lunes, 28 de febrero de 2011

Prohibido

Tenemos un gobierno al que le gusta prohibir. Eso está claro, sólo hay que ver alguna de las "normas" que últimamente están promoviendo y te das cuenta de que les encanta.

En el fondo esta afición a prohibir está sustentada en aquella vieja aspiración  de controlarnos. El Estado -bajo el eufemismo de que cuida a sus ciudadanos- se dedica a decirnos lo que está bien y lo que está mal. Pero, claro, siempre desde su punto de vista.

En alguna ocasión, cuando discuto con alguien sobre este tema, siempre sale a relucir el franquismo. A mí, la verdad, ya me cansa. ¿Cuánto tiempo ha de pasar para dejarlo ya de una vez?. Yo no recuerdo esa época, tenía 7 años cuando murió Franco y de lo poco que recuerdo es que nos dieron fiesta en el colegio, así que poco puedo opinar al respecto.

Tengo la sensación de que el gobierno quiere unos ciudadanos sumisos, que no piensen por sí mismos. Me parece muy simplista el argumento -lo he llegado a pensar- de que lo hacen para asegurarse la permanencia en el poder durante muchos años. Me resisto a creerlo, pero, entonces ... ¿qué hay detrás de tanta prohibición? ... ¿miedo a la libertad quizá?.

Quieren que nuestras creencias queden en lo más íntimo de la persona, que circulemos a una determinada velocidad, que no comamos determinados alimentos, que no se fume, etc.

Hay quien sostiene que esto es una cortina de humo para tapar los problemas realmente importante que nos asedian: la crisis económica. Puede ser, pero si lees por encima el programa del partido que hoy ostenta el poder, podrás comprobar que ya se recogen algunas de las leyes que hoy se han configurado a base de prohibiciones.

Sé que el tema es mucho más denso y profundo y que debería ser tratado con más rigor, pero no tengo ni ganas ni tiempo. Mientras ellos se dedican a prohibirnos cosas yo intentaré seguir trabajando para intentar capear el temporal ... eso sí, mientras no lo prohíban.

viernes, 25 de febrero de 2011

Cena XXV Aniversario

Ayer, por fin, llegó el gran día. Por la noche nos reunimos en el colegio 59 alumnos de la Promoción que en el año 1986 concluimos nuestros estudios preuniversitarios tras finalizar el extinto COU (Curso de Orientación Universitaria).

Vino también algún profesor y las esposas -pocas- de algún compañero. La explicación es del todo lógica y ya lo aclaré en una anterior entrada. Se aburren.


El Colegio nos encomendó a unos cuantos alumnos de esa Promoción que fuéramos contactando con todos los miembros de la misma y, como he dicho, aún fallando algunos a última hora, conseguimos que asistieran 59 compañeros que, para el tiempo que hace que dejamos el Colegio, me parece todo un éxito.


Aunque la ocasión lo merecía sobradamente, al final resultó imposible celebrar una Misa para nosotros. Nos hacía mucha ilusión que la celebrara alguien muy ligado a la Promoción, pero un profesor nuestro en 3º y 5º de EGB, ahora sacerdote, vive en Granada y no pudo venir. También tenemos dos compañeros de Promoción que se ordenaron. Uno de ellos vive en Croacia y me envió un correo electrónico muy cariñoso disculpándose por no asistir. El otro, vive en Burgos y sus obligaciones tampoco le permitían en desplazamiento.


Cabe destacar que hubo uno que vino desde México, otro lo hizo desde Sevilla y otro desde Alicante. También es verdad que algunos no pudieron asistir por diferentes causas: compromisos laborales, familiares, etc. Hay uno, por ejemplo, que vive en China y, eso, como que le coge un poco a contramano.


Fue un momento de reencuentros (siento el topicazo, pero es así), de abrazos y apretones de manos. Como cada uno es como es y yo soy más de apretones de manos que de abrazos, creo que sólo di 3 abrazos y os puedo asegurar que eso ya es un exceso.


Encontré compañeros castigados por el paso de los años y otros en cambio que se conservan perfectamente. El menos reconocido fue un compañero que nos dejó al acabar 6º de EGB en el  año 1980, cosa del todo normal porque son ¡30 años! los que hacía que no le veíamos. Huelga decir que no está igual.


Recordamos multitud de anécdotas de nuestros años mozos. La mayoría de las frases empezaban con un "¿Te acuerdas cuando...?"


