lunes, 18 de octubre de 2010

Aceras

No sé si soy el único al que le pasa, pero lo cierto es que me tiene un poco cansado el tema. Resulta que cuando voy por una acera estrecha y me encuentro a alguien que viene por mi misma acera, pero en sentido contrario, siempre (pero siempre es siempre) soy yo el que se baja para dejarle pasar. Da lo mismo que la otra persona sea un hombre o una mujer, un niño, un joven o un adulto, una mujer con un cochecito, o con un carro de la compra ... el caso es que siempre me bajo yo para que la otra persona pueda seguir su camino.


Quiero aclarar que cuando la persona que viene en sentido opuesto al mío es de avanzada edad, o lleva un bebé en su cochecito, o el carro de la compra, etc., no me cuesta nada bajarme y cederle el paso. El problema es que siempre, sea cual sea el caso, soy yo el que acaba cediendo y bajándome de la acera.


Reconozco también que existe una situación que me molesta mucho y que es cuando lo que viene por la misma acera es una pareja (me da lo mismo la edad) cogida de la mano. No se sueltan ni de broma y, como ocupan toda la acera, esperan (y consiguen) que sea yo el que me baje.

Hace un tiempo comenté este tema con varias personas y muchas coincidían en decirme que existía una norma (no escrita) por la que tiene preferencia quien circula con la pared a su derecha, siendo la otra persona la que se bajará.

Tal y como me habían dicho, cuando he circulado con la pared a mi derecha, he probado aguantar hasta el último momento (haciéndome el distraído o no) para ver si el otro transeúnte bajaba de la acera (o del burro) y ¡nada, no hay manera! Ha habido gente que incluso ha llegado a pararse y mirarme con cara de sorpresa

Como decía al principio, no sé si soy el único al que esto le pasa, pero la sensación que tengo es esa.

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