Varios de vosotros me habéis escrito (vía comentario o a través de correo electrónico) dándome ideas como aquella que propuso ingenierocomehuevosdehormiga(hembra), ya sabéis, preguntas trascendentales que uno se hace a lo largo de su vida como "¿Por qué "todo junto" se escribe separado y por qué "separado" se escribe todo junto?" Pero esto lo dejaremos para otro día. ¿Por qué? Pues porque estaba cotilleando un poco las estadísticas de mi blog cuando me he encontrado con que he recibido alguna visita desde aquí y como no conocía este blog, me ha dado por leerlo y me he llevado la grata sorpresa de que se cita mi blog (vanidosillo que es uno). Nebetawy es -como ella dice- la que se encuentra detrás del teclado y escribe sobre mamás. Tiene allí una lista con los blogs de mamás que ella conoce y al lado otra lista con los -pocos- blogs de papás que conoce (es muy gracioso porque en esa lista de blogs de papás añade la coletilla "porque haberlos haylos") y es allí donde me cita. Muchas gracias, Nebetawy, me ha hecho mucha ilusión y ... tienes razón, no creo que haya muchos blogs de papás.
Eso me ha hecho pensar en que hace un tiempo que no dedico una entrada a la familia y hoy lo haré.
Los que tenemos hijos de varias edades y entre éstos hay algunos adolescentes, esta época del año es un poco más complicada de lo habitual. Me explico, es época de exámenes y toca ir detrás de ellos recordándoles ese pequeño detalle que hace (o debería hacer) que dedicaran "algo" más de tiempo al estudio. Para entendernos, es una lucha constante para que cojan un libro y se pongan a estudiar.
No quisiera parecer un abuelete cebolleta contando historias, pero recuerdo que cuando era más joven y llegaba el final de curso, uno se ponía a estudiar aunque fuera por vergüenza torera. Es que incluso estudiaba aquél que durante el curso no había dedicado ni un minuto a ese menester. En cambio ahora, observo a alguno de mis hijos y me entra y "no sé qué" que me saca de quicio. Ayer, sin ir más lejos, estaba en casa por la tarde y pude observar cómo P. no hacía nada y, de verdad que nada es nada. Fueron varios los intentos -en vano- para que se pusiera a estudiar y, como si fuera un niño pequeño, me contestaba con un "no tengo deberes" ¡¡¿Deberes?!!, pero si te estoy hablando de estudiar. "¿Qué quieres que estudie?" Yo, alucinando, le digo, "pues no sé hijo, cualquier asignatura ... ¿qué tal Mates que parece que no te fue muy bien en la última evaluación?" ... Su respuesta fue una cara de fastidio.
Al rato me lo encuentro delante de la tele y vuelvo a decirle que se ponga a estudiar. Vuelve a poner cara de fastidio y me pregunta "¿Qué examen?" No entendí (y sigo sin hacerlo) la respuesta, pero es que no me dio ni tiempo a preguntarle porque desapareció. Poco después me lo encontré holgazaneando en mi dormitorio, o sea, tirado en mi cama. Todo lo que tiene de largo, lo tiene de perro.
Quizá no tenga una muy buena memoria (o es selectiva), pero no recuerdo a mi madre persiguiéndome para que estudiara (¡y menos a final de curso!) ... aunque pensándolo bien, quizá lo hiciera con algún hermano mío. A ver si P. ha salido a éste ...