, pero saben la ilusión que les hace a sus hijos y ... patapam, allí van con todos para que estén contentos.
Imagino que es la vieja historia del vaso medio lleno o medio vacío, pero un poco actualizado.
Como la entrada ha quedado muy corta y alguno tendrá ganas de saber lo que realmente pasó (sé que no le importa a nadie, pero así se mantiene la tensión), os lo contaré.
A todos nuestros hijos les hacía mucha ilusión, pero a unos más que a otros. Q., por ejemplo, prefería ir allí y no al Mc Donalds porque en el Burguer regalaban cromos de la Liga. Al pedir los menús y cuando la empleada introducía juguetitos de plástico en las cajas, le preguntamos si no había unos cromos de fútbol. Nos dijo que no, que todavía, no (¡jo!, y ¿por qué lo anuncian?). La primera en la frente.
Es cierto que es más barato (mucho más barato) que cualquier otro sitio, pero cuando piensas que con lo que nos gastamos podríamos irnos A. y yo a cenar a un restaurante normalito, como que te sienta peor. ¿Será porque somos muchos?
Como he dicho A. y yo también cenamos allí contradiciéndonos con nuestra inicial intención. Yo no pedí hamburguesa, sino pollo. Sí que noté que el sabor era diferente al de la hamburguesa, pero aún hoy sigo pensando a qué sabía aquello realmente.
Como ya he dicho, cuando los niños eran más pequeños, nosotros éramos más de Mc Donalds hasta que acabamos hartos de esa comida y ese olor de cualquiera de sus establecimientos (por mucha ensalada que pidiéramos, la sensación de inyectarte colesterol en vena era tremenda). Pues bien, otro cambio que he notado es que allí, al acabar de comer, vaciabas tu bandeja en una especie de contenedor y se acabó. En el Burguer King, sin embargo, existe un contenedor para plástico, otro para "orgánica" y dos para papel. Imaginaos la gracia que te hace cuando llegas frente a uno de estos haciendo malabarismos con una bandeja hasta arriba de papeles, plásticos y algo de "orgánica".
A esas horas, además, no había mucha gente en el establecimiento, por lo que estoy seguro que nadie se preguntaba nada acerca de esos padres que llevaban a sus hijos a cenar allí.
Pater... creo que , en general, la gente le da poca importancia a las comidas-basura. Son un recurso cómodo y rápido. Así está el país, con niños obesos y triglicéridos disparados.
ResponderEliminarTampoco es usual que aterrice una panda tan numerosa como la tuya y, por tanto, a los progenitores se les resiente menos el bolsillo.
Yo ya no me acuerdo de la última vez que recalamos en un burguer toda la familia. Creo que fue el Lérida, pero de esos hace siglos...
Ergo... Un día al año no hace daño, pero es costuumbre más sana abstenerse del "recurso" el resto de semanas.
¿Qué tal después la digestión?...
Nosotros también caemos de vez en cuando.
ResponderEliminarDel Conde Lucanor...
ResponderEliminarEL PADRE, EL HIJO Y EL BURRO
LUCANOR: ¡Patronio! Tú que siempre me has aconsejado con sabiduría y prudencia, escúchame con atención y dime luego lo que te parece mejor que haga.
PATRONIO: Hablad, señor Lucanor, que yo os prometo aconsejaros según mi entendimiento y mi conciencia me dicten.
LUCANOR: Es el caso, Patronio, que yo me esfuerzo día y noche en servir a mi pueblo, pero por más que hago, nunca consigo su aprobación. Ya actúe de una manera, ya de la contraria, siempre soy criticado. Esto me trae desde hace unos días inquieto y confundido, pues pienso que no sirvo para gobernar. ¿Qué piensas tú de esto?
PATRONIO: Lo que has dicho, señor, me trae a la memoria lo que sucedió a dos labradores cuando iban en un burro a la feria.
LUCANOR: ¿Cómo fue eso?
PATRONIO: He aquí el cuento. Iban una vez dos labradores, padre e hijo, a la feria con un burro. El padre iba montado en el burro, y el hijo a pie. Y sucedió que, pasando por un pueblo…
HOMBRE 1: ¡Fíjate qué padre desnaturalizado! Su pobre hijo a pie él tan campante, montado en su jumento.
EL PADRE: Hijo, será mejor que montes tú y vaya yo a pie...
PATRONIO: Pero sucedió que, pasando por otro pueblo…
HOMBRE 2: ¡Qué barbaridad!, ¿Has visto alguna vez tal falta de consideración? ¡El pobre viejo a pie y el joven cabalgando en el burro, tan tranquilo! La verdad es que no sé cómo no le da vergüenza
EL HIJO: Padre, ¿qué te parece si montamos los dos?
EL PADRE: Sí hijo; creo que es una buena idea.
PATRONIO: Así pues lo hicieron. Y de este modo montados los dos en el burro, pasaron por otro pueblo y…
HOMBRE 3: A eso le llamo yo tener compasión. ¡Un burro tan flaco y esos dos montados en él, con lo gordos que están! ¡Qué cosas se ven en el mundo!
EL PADRE: ¿Qué te parece si fuéramos los dos a pie?
EL HIJO: Sí, creo que es lo más prudente.
PATRONIO: Desmontaron los dos y pasaron al fin por otro pueblo…
HOMBRE 4: ¡Fíjate! Ésos dos a pie y el burro detrás, tan campante! En verdad, no se sabe cuál es el más burro de los tres...
EL PADRE: ¿Tú entiendes esto, hijo mío?
EL HIJO: Yo qué he de entender, ¡padre! Sólo nos falta llevar el burro a costillas, y aun así me parece que no daremos gusto a la gente....
PATRONIO: Este cuento, señor conde Lucanor, le enseñará que lo mejor es que haga las cosas según su conciencia, sin hacer caso de la opinión de los demás.
En conclusion: que mas da lo que opinen los que estaban en el Burger King???
ResponderEliminarMuy sabio, el Primogénito...
ResponderEliminarjajajajajaja, me gusta la aportación de Primogénito... jajjajaja.
ResponderEliminarPues eso, qué mas da lo que piensen los del "Burrikin", si ellos también estaban allí?, además, si no estuvieran, qué mas dá lo que opinen los demás?.
Yo iría un par de veces a Macdonals (o como se escriba), y las veces que he ido fue para comerme un helado de esos ricos y cargaditos de calorías. Soy más de pizza (que no sé cual tendrá menos calorías), así que no te voy a juzgar, porque ni debo, ni quiero. Además, no creo que sea tan delictivo lo que habéis hecho. Si cenaras tooodos los días así, pues igual te aconsejaba cambiar de hábitos, pero si es puntualmente, no.
Bicos... y no te sientas culpable, hombre!!