El tiempo pasó volando y llegó la hora de irse. Dirigiéndome hacia el coche me iba despidiendo de unos y de otros acompañado por P. Al final me quedé con él y con J. charlando un rato. Cuando P. se marchó me quedé a solas con J. Apagaron las luces del colegio y nos quedamos allí hablando y comentando cómo podríamos organizar los siguientes encuentros. Al final, nos subimos a nuestros respectivos coches y, al intentar salir del Colegio, comprobamos que habían cerrado la puerta. Llamé por teléfono a M., un compañero que ahora es profesor del Colegio quien, entre disculpas por habernos "encerrado", nos dijo que volvía a abrirnos. El pobre ya estaba llegando a casa y teniendo en cuenta que pasaba media hora de la medianoche, no creo que fuera lo más apetecible. Cuando llegó le agradecimos mucho el detalle (obligado, pero detalle al fin y al cabo), pero él insistió en disculparse por el olvido.


Me metí en la cama a eso de la 1:15 h con la satisfacción de haber pasado un rato agradable con gente que son algo más que recuerdos de mi infancia y primera juventud. Son una parte muy importante de este periodo y con los que viví muy buenos (quizá alguno malo) momentos.


Gracias a todos.

jueves, 24 de febrero de 2011

Por la calle

Esta mañana he tenido que ir a Barcelona a hacer una gestión (odio esta expresión, pero por una vez, es así). Aprovechando esto, avisé a mi amigo A. (ya le dediqué una entrada) y acordamos comer juntos. El caso es que la gestión no la he podido realizar, por lo que he acabado mucho antes de lo previsto.

Para matar el tiempo me he dado un paso por las calles del centro de Barcelona buscando unos pantalones de vestir para mí. Tampoco he triunfado en esa misión. No he encontrado nada. Bueno sí, en El Corte Inglés había algunos pero (sé-que-estoy-fuera-de-mercado) me parecían muy caros.

Al final me he sentado en un banco del Paseo de Gracia (para el que no lo sepa es la calle con los comercios más exclusivos de Barcelona, equiparable a Serrano en Madrid y Sierpes en Sevilla) a repasar una normativa que llevaba en la cartera sobre el mercado hipotecario y preparar así una cita que tengo mañana con la Secretaria Judicial de un Juzgado de mi ciudad. También me he dedicado a ver pasar a la gente. Sin que se trate de un estudio estadístico, os diré que he detectado a mucha gente que cojea. Parecerá una tontería, pero me ha sorprendido el elevado número de gente con esa discapacidad.

He podido contabilizar también a mucho extranjero. La mayoría de ellos eran turistas, otros  trabajadores en nuestro país y otros inmigrantes (ya me entendéis). Aprovechando que hacía buen tiempo, los turistas han mostrado sus blancas (transparentes diría yo) carnes sin ningún tipo de reparo. Han pasado de turistas a "guiris" en un plis plas.

Había también grupos de escolares (unos con uniforme y otros no) visitando los edificios más emblemáticos de Gaudí. Aquí podían detectarse claras diferencias entre los grupos de escolares atendiendo al régimen de su colegio: escuela pública, privada y concertada.

Cuando mi amigo A. me ha avisado que salía y se dirigía al lugar en el que habíamos quedado, me he adelantado, he llegado al restaurante, he ocupado la mesa y me he dedicado a esperarlo. Aunque las mujeres no se lo crean, nosotros también somos capaces de hacer  dos cosas a la vez. Así que, sentado en la mesa esperando a A., toqueteaba mi móvil y -lo más importante- escuchaba la conversación de la mesa de al lado (¡qué digo, he hecho tres cosas a la vez!, esperar, curiosear con el móvil y escuchar la vecina conversación). Allí, sentados, había dos hombres de mediana edad, uno mucho mejor conservado que otro. El más castigado por la vida llevaba la voz cantante. Es más, no paraba de hablar (y de escucharse). Hablaba de unos cursos que debía impartir sobre la seguridad informática y la gestión de esta seguridad. Había continuas referencias a los "numerosos" cursos que sobre ésta y otras materias ya ha dado. Al final, corroído por la curiosidad, no he podido aguantar más y -discretamente- he girado la cabeza hacia donde se encontraba nuestro hombre. Era un tipo con cara de garbanzo y  gafas. Para que os hagáis una idea, a ese tío le pones una boina en medio de un rebaño de ovejas y la gente haría comentarios sobre la cara de bruto que tiene ese pastor, que las cosas ya no son lo que eran, que ahora cualquiera puede ser pastor. Pues no, el tío no era pastor (con todo el respeto para los pastores), era un "experto" en seguridad informática. Ver para creer.

