Este año, cuando ya creía que me había librado de acompañar niños a esa carrera, me comenta A. que JP y S. participan. También -para sorpresa de todos- se apuntó P., lo que no resultó ser un engorro, pues, a pesar de que era de los primeros en salir, se fue por su cuenta, quedó con unos amigos y desde allí se iba a un bar con unos cuantos a ver el Espanyol-Sevilla (1-3). Así que no tuvimos que madrugar, o eso creía yo Tanto la categoría de JP como la de S. eran de las últimas en salir.
Como uno ya se conoce el percal y sabe de las dotes atléticas de sus hijos (habrán salido a su madre), me pasé toda la semana anterior a la carrera animándoles con lemas como "Lo importante es participar" y chorradas por el estilo. Alguno pensará que debía haberles concedido el beneficio de la duda, pero, creedme, que uno ya es perro viejo. El principal problema es intentar convencerles de que a lo mejor no ganan. Ellos, con sus tiernos 8 y 6 años y una nula experiencia en carreras de este tipo (vamos, que no han corrido en su vida) creen (y cuando digo creen, así es) que pueden ganar. Es entonces cuando les oyes decirse uno a otro cosas como "Mi copa será más grande que la tuya" o "Seguro que no es tan chula como la de papá" (ya os conté una vez que fui campeón de ping pong). A medida que se acerca el día y observas que tu discurso no ha calado, intensificas la frecuencia de tus mensajes "Recordad que lo importante es participar" o "Lo importante es acabar".
Y llegó el día. Los niños se levantaron muy temprano y nerviosos, casi excitados. Durante el desayuno seguí insistiendo en mis lemas e intentando que comieran (los nervios les dificultaban incluso comer algo). Se cambiaron, les pegué el dorsal en su camiseta de deportes del colegio, se pusieron un chándal y salimos hacia allí. En el coche más de lo mismo. Llegamos al recinto en el que se celebraba el cross y tras sortear a miles de niñas, niños, padres, madres y abuelos y abuelas, alcanzamos el stand en el que, tras mostrar el dorsal, les entregaban el chip electrónico que atado a la zapatilla de deporte facilitaría después establecer la posición en la que quedarían.
Cuando ya estaban preparados y debíamos dejarlos junto con el resto de compañeros de clase, volví a insistirles en los lemas. Hasta entonces no me había dicho nada, pero al recordarle uno de esos famosos lemas, S. soltó la frase del día:
Yo: Recuerda, S. lo importante es acabar ...
S: ¡Y empezar, ¿no?!
(...)
Yo: Sí, claro, y empezar ...
El primero en correr era JP. Cuando dieron la salida me fui directo a la zona de meta para verlo llegar y hacerle una foto con el móvil. Desde que me bajé la última actualización de software, cada vez que lo enciendo, tengo que poner una contraseña, así que todo resulta un poco más complicado. Empiezo a ver que llegan los primeros niños y sin alterarme lo más mínimo empiezo a prepararme. Siguen llegando niños y enciendo el móvil, pongo la contraseña, clico en la aplicación cámara y espero a que pase por allí JP. Siguen llegando niños, cada vez menos, y menos y ... llegan ya los más gorditos y JP que no aparece. De repente ya no veo más niños y pienso que quizá se ha retirado (¡vaya!, eso de lo importante es acabar no le ha quedado muy claro, pienso yo) cuando, a lo lejos, veo un grupito de niños y detrás de ellos ... detrás de ellos está JP con la cara como una lombarda corriendo a su ritmo. Me dispongo a hacerle una foto y ... el móvil ya se ha apagado. Vuelvo a encenderlo, pongo la contraseña, busco la aplicación y ... JP ya ha llegado a la meta. Vale decir que después de él llegó el último grupito de niños. Entre ellos se disputaron el último puesto.
No pude quedarme a ver la carrera de S. porque tenía una importante reunión de hermanos en casa de mis padres, pero A. me envió una foto del niño corriendo. En ella sale mirando a la cámara y con una sonrisa de oreja a oreja. Es decir, competir, lo que se dice competir tampoco es lo suyo. También acabó.
La guinda llegó por la noche, durante la cena. Comentábamos la jornada cuando se nos ocurre preguntarle a P. que cómo es que le había dado por participar en ese cross después de tantos años. "Es que nos subían un punto en la asignatura de Educación Física a los que participábamos"