Existe gente que a primera vista ya cae bien. No sé cómo se llama eso, debe existir un término que lo defina bien, pero, para entendernos, podríamos decir que existe "feeling", "buen rollo" o como queráis llamarlo.
Otras personas, en cambio, merecen más trato para darse cuenta de que tampoco son tan malas. Este grupo (entre los que me encuentro) lo tiene más complicado. Deben ganarse a la gente poco a poco y a base de un trato más continuado. Sin embargo, en determinadas situaciones, no hay posibilidad de una segunda oportunidad (una entrevista de trabajo, una reunión de trabajo, una fiesta en la que te presentan a unos amigos de unos amigos, etc.), por lo que, con la tendencia que todos tenemos a etiquetarnos, es difícil que te deshagas de ese sambenito.
Ya he dicho que pertenezco al grupo de los ... ¿cómo puedo calificarlo? ... de los "con poco feeling". No es que me preocupe ni me obsesione el tema, siemplemente es lo que hay. Son muchas las situaciones vividas a lo largo de mi vida que me permiten llegar a esta conclusión. He oído miles de veces a personas que, después de conocerme un poco más, me dicen "ahh, pues eres simpático", otros no se andan con rodeos y te dicen "pues no eres mal tío" (es fácil adivinar qué pensaron la primera vez que me vieron).
Siempre me hizo gracia una anécdota vivida en primera persona y que tenía por protagonistas a un cuñado (un hermano de A.) y uno que durante nuestra primera juventud (nunca había usado este término y creo que en el blog empiezo a abusar de él) habíamos tenido cierto trato y con el que, avatares de la vida, había perdido el contacto. Resulta que se encontraron (mi cuñado y el otrora amigo) y empezaron a hablar. Cuando le preguntó por su familia, mi cuñado empezó a repasar a sus hermanos y al llegar a A. le dijo que estaba saliendo con un chico. Le preguntó quién era ese chico y mi cuñado le contestó que no creía que lo conociera. Cuando insistió le dijo mi nombre y exclamó "Hooombreeee, claro que lo conozco, es un tío muy simpático y muy gracioso". Me habría gustado ver la cara de mi cuñado, pero me la puedo imaginar por la respuesta que le dio: "Me parece que te equivocas, debe ser otro". Su interlocutor insistió y empezó a darle datos que, no sólo me identificaban, sino que me singularizaban. Mi cuñado no daba crédito a lo que oía y, evidentemente, se lo contó a A. Todavía hoy me río al acordarme
Otra cosa en la que coincide la mayoría de la gente es en decir que tengo un aspecto de persona muy seria (¡como si no lo fuera!) y eso, como que no, como que espanta a la gente. Buena prueba de ello es lo que vengo observando de un tiempo a esta parte. Desde hace unos años abundan por la calle multitud de encuestadores y "vendedores de todo tipo de ONG's". He observado cómo asaltan sin ningún tipo de escrúpulo a cualquier ciudadano que se cruce por su camino, sin importarles edad, sexo, condición ... Suelen ser jóvenes con un aspecto muy, muy ... no sé ... muy de ahora: rastas, piercings y algún tatoo. Son (o van de) simpáticos, así que no les cuesta nada lanzarse sobre su "víctima" y pedirles que se asocien a unas siglas contribuyendo de esta forma a que la medusa de Madagascar, por ejemplo, no se extinga y pueda seguir inoculando su veneno a los bañistas de esas latitudes. Sin embargo, cuando paso a su lado no suelen acercarse. Es verdad que en alguna ocasión iba con prisa (y eso se debe notar), pero la mayoría de las veces es esa cara de pocos amigos que, deduzco, debo tener. Les asusta. En estos casos ya me va bien, no me apetece tener que explicarles que yo ya tengo una ONG en casa y que me cuesta mucho pagar la cuota que mensualmente debo abonar por estar afiliado a mi familia. Además, si me pillan con tiempo, temo soltarle alguna incorrección política acerca de su asociación, ya sea aquella que dice defender a la infancia para luego apoyar económicamente esas campañas de planificación familiar o directamente el aborto, o aquellas que te piden apadrinar a un niño de no se sabe qué parte del mundo y, en cambio, brillan por su ausencia en los comedores de beneficencia de tu propia ciudad.
Por otro lado -y para acabar- es preciso señalar que tengo muy asumida esta característica. En alguna ocasión he intentado -con gran esfuerzo- deshacerme de esa imagen sin resultado alguno (no he llegado a hacer el ridículo, creo yo, de milagro). Ahora, ni lo intento.
Ya he dicho que pertenezco al grupo de los ... ¿cómo puedo calificarlo? ... de los "con poco feeling". No es que me preocupe ni me obsesione el tema, siemplemente es lo que hay. Son muchas las situaciones vividas a lo largo de mi vida que me permiten llegar a esta conclusión. He oído miles de veces a personas que, después de conocerme un poco más, me dicen "ahh, pues eres simpático", otros no se andan con rodeos y te dicen "pues no eres mal tío" (es fácil adivinar qué pensaron la primera vez que me vieron).
