
Ayer os amenacé con dedicar una entrada a los deberes de verano y, aunque pensaba escribirla, no pensé que lo haría tan pronto. La culpa (siempre hay que buscar un culpable) es de Sunsi, que ayer me hizo un comentario "picándome" y aquí estoy yo para aceptar -gustosamente- el reto.
Vaya por delante que uno no había oído la expresión "deberes de verano" en su -larga o corta- vida. En mi época existía un curso escolar (como ahora, ¿no?) en el que se impartían una serie de materias, cada una de ella con sus lecciones. Existían también unos exámenes (evaluaciones y más adelante trimestrales y cuatrimestrales). Los exámenes no solo servían para molestarnos, sino que básicamente su función era evaluar (de ahí lo de evaluaciones) el conocimiento que sobre la materia impartida tenía el alumno. De esta forma, al acabar el curso y dependiendo de la nota obtenida en la asignatura, podías aprobarla o suspenderla. Si se suspendía (se dejaba en suspenso), se volvía a examinar en septiembre, es decir, pasadas las vacaciones pasado el verano. ¿Se va pillando? En resumen, los alumnos que no habían superado el examen a final de curso (normalmente en junio), tenían trabajo durante las vacaciones. Es muy sencillo, si no habían trabajado durante el curso, debían hacerlo en verano.
Era algo muy sencillo, todo el mundo lo entendía ... ¡incluso los que habían suspendido! Un alumno suspendido podía discrepar de la nota, considerar que el profesor había sido injusto con él (el consabido "me tiene manía", que es ya muy antiguo), pero nunca -y nunca, es nunca- cuestionaba el hecho de tener que "trabajar" en verano.
Ahora todo ha cambiado. Cuando un alumno acaba el curso, tiene deberes de verano sí o sí. Da lo mismo cómo le haya ido el curso, da lo mismo que haya aprobado con un cinco raspado, que haya sacado un Notable o, incluso, que tenga un Excelente ... ¡tendrá deberes de verano! ¿Es eso justo? Podría darse el siguiente caso:
Pepito (que ha suspendido tres asignaturas): Juanito, ¿quedamos mañana por la mañana para montar en bicicleta?
Juanito (que se ha sacado el curso con una media de Notable): No, no puedo hasta las 12. Antes tengo que hacer deberes de verano
Pasemos ahora, si os parece (¡qué tontería!, si no os parece, también pasaremos), a citar algunos puntos "delicados" de los deberes de verano:
- ¿Son deberes para los niños o para los padres? Si alguno piensa que lo digo porque tenemos 6 hijos, se equivoca. Evidentemente que ese hecho multiplica las consecuencias, pero el hecho de tener un solo hijo implica que establezcas un horario (que se cumplirá o no y que, siempre, conllevará discusiones y/o tensiones) para hacer los deberes de verano. Además, más de una vez toca repasar esos deberes y casi siempre solucionar -o intentarlo al menos- las dudas que surgen al hacerlos.
- Tampoco son una barbaridad, se trata de que el niño/a no pierda el hábito de trabajo adquirido durante el curso. Además de dudar sobre si realmente lo ha llegado a adquirir, siguiendo este argumento sería más fácil no hacer vacaciones y seguir con ese ritmo (y hábitos) del curso.
He llegado a ver "cuadernillos" de verano, que ya el hecho de mencionarlos así (cuadernillos) es un insulto, no solo a la lengua, sino a la inteligencia. Si eso es un cuadernillo, ¿cómo será un cuaderno?
- Pobre del que no los haga. Cuando nuestros primeros hijos empezaron a tener deberes de verano, yo pensaba que era, eso, una forma de tenerlos entretenidos y ocupados para esos ratos muertos del tedioso verano (¿tedioso? ¡Exijo el derecho de los niños a aburrirse!). Total, si no acababan el "cuadernillo", no pasaba nada ... ¡Já! Recuerdo a más de uno de nuestros hijos sufriendo cuando se estaba acabando el verano porque no había acabado el "cuadernillo". Después, cuando el segundo día de curso traía una nota del profesor en la agenda diciéndonos que el niño no había hecho to-do el "cuadernillo" entendí ese sufrimiento.
- El profesor ¿qué culpa tiene de todo esto? Imagino que, como la mayoría de nosotros, estará deseando descansar y no desear que llegue septiembre para "corregir" (supongo que solo mirará las hojas por encima intentando detectar alguna en blanco) unos cuantos "cuadernillos"
- Si un niño no ha hecho todo el "cuadernillo" queda ya marcado. Puede parecer una exageración, pero he vivido en carne propia alguna tutoría (la primera del curso, ya sabéis, esa que sirve como una primera toma de contacto con su tutor y que básicamente le sirve a él para que los padres del informen sobre el angelito que le ha tocado) en la que el profesor, tras sacar a colación el tema del pu... "cuadernillo", saca también conclusiones sobre la laboriosidad del alumno, la mayoría de las veces, precipitadas.
- No es gratis. Quizá no sea un punto primordial, pero el hecho de tener 6 hijos en edad escolar, hace que hablemos de cierto presupuesto.
Si cada día soy más contrario a los deberes durante el curso, imaginaos lo que pienso acerca de los deberes de verano. Aun así, y a riesgo de parecer un padre cabreado o excesivamente blando con los hijos, se me plantean diversas dudas: ¿No trabajan ya durante el curso como para merecerse unas vacaciones?, ¿no lo hacemos los mayores?. ¿Tanto se les atrofia el cerebro porque estén un tiempo sin hacer deberes?. ¿No pueden aplicarse esos conocimientos, supuestamente adquiridos durante el curso escolar, con ejercicios más prácticos? ¿Por qué ahora que las corrientes pedagógicas más progresistas y avanzadas utilizan conceptos como "interactuar" (que hasta el corrector me lo subraya) los deberes siguen siendo como los de toda la vida? Y la más importante, ¿es realmente positivo para el niño/a hacer estos deberes?
Aunque lo no lo parezca, me he comedido un poco.