Al rato ha llegado A. y nos hemos puesto a hablar de nuestras cosas. Lo he pasado muy bien.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Oporto-Sevilla

Hoy el Sevilla FC se juega el último cartucho que le queda para permanecer en una competición europea. Tiene una cita (dentro de un rato, a las 18 h, hora española) dificilísima en Oporto. Juega contra el anfitrión, uno de los mejores equipos de Europa actualmente, con el resultado de la ida en contra (1-2). Es decir, el Sevilla debe marcar dos goles para seguir soñando.

Desde que la semana pasada jugaran en el Sánchez Pizjuán y el Sevilla cosechara un pésimo resultado e injusto con el juego desplegado por uno y otro equipo, no me he hecho ilusiones. Es más, daba por perdida la eliminatoria y así me evitaba más disgustos. Sin embargo, desde ayer, tengo otra vez dentro ese gusanillo propio de las grandes citas. Hay algo dentro de mí que me dice que podemos hacer la "machada" y dar la vuelta a la eliminatoria. Me da un poco de rabia porque el tortazo puede ser descomunal, pero en el fondo reconozco que me gusta. Eso es señal de que estamos ahí.

Faltan unos cuantos minutos para que empiece el partido y los nervios se apoderan de mí. Estaré en el despacho intentándolo seguir a través del ordenador y con la espada de Damocles encima porque hay una clienta que me ha "amenazado" con pasarse esta tarde por el despacho a traer unos documentos y otra que me pidió hora para hoy a las 19 h. Mira que hay momentos ...


(Son las 22:53 h y el partido hace unas horas que ha acabado. El Sevilla ha ganado 0-1, pero el resultado es insuficiente: el Sevilla está eliminado de la Europa League. ¡Qué le vamos a hacer!)

lunes, 21 de febrero de 2011

Calçotada y costellada

Ayer domingo celebramos con unos amigos la primera calçotada del año. Como nosotros no nos conformamos con cualquier cosa, aprovechamos para hacer también una costellada.

Para el que no esté muy puesto y de forma muy resumida os diré que la calçotada es originaria de Valls (Tarragona) y consiste en comer calçots (guau, qué lince), que es una especie de cebolletas. Normalmente se hacen con llamas (no a la brasa) y los puristas dicen que debe ser con llama de sarmientos. Se acompañan con una salsa, cuyo nombre no recuerdo y que es muy similar a la romesco.

La costellada en cambio viene a ser la barbacoa de toda la vida, sólo que por estas latitudes cambia de nombre. Ya sabéis, carne a la brasa, básicamente cordero y butifarra. Todo eso con su salsa allioli, que está muy buena y te recuerda constantemente que has estado en una costellada.

Si buscáis por internet (sólo hace falta poner en Google "calçots"), veréis que los comensales usan baberos (pitets) para engullir ese manjar. A mí me resulta un poco ordinario (extra-ordinario, diría), pero temo que alguien se ofenda. Será que soy muy señorito para ésta y otras cosas, así que suficientemente mal lo paso comiendo con los dedos como para encima ponerme un babero. No exagero, si lo probáis veréis cómo acaban vuestras manos.

Estuvimos en una casa que tienen mis padres en un pueblo de la comarca de La Selva, provincia de Girona. Desconozco el origen del nombre de la comarca, pero dudo que sea por su fauna y su flora. Vamos, allí no encontrarás gorilas ni pájaros exóticos.


La climatología no nos acompañó, pues llovía y salía el sol a intervalos, lo cual complica un poco el plan teniendo en cuenta que allí estábamos con 14,5 niños. Lo cierto es que lo pasamos muy bien y la compañía fue de lo más agradable.

sábado, 19 de febrero de 2011

¿Será verdad?

Llevo unas semanas preocupado con una designa del turno de oficio. El Colegio de Abogados de mi ciudad me designó para defender los intereses de una ciudadana un tanto especial. Cuando me llegó la notificación con sólo leer el nombre de mi patrocinada ya vi que no era un asunto cualquiera. El nombre era ininteligible (hace ya un tiempo me llegó otra de una ciudadana de Singapur y ese nombre sí que era impronunciable, había no sé cuántas consonantes seguidas) y el origen de ésta del todo desconocido.

