London Bridge desde el Puente del Milenio |
Decíamos que estábamos al final de nuestro segundo día en Londres y todo lo que habíamos visitado hasta entonces.
Nos levantamos (también temprano) el tercer día y, tras las duchas y el desayuno en el hotel, cogimos el coche de San Fernando (ya sabéis, un ratito a pie y otro andando) y nos dirigimos a Covent Garden. Allí, enfrente justo de la tienda de Apple, habíamos quedado para iniciar un tour turístico (a pie) al que nos habíamos apuntado vía internet. La gracia de este tour es que ... ¡era gratis! Se nos presentó Manel, un tipo de Ulldecona (de dijimos que nosotros éramos de Alcanar, el pueblo de al lado y se quedó alucinado) muy, pero que muy simpático y que conocía bien la historia. El tour incluyó Trafalgar Square, Saint James Palace, Buckingham Palace, el Palacio de Westminster, Downing Street, el Big Ben, que resulta que es el nombre de la campana de la torre, que se llama de Elizabeth.
A mitad de tour nos encontramos con la familia de un compañero de clase de P. Ya es casualidad, ¿no? Y más, si añadimos que ya en el aeropuerto de Barcelona vimos que la familia de un compañero de clase de S. cogía nuestro mismo avión (después volveríamos a coincidir en el vuelo de vuelta).
Ah, también nos enseñó el club donde Philleas Fogg hizo su famosa apuesta de que tardaría 80 días en dar la vuelta al mundo. Está en la calle Pall Mall, una de las más exclusivas de Londres, donde hay tiendas en las que puedes encargar la construcción de un yate o reservar un viaje al espacio. Al final, nos gustó tanto que hicimos un donativo. Os dejo su página web por si alguien tiene previsto viajar a Londres (u otra ciudad) próximamente y está interesado.
Después comimos en un Pub. Por cierto, en el tour descubrí que un Pub es un apócope de Public House y que, por tanto, al ser pública, te permite usar sus lavabos, sentarte en unas de sus mesas sin obligación de consumir y que te sirvan un vaso de agua (del grifo) totalmente gratis. Lo llegamos a saber antes ... Pedí el famoso Fish & chips y, perdonad mi inocencia, a pesar de conocer el significado de ambas palabras, pensaba que era otra cosa. No estaba mal, pero ...
Tras el descanso, nos dirigimos al Tate Modern con la única intención de subir a la 6ª planta (cafetería) y contemplar las vistas de la ciudad, lo que resultaba gratis en contraposición al London Eye. Lo mejor fue el comentario -acompañado de una cara de sorpresa- de S. al llegar allí y ver que no íbamos a merendar: "¿Hemos caminado todo esto solo para ver este paisaje?" ¿El Museo? Pues, no sé, te tiene que gustar el arte moderno para encontrarle sentido a cualquiera de las obras que allí se expone. No lo visitamos, pero camino de la cafetería pude ver alguna de esas obras y ...
Catedral de San Pablo desde la 6ª planta de la Tate Modern |
Era ya tarde, pero como muy cerca estaba la Catedral de San Pablo fuimos a visitarla. Lástima, cerraban a las 16:30 h Y allí empezó el drama. Se hizo de noche, estábamos agotados y lejos, muy lejos del hotel. Renunciando a nuestros principios, intentamos buscar un autobús que nos dejara lo más cerca posible del hotel. Imposible. Así que, con Mi. liderando el grupo y a base de engaños ("Queda muy poco", "En 25' llegamos al hotel" o comprando merienda) conseguimos llegar al hotel tras una caminata de más de una hora. Estábamos muertos. Habíamos recorrido 17,8 Km. El día había resultado espléndido (bastante frío, eso sí), no solo en lo climatológico.
El último día también nos levantamos temprano (nos acostábamos pronto y esa hora menos supongo que también influía) y nos fuimos an-dan-do a la National Gallery, con algún descanso en los parques que atravesamos. Al acabar, y tras otro fallido intento de coger un autobús (esta vez porque los billetes no los venden en el interior de los mismos, sino que hay que comprarlos en un sitio que no encontramos), regresamos andando al hotel. En total, hicimos 9,3 Km. Antes, comimos en un KFC. El chófer que nos llevaría al aeropuerto de Gatwick ya nos estaba esperando con un vehículo con capacidad para 9 personas. El trayecto fue más corto que en la ida, pero tampoco estuvo mal. Vamos, que el aeropuerto está muy lejos de Londres. Al llegar a Barcelona estaba nuestro querido y nunca bien ponderado amigo J que nos llevó a casa en su furgoneta.
De forma muy resumida podemos concluir que:
- Ha resultado un éxito eso de hacer un viaje en familia (con los riesgos que entraña hacerlo con una extensa familia, con las edades de los hijos muy dispares y con una sobriedad que ni en la Castilla más profunda). Han sido 4 días maravillosos y lo que ya nadie nos quitará son los recuerdos que guardamos.
- El clima nos ha acompañado en todo momento. Solo 3 días llovió un ratito, uno muy escaso, otro llegando al hotel y el tercero de poco más de un minuto y en forma de granizo que hizo las delicias de los niños.
- Londres no es caro, lo siguiente. Pero, hay que aprovechar que la mayoría de los museos son gratis, así como muchas otras actividades.
- La simpatía no es la característica predominante de los londinenses (dicen que no todos los ingleses son así) sobre todo a la hora de pasear por las calles. Les cuesta un mundo realizar un leve giro a su derecha o izquierda y esquivar así a otro peatón. Ojo, que si detectan que el obstáculo que se interpone en su recta trayectoria es "guiri", lo solucionan con un ligero golpe en el hombro acompañado de un leve empujón y un sorry. Yo lo entiendo, todo el día nublado y lloviendo te agría el carácter, ¿no?
- Eso sí es una ciudad cosmopolita. Y yo que creía que Barcelona lo era ... Hay razas para dar y vender y la normalidad es lo habitual (llegamos a ver policías con un tono de piel muy oscuro y con prendas propias de su religión perfectamente combinadas con su uniforme)
- También es una ciudad grande, pero grande grande. Nosotros, sin salir de la zona 1, hemos recorrido una cantidad de kilómetros inimaginable.