Ellas y ellos

  Que el cerebro de un hombre (el que lo tenga) funciona (si es que lo hace) de una manera muy diferente al de la mujer es una verdad de Pero Grullo. No obstante, y a pesar de ser por todo el mundo conocida, se dan multitud de situaciones en las que la reacción de ellas ante una situación determinada nos descoloca o, a la inversa, que la reacción de un varón las deja fuera de juego.

No sé quién me ha mandado meterme en este berenjenal, pero lo cierto es que ahora tocaría poner algunos ejemplos, ¿no?. Intentaré describir situaciones en las que ocurre lo anteriormente expuesto:

Él y ella van juntos al cine a ver una película. La película resulta ser un melodrama (como habéis podido comprobar se trata de una pareja con ciertas inquietudes intelectuales, capaces de catalogar las películas en algo más que "de risa" o "de miedo") y mientras ella llora a moco tendido, él se queda dormido. En determinadas escenas, ella le da la mano a él, que sigue cabeceando corners y, de vez en cuando, le susurra algo al oído, consiguiendo que no pueda dormirse definitivamente.

Hasta aquí no hay nada anormal. El problema es ese debate que se da entre ellos al salir del cine. Ella, con los ojos saltones y los pómulos rojos, sigue secándose las lágrimas y él bosteza sin parar intentando despertar de ese abotargamiento. En ese momento ella hace la fatal pregunta: ¿Qué? ¿Qué te ha parecido la película?. Después de un largo silencio, él contesta "Bien, ha estado bien". Y ahí se arma. Es lo que os decía, cada uno es como es y, a pesar de saberlo, nos empeñamos en cambiar al otro.

Situación inversa: Televisan en abierto un partido de fútbol ... pongamos que un Sevilla-R. Madrid (¡anda, como este sábado!). Él lleva todo el día nervioso por el partido de las 22 h. Ya desde bien temprano mira compulsivamente el reloj como si así el tiempo pasara más rápido. Ella se ha propuesto verlo con él y allí que se sienta. Empiezan los prolegómenos del partido (casi o más importantes que el partido en sí) y ella, desconociendo este dato, empieza a hacerle muchísimas preguntas demostrando un inusitado interés en la materia: ¿De qué color va el Sevilla?, ¿Y el Madrid?, pero ... si los dos van de blanco ¿cómo se diferenciarán? (pregunta inteligente para ella, absurda para él), ¿en qué campo juegan?, ¿juega Butragueño? ... Empieza el partido y ella aguanta unos minutos sin levantarse. Se va un rato y cuando vuelve pregunta ¿Cómo van?. Él responde "cero a cero" y ella, rápidamente, vuelve a preguntar ¿a favor de quién? ...

Entre pregunta y pregunta llegamos al descanso. En la reanudación, ella, crecida por el gran número de preguntas realizadas y todas ellas contestadas, se anima con la pregunta que nunca debía haber hecho: ¿Me explicas cómo va el fuera de juego?. Y ahí se lía.

Pueden parecer situaciones exageradas pero, con algún ligero matiz, suelen ser muy habituales.

Os paso ahora una viñeta con un chiste que lo refleja muy bien:

Hoy, en el rincón de las BSO, el tema "Le Festin", de otra película de dibujos animados: Ratatouille. La música es de Michael Giacchino. Buenísima.

                      

Nota: Este sábado no crea que pueda ver el partido. Tenemos el bautizo de una sobrina.