A los pocos días me llamó por teléfono. Su timbre de voz era el de una persona de avanzada edad y su acento era irreconocible. Durante la (larga) conversación me dijo que era turca. Repetía las mismas ideas y su monólogo duró 43 minutos. Me dijo varias veces que ella no era tonta (tenía estudios de Medicina y hablaba cinco idiomas), así como que no estaba loca. Esta última afirmación me hizo sospechar. También me dijo que el incendio había sido un accidente y que no quiere volver a aquel centro en el que la internaron porque está sucio y lleno de ratas. Yo leía y releía el motivo de mi designación y allí decía escuetamente "querella allanamiento de morada". Disimuladamente intenté sonsacarle qué es lo que quería. Me dijo que quería denunciar al propietario de la vivienda en la que reside en régimen de alquiler porque había provocado un incendio para que ella abandonara el inmueble.

A los dos días me volvió a llamar preguntándome si ya había hecho alguna gestión. Conseguí que me facilitara el nombre de una abogada que le lleva algún asunto. La llamé y muy amablemente me dio algunos datos relevantes sobre esta señora. Al parecer tiene diagnosticado el síndrome de Diógenes que, como sabéis, es aquel mal que lleva a las personas que lo padecen a acumular grandes cantidades de desperdicios (en su caso es ropa y parece que hay vecinos que la han visto buscar ropa en los contenedores de basura).

Hablé también con la abogada de la Compañía Aseguradora de la finca en la que residía y no me dio buenas noticias. Ella, por la cuenta que le trae, tiene los mismos intereses que mi clienta, pero me explicó que los hechos acaecieron de forma muy diferente a como lo explica ella. Parece ser que se declaró un pequeño incendio en la casa y acudieron allí los bomberos y la Policía Municipal. Había muchísima ropa allí acumulada. Apagaron el conato de incendio y se llevaron a nuestra protagonista a un centro de internamiento. Después, descuidando las más elementales normas de prudencia, dieron por concluida su actuación y pasó lo que tenía que pasar: se reprodujo el fuego y se destrozó la vivienda y todo su contenido que, según mi clienta, eran ropas carísimas y alfombras tejidas a mano de incalculable valor. En la actualidad existen unas actuaciones judiciales encaminadas en intentar dilucidar las responsabilidades de los bomberos y Policía Local en el incendio y si existió o no negligencia por parte de éstos. Mi clienta, mientras tanto, sostiene que fue el propietario el que, aprovechando que bomberos y policías habían abandonado el escenario, provocó un incendio.

En la tercera y última conversación telefónica que mantuvimos le pedí que me facilitara el teléfono de su hijo (siempre habla maravillas de él, cosa que no concuerda con su situación de abandono), reaccionando con sorpresa y preguntándome que para qué lo quería. Raro, raro...

No tenemos pruebas -ni siquiera indicios- así que no sé por dónde empezar. Mis sospechas acerca del desequilibrio mental de mi clienta van en aumento, lo que me ha llevado a consultar el tema en la Comisión del Turno de Oficio de mi Colegio, aconsejándome que presente mi renuncia explicando el tema y alegando la insostenibilidad de la defensa.

Reconozco que me da mucha pena esta señora, pero me temo que optaré por seguir el consejo del Colegio de Abogados. Al mismo tiempo me pregunto si el abogado del Servicio de Orientación Jurídica que la atendió para ver si tenía derecho o no a la justicia gratuita no detectó lo que cualquiera (yo no he llegado a verla, la conozco sólo de tres conversaciones monólogos telefónicos) podía constatar.

viernes, 18 de febrero de 2011

16 Premios Zapping

A. y yo tuvimos anoche la ocasión de asistir a la Gala de la entrega de los Premios Zapping, organizada por Telespectadors Associats de Catalunya (TAC), asociación de la que formamos parte desde hace unos años y que ayer celebró la 16ª Edición de esta entrega de premios.

Brevemente os diré que esta asociación (somos unos 17.000 asociados) intenta incidir en la sociedad para que la televisión sea cada vez de mayor calidad y transmita una serie de valores. Si bien la asociación cumple 25 años de existencia, desde hace 16 organiza una entrega de premios que, poco a poco, ha ido alcanzando notoriedad y prestigio. Uno de los grandes alicientes de estos premios es que son los propios asociados (público televisivo en definitiva) los que, con sus votos, eligen a los premiados. Se premia la calidad sin tener en cuenta los índices de audiencia.