Siempre me hizo gracia una anécdota vivida en primera persona y que tenía por protagonistas a un cuñado (un hermano de A.) y uno que durante nuestra primera juventud (nunca había usado este término y creo que en el blog empiezo a abusar de él) habíamos tenido cierto trato y con el que, avatares de la vida, había perdido el contacto. Resulta que se encontraron (mi cuñado y el otrora amigo) y empezaron a hablar. Cuando le preguntó por su familia, mi cuñado empezó a repasar a sus hermanos y al llegar a A. le dijo que estaba saliendo con un chico. Le preguntó quién era ese chico y mi cuñado le contestó que no creía que lo conociera. Cuando insistió le dijo mi nombre y exclamó "Hooombreeee, claro que lo conozco, es un tío muy simpático y muy gracioso". Me habría gustado ver la cara de mi cuñado, pero me la puedo imaginar por la respuesta que le dio: "Me parece que te equivocas, debe ser otro". Su interlocutor insistió y empezó a darle datos que, no sólo me identificaban, sino que me singularizaban. Mi cuñado no daba crédito a lo que oía y, evidentemente, se lo contó a A. Todavía hoy me río al acordarme
Otra cosa en la que coincide la mayoría de la gente es en decir que tengo un aspecto de persona muy seria (¡como si no lo fuera!) y eso, como que no, como que espanta a la gente. Buena prueba de ello es lo que vengo observando de un tiempo a esta parte. Desde hace unos años abundan por la calle multitud de encuestadores y "vendedores de todo tipo de ONG's". He observado cómo asaltan sin ningún tipo de escrúpulo a cualquier ciudadano que se cruce por su camino, sin importarles edad, sexo, condición ... Suelen ser jóvenes con un aspecto muy, muy ... no sé ... muy de ahora: rastas, piercings y algún tatoo. Son (o van de) simpáticos, así que no les cuesta nada lanzarse sobre su "víctima" y pedirles que se asocien a unas siglas contribuyendo de esta forma a que la medusa de Madagascar, por ejemplo, no se extinga y pueda seguir inoculando su veneno a los bañistas de esas latitudes. Sin embargo, cuando paso a su lado no suelen acercarse. Es verdad que en alguna ocasión iba con prisa (y eso se debe notar), pero la mayoría de las veces es esa cara de pocos amigos que, deduzco, debo tener. Les asusta. En estos casos ya me va bien, no me apetece tener que explicarles que yo ya tengo una ONG en casa y que me cuesta mucho pagar la cuota que mensualmente debo abonar por estar afiliado a mi familia. Además, si me pillan con tiempo, temo soltarle alguna incorrección política acerca de su asociación, ya sea aquella que dice defender a la infancia para luego apoyar económicamente esas campañas de planificación familiar o directamente el aborto, o aquellas que te piden apadrinar a un niño de no se sabe qué parte del mundo y, en cambio, brillan por su ausencia en los comedores de beneficencia de tu propia ciudad.
Por otro lado -y para acabar- es preciso señalar que tengo muy asumida esta característica. En alguna ocasión he intentado -con gran esfuerzo- deshacerme de esa imagen sin resultado alguno (no he llegado a hacer el ridículo, creo yo, de milagro). Ahora, ni lo intento.
Hola, Paterfamilias. Es curioso que en la vida real dés un aspecto distante y que sólo con el trato desaparezca esa mala impresión inicial: en el blog tu tono es cordial, amable, será porque uno aquí escribe con libertad, sin barreras, da igual lo que los demás piensen de nosotros.
ResponderEliminarComparto contigo la inmunidad antes los vendedores callejeros de ONG. En mi caso, evito mirarles a los ojos, camino firme, pensativo, supongo que ellos habrán desarrollado una capacidad para distinguir entre la gente susceptible de ser líada y la que no lo es.
Bueno, Pater. Por lo menos ...si algún día (dicen que el mundo es un pañuelo) llego a saber quién eres y te veo en la vida real ... no me asustaré. Me suena tanto esta descripción tuya... Ha habido veces que he tenido que prometer que mi consorte NO MUERDE.
ResponderEliminarPater, jajaja esto me suena..
ResponderEliminarYo tengo cerca un ice-men...tampoco muerde.
Querido Pater, eres un poco exagerado, cierto que no eres extremadamente abierto y que tienes un porte algo serio, acrecentado por el traje, el maletín, la elegancia.... pero, de eso a dar miedo...
ResponderEliminarYo creo que lo confundes con el respeto que puedes imponer cuando alguien no te conoce. Pero en seguida sabes de que hablar, y tienes gracia en tocar temas que puedan interesar al interlocutor, sueltas chistes graciosos y tienes una fina ironía muy divertida, y además.... y de eso soy testigo cualificada, hablar, si que hablas!!
A. ¿O tendría que poner Mater?