El verano acostumbra a traer buen tiempo y calor, días más largos y ... una pregunta que, año tras año, me hace mucha gente. La pregunta es "¿No tienes calor?"
Alguno dirá que es una pregunta que nos hacemos unos a otros durante esta época del año, pero puedo aseguraros que a mí me la formulan con mayor frecuencia que a cualquiera de mis lectores (o no lectores). El motivo no es otro que mi costumbre de llevar camisas de manga larga también en verano.
Para aquél que todavía esté con la boca abierta o -sin exteriorizarlo- pensando que soy un psicópata inestable, conviene puntualizar que acostumbro a ir a trabajar con traje (otras veces americana) y corbata (soy consciente que todavía existe alguno que, a pesar de leer la explicación seguirá boquiabierto, es más, me atrevo a asegurar que incluso alguno estará más sorprendido si cabe). Pues sí, soy de los que no lleva manga corta con corbata. Y no lo hago no sólo por un motivo meramente estético, sino que es una cuestión de principios. Por ejemplo, si fuera mormón, seguramente lo haría, pues parece que forma parte del uniforme junto con la chapa con su nombre en la solapa y ese librito en la mano o si fuera payaso, me pintaría la cara y llevaría aquella chaqueta de colores que si lavas con Micolor queda como el primer día.
En mi armario ya no existe ni una sola camisa de maga corta, ni siquiera de las llamadas de sport. Un día decidí deshacerme de ellas y actualmente la única manga corta que llevo es la de los polos (cuando vivía con mis padres, recuerdo a mi madre llamando a esta prenda, no sé por qué, "nicki". Es como si ahora la oyera diciendo "Niño, ponte el nicki azul").
Quizá sea una manía, no lo sé. También acostumbro a ponerme camisa blanca y corbata oscura (azul marino porque no tengo una negra) cuando tengo una vista en el Juzgado. Aquí sí que me gusta guardar esta -quizá rancia- costumbre, aunque a veces, a tenor de la pinta con la que aparece algún "compañero" (los abogados solemos tratarnos así y a mi -aun hoy- a veces me cuesta), Juez o Fiscal, llame poderosamente la atención por aquello de ir "demasiado arreglado". Es la misma situación que he vivido en más de una ocasión cuando al ser invitado a una Primera Comunión o un Bautizo, me pongo traje y corbata y camisa de gemelos y al llegar ... voy más arreglado que el padre de la criatura.