Acudimos acompañados de nuestros amigos D. y J. y Je. y M. También compartimos mesa con unos amigos de los primeros y con los que ya hemos coincidido en otras ocasiones. Ocupamos nuestra mesa y nos dispusimos a seguir la Gala mientras picábamos el aperitivo que allí se dispuso. Fue amena y a un buen ritmo, a lo que contribuyó la brevedad de los discursos de los galardonados. Las mesas, muy bien distribuidas, pues no tuve la sensación de estar relegado a una posición acorde con mi cargo (es decir, ninguno), ya que, a medida que iban nombrando a los galardonados y éstos se iban levantando para acceder al escenario a recoger su premio, comprobé que se encontraban en cualquier mesa (alguno de ellos en mesas colindantes). No estoy muy puesto en programas y personajes televisivos, pero entre los premiados figuraban Natalia Verbeke y Emilio Gutiérrez Caba, en el apartado de actriz y actor, Luján Argüelles, presentadora, Albert Om, por "El convidat" en el apartado de Entretenimiento, "Sandra, detective de cuentos" como serie de animación de producción propia, un anuncio de una cerveza (los hombres les dicen a las mujeres que son ellas las que les gustan) y el Telediario de fin de semana de la 1.

Al final de la Gala, la tradicional foto de familia en la que si tienes un poco de morro (sólo un poco), subes al escenario y te fotografías con todos aquellos. De verdad que pasarías desapercibido, pues entre los premiados también estaban gentes de las televisiones locales, productores y demás personas de este mundo a los que no los conocen ni en su casa.

Para amenizar la Gala actuó un grupo musical llamado "100 Elephants", grupo que por lo visto empieza a ser conocido en este mundillo (el de la música).

Nuestro amigo Je. (es un forofo de la meteorología) consiguió hablar y fotografiarse con Tomàs Molina, que vino acompañado de su mujer y es el presentador del espacio "El Temps" de TV3. Un pequeño inciso: es preciso señalar que Tomás Molina es de Badalona (como M., la mujer de Je.), así que M. también se acercó a saludarlo y  resultó que M. y la mujer de Tomàs Molina tienen cierto parentesco. No sé cuánto es preciso escalar en el árbol genealógico, pero hay un punto en el que tienen un familiar común. ¡Estos BTV!

A continuación de la Gala, se sirvió un ágape (ya tenía ganas de escribir esta frase), una especie de pica-pica en otras mesas situadas al fondo de la inmensa sala. Allí coincidimos al lado de alguno de estos personajes y pude comprobar cómo el equipo de deportes de TV3 (uno de los galardonados por sus programas Hat-trick Barça, Hat-trick Espanyol y Hat-trick Total) disfruta comiendo en estos sitios. Uno de los presentadores iba a la caza y captura de camareros para que les llevara bandejas.

No estoy muy acostumbrado a asistir a este tipo de acontecimientos (esta es la segunda ocasión en la que lo hacemos), así que no puedo compararlo con otros, pero tienen su gracia, la gente es muy natural y, eso sí, el glamour no abunda (lo cual se agradece)

Pero lo mejor estaba por llegar: Cuando decidimos irnos, bajamos al parking a recoger el coche y nos despedimos de D. y J. y sus acompañantes, Je. y M. subieron en nuestro coche y ... llegando a la garita de la salida observamos que D. había detenido su vehículo, se había bajado y hablaba con el que parecía el conductor de otro coche que estaba estacionado. Enseguida vimos que el otro conductor era Lorenzo Quinn, lo que, unido a nuestro afán de ayudar a nuestro amigo, hizo que todos bajáramos del coche y nos dirigiéramos allí. La conversación entre D. y L. Quinn era en inglés y castellano (ahí estaba el glamour que habíamos echado de menos). D. discutía con Lorenzo diciéndole que él no le había dado y Lorenzo decía que sí. Siendo absolutamente objetivo os diré que el coche de Lorenzo Q. no tenía ni un rasguño y donde decía que estaba el daño estaba repintado. Además, su coche sobresalía bastante del espacio reservado para la plaza de aparcamiento. Mientras rellenaban el parte de accidente para las Compañías Aseguradoras, todos opinábamos y decíamos la nuestra, por lo que la tensión subió un poquito. El momento estelar se produjo cuando Y., vecina de D. y J. y Juez de 1ª Instancia de profesión, bajó del coche de éstos y se puso a hacer fotos con su móvil al coche de L. Quinn mientras le decía a D. que no se preocupara que, en todo caso, eso era una concurrencia de culpas. Los acompañantes de Lorenzo Q y su teñidísima rubia mujer se pusieron nerviosos, mientras uno de ellos decía que estábamos dando una patética imagen.

