sábado, 16 de octubre de 2010

Crisis

Aprovechando que hoy estoy de guardia para asistir en el Juzgado a detenidos por delitos de violencia doméstica y que parece que han decidido tomarse una tregua (hasta ahora no he recibido ninguna llamada del Juzgado solicitando mi presencia), escribiré sobre un tema sobre el que giran multitud de de editoriales, artículos, ensayos y demás escritos en la gran mayoría de la prensa mundial: la crisis económica.

Si partimos de la base de que esta crisis -al menos así lo creo yo- es fruto de la crisis de valores que tiene nuestra sociedad, durará lo que queramos que dure. O dicho de otra manera, sólo nosotros acabaremos con una crisis que sólo nosotros iniciamos.

Todos hemos oído hablar de las complejas operaciones financieras que a nivel mundial iniciaron esta crisis (muy recomendable leer a Leopoldo Abadía que, de forma muy clara y sencilla, explica la crisis a los que, como yo, somos unos negados para entender ciertos conceptos económicos), pero en el fondo se inició por la avaricia, la insolidaridad y el egoísmo de unos pocos (o muchos). Y eso arrastró a muchos.

Es curioso observar cómo esta crisis no afecta a todos por igual. Tengo comprobado cómo aquellos que hacíamos malabarismos para poder llegar a final de mes, seguimos con ellos añadiendo, eso sí, aquella frase de "más difícil todavía". Lo he comentado con algunas amistades y coinciden conmigo en esta apreciación. Sin embargo, de los que mejor vivían -y que siguen viviendo muy bien- he oído las mayores quejas y lamentos por la situación económica. Suelen dejar caer frases del estilo de "¡cómo está el patio!, cuando sales a cenar "te pegan unas clavadas" (ni se les pasa por la cabeza prescindir de estas salidas), "estas vacaciones nos hemos tenido que conformar con irnos a ..." (¡pobrecillos!), "nos gustaría comprarnos tal coche, pero no creo que podamos hacerlo hasta ..." (¡qué pena me dan)...

Cuando, a diario y en nuestra propia ciudad, veo a gente buscando comida en la basura, cuando asisto a ciertas personas en el Turno de Oficio, cuando me cuentan situaciones por las que pasan algunos conocidos, me acuerdo de los lamentos de estos "pobrecitos".

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