A la vuelta, en el coche, nos reímos mucho recordando este incidente, aunque esta mañana, cuando el despertador ha sonado a las 6,30 h., me he acordado de Lorenzo Quinn y de "Zorba el griego".

Aquello también nos ha dado pie para que esta mañana nos cruzáramos unos cuantos mails muy divertidos.

jueves, 17 de febrero de 2011

Día desapacible

Hoy hace un día de perros: llueve y hace frío. A las 15,30 h estábamos a 7,5º C, nada del otro mundo, ya lo sé, pero con una sensación de frío que ...

A mí no me gusta el frío ... ni la lluvia. Y hoy, se han juntado las dos, así que podéis imaginar lo agradable que está resultando. Sé que es una nimiedad lo que estoy comentando, y más si lo comparamos con la inmensidad del universo o con la eternidad, pero bueno, es de lo que me apetece escribir hoy.

Odio la lluvia entre semana. Prefiero que llueva el fin de semana, pues soy de los que, cuando llueve, prefiero quedarme en casa y, claro, no presentarte a trabajar porque llueve no me parece de recibo. Así que, si me dan a elegir, que llueva el fin de semana. Habrá quien diga que no, que el buen tiempo para el fin de semana y así poder cumplir con los planes (de ocio normalmente) que se había propuesto. Y no digo que no tenga razón, pero, puestos a elegir, prefiero que lo haga el fin de semana. Puede influir -no lo descarto- la imagen que desde bien pequeño tengo de la confortabilidad. El confort siempre me lo he imaginado como uno de esos días como hoy en los que llueve y hace frío y yo estoy en el interior de una cabaña de montaña, acogedora, calentita, con la chimenea encendida, una taza de café entre las manos y mirando el paisaje a través de esos cristales mojados (por fuera, claro) en los que, de vez en cuando, van uniéndose varias gotas hasta conseguir fuerza suficiente para bajar rápidamente hasta la base del cristal. Esa imagen -no sé por qué- siempre es así y en ella no hay niños. Será quizá una forma de unir confort con tranquilidad o que no hay confort sin tranquilidad.

Cuando comento el tema con gente, siempre hay alguno que me dice que la lluvia es muy importante, que es buena para el campo (ya, pero yo vivo en la ciudad, que llueva allí y todos contentos), que limpia la atmósfera, que ... Que sí, que estoy de acuerdo, que sería peor una lluvia ácida, pero sigo diciendo que no me gusta. No dudo de sus beneficios. Es más, me encanta el paisaje, el olor y el cielo que hay después de la lluvia.

Esta tarde, además, tengo que acompañar a unos clientes al notario, así que, a la fuerza, tendré que salir del despacho.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Cambio de entrenador

Os comentaba hace ya un tiempo que teníamos un problema con el entrenador del equipo de fútbol en el que juega Q.

Su mal carácter había ocasionado una situación difícil de soportar. Gritaba a los niños, los castigaba por errores no provocados, llegando incluso a proferir algún insulto.

Varios de los padres habíamos comentado el tema y así se lo hicimos saber, tanto al Delegado del equipo, como a la Dirección del Club.

Finalmente, tras diversas gestiones y ante la imposibilidad de encontrar un entrenador idóneo y lo insoportable de la situación, se optó por despedir al entrenador y pedir a un padre que se hiciera cargo del equipo. Y así nos encontramos.

Mientras siguen las negociaciones para el fichaje del hijo de Sunsi ;-), ha habido un cambio radical en la actitud de los niños. Ahora están contentos durante el entrenamiento (no exagero, pero antes no había sonrisas) y se lo toman más en serio.

El fin de semana pasado, el equipo disputó el primer partido con entrenador nuevo en el banquillo. La famosa máxima del fútbol de "entrenador nuevo, victoria segura", no se cumplió. Los nuestros perdieron 4-3, pero lo hicieron contra los primeros clasificados, lo cual puede considerarse un éxito. Lo mejor, sin embargo, la recuperación de la alegría propia de estos niños de 8 y 9 años que parecía habían perdido.

Durante este proceso hemos perdido a un niño, a quien su padre, harto de la situación, lo dio de baja y lo inscribió en el equipo de fútbol de su pueblo. Ahora estamos intentando recuperarlo.

martes, 15 de febrero de 2011

San Valentín

Ayer, al levantarme, A. me dijo "felicidades". Como era muy temprano, yo estaba muy espeso y A. apenas tenía un hilo de voz, fui incapaz de deducir en un primer momento qué quería decir con ello. Después, al verla sonreír irónicamente, comprendí que bromeaba con la "celebración" propia del día.

Una vez olvidado este episodio, cuando me dirigía al despacho, me crucé por la calle (además de con el tipo de siempre) con un personaje curioso. Era joven y llevaba un ramo de flores que casi le tapaba la cara. Me fijé en su rostro y vi unas facciones duras, ceja (empezaba en un extremo y, sin solución de continuidad, seguía hasta el extremo opuesto de la cara) muy poblada y torva mirada. Sus (supuestas) aviesas intenciones resultaban dudosas por ser algo propio de su fuero interno. "Este tío va al cementerio a llevar flores a la tumba de su última víctima", es lo primero que pensé.

A media mañana tuve que salir del despacho a hacer una serie de gestiones (llevar unos planos al Ayuntamiento, preparar una escritura en la Notaría y presentar otra en el Registro de la Propiedad). Todo era normal, pero había algo que no percibí  a simple vista, pero que me indicaba que no, que no era un día cualquiera. En una panadería grandes corazones adornaban el escaparate y un rótulo anunciaba que tenían "pastel de enamorados". Es entonces cuando (por segunda vez) caí en la cuenta de que era San Valentín.

He querido buscar en Google quién era San Valentín, pero las únicas páginas que salían (es verdad, no he dedicado mucho tiempo) hablaban de la "costumbre" del día de los enamorados, con escasísimas referencias al santo en cuestión. También he encontrado un titular de El País que decía que ha aumentado en no sé qué tanto por ciento la venta de Viagra en un día como éste. Así que, nada, me quedo con las ganas de saber quién era San Valentín y qué habrá hecho el pobre para que la gente lo asocie a tan lamentable efeméride.

A mediodía, viendo las noticias, decían que un joven (desconozco la nacionalidad y casi lo prefiero, no sea que tenga que iniciar los trámites necesarios para la obtención de otra para diferenciarme de un compatriota) ha llenado el coche de su novia con 2.000 pot-it en los que había un mensaje de amor en cada uno de ellos. La noticia se acompañaba con imágenes del vehículo en cuestión y podéis imaginar el estado en el que se encontraba.

Finalmente, dando un rápido paseo por los blogs amigos, me encuentro con que en uno de ellos se hace referencia a esto. Lo mejor, cuando dice que ella no lo celebrará, pero que mañana (por hoy) tiene una romántica "velada" con su marido, explicando después que se trata del apagón que está previsto para hoy entre las 22,00 y las 22,05 h como protesta por el abusivo aumento de la tarifa eléctrica. Destacar también el comentario que hace otra persona y que califica al día de San Valentín como el día "del Orgullo Cursi"

lunes, 14 de febrero de 2011

Nada

¿Es normal que pasen días y no sepas de qué escribir?

En mi agenda, tengo apuntados unos cuantos temas para tratar en mi blog. Son apuntes que tomo cuando, de repente, te vienen a la cabeza (iba a decir que pasa cuando te visitan las musas, pero me ha parecido tan fuera de lugar, que no me he atrevido) algunos recuerdos, pensamientos ...

La he repasado y ... ¡nada!, sólo hay tonterías.

Otras veces, cuando tengo alguna idea, inmediatamente me la saco de la cabeza con el argumento de que no tiene el más mínimo interés, otras porque no me da la gana de contar cosas que no quiero que sepan determinados lectores, otras ... y así llegan días como hoy, que no sé de qué escribir.

Seguiré esperando



domingo, 13 de febrero de 2011

Mi Sevilla

Hace un rato que ha acabado el partido que el Sevilla ha jugado en Santander. Mi equipo ha perdido por tres goles a dos. Ha sido un partido muy raro. Se ha adelantado el Racing y con 1-0 en el marcador el Sevilla ha fallado un penalty. Poco después, el Sevilla ha encajado un gol en propia puerta. Del posible 1-1 se ha pasado al 2-0. Poco antes de acabar la primera parte el Sevilla ha marcado su primer gol y el Racing se ha quedado con in jugador menos por la expulsión de Christian, que ha hecho una fea y dura entrada sobre Dabo.

La segunda parte ha sido enteramente del Sevilla, que, aprovechando su superioridad numérica no ha dejado respirar al rival. Ha tenido múltiples ocasiones, pero el balón no entraba. En un remate de cabeza, Negredo ha enviado la pelota al poste. Por fin, a pocos minutos del final, ha conseguido empatar merced a un penalty transformado por Luis Fabiano.

A pesar del empate el Sevilla ha seguido atacando buscando la victoria. Cuando se llevaban 2 minutos de prolongación se ha producido la jugada clave del partido. El Sevilla ha perdido un balón en ataque y el Racing ha salido rápidamente a la contra. Palop (portero del Sevilla) ha salido muchísimo de su área de forma incomprensible y un delantero del Racing, viendo la idiotez del portero sevillista, se la ha tirado por encima y lentamente ha entrado en la portería. 3-2 y final del partido.

Se me ha quedado cara de tonto. He dicho de todo contra Palop y ahora, en caliente, pienso que no pasa nada, que ser del Sevilla sigue siendo lo mejor del mundo.

jueves, 10 de febrero de 2011

Publicidad

El otro día fui a una relojería para cambiarme la correa del reloj y ajustar el cierre del reloj de A.

Era una relojería pequeña y sencilla. Cuando el dueño se fue a otra habitación en la que tiene el taller, me quedé solo en la tienda y estuve mirando los relojes que tenía en diversos expositores y colgados de la pared. Veía sin mirar esos relojes y algo en mi interior me decía que había algo extraño en todo eso. Al final me fijé más y pude comprobar que todos los relojes (los de muñeca, los de pared, los despertadores ...) marcaban las diez y diez.

Cuando volvió el relojero le pregunté que por qué todos los relojes marcaban esa hora. Me esperaba una respuesta del estilo "es la marca de la casa" o "es un capricho mío" o, apurando, "es que conocí a la que hoy es mi mujer un 10 de octubre". Sin embargo, la respuesta fue "así se ve bien la marca. Fíjese que toda publicidad de un reloj tendrá las agujas dispuestas de esa manera", mientras me enseñaba un catálogo. Enseguida añadió "y no es lo mismo a las cuatro menos veinte, porque la posición de las agujas al marcar esa hora, denota tristeza"

Me quedé alucinado. Estamos sometidos a la publicidad. Reconozco que siempre me ha gustado el mundo de la publicidad, admiro a los creativos, pero no entiendo mucho del tema, no soy ni aficionado. Sin embargo, al oír la respuesta de este sencillo relojero, me pregunto hasta qué punto influyen en nosotros los publicistas. Imagino que son conocedores de que tienen un arma poderosísima en sus manos y que muchas de nuestras decisiones, aparentemente sin sentido, obedecen a estímulos que ellos han conseguido crearnos. Parece ser que el subconsciente influye mucho a la hora de decidirte sobre un determinado producto.

No quiero parecer paranoico, pero como en la mayoría de las cosas, algo que en sí no es ni bueno ni malo, haciendo un mal uso del mismo, se puede causar mucho daño.

martes, 8 de febrero de 2011

Dalsy

No quisiera convertir mi blog en un espacio donde se hace publicidad desinteresadamente, pero me parece un acto de justicia escribir sobre las bondades de un producto que cualquier padre de familia conoce, aprecia y valora: el Dalsy.

Sé que el diseño no es atractivo y que el nombre comercial no es acertado (así, de entrada, lo primero que te viene a la cabeza es un personaje de Disney o el nombre de una niña o adolescente de cualquier país sudamericano), pero sus resultados son espectaculares.

Aquellos que por el motivo que sea no conocen el Dalsy, lo primero que se preguntarán es ¿qué es eso? La respuesta la encontramos en el prospecto del referido producto:

DALSY 20 mg/ml suspensión oral pertenece a un grupo de medicamentos llamados antiinflamatorios no esteroideos (AINE).
DALSY 20 mg/ml suspensión oral está indicado para el tratamiento de la fiebre, el dolor leve a moderado y la artritis reumatoide juvenil.
Los lectores más avezados (me consta que los hay) estarán pensando que hablo de un medicamento (serán avezados, pero no tanto porque no han mirado la foto). Pues sí, es un medicamento cuyo principio activo es el ibuprofeno que, como todos sabéis, es un intiinflamatorio no esteroideo.
Cuando yo era niño el Dalsy no existía. No tuve una infancia especialmente dura, pero no teníamos esta ayuda ante una enfermedad común. Fue llegar el primero de nuestros retoños cuando apareció por primera vez en casa. Es uno más de la familia y lleva con nosotros, de forma ininterrumpida, la friolera de 14 años.
¿Merece una entrada este invento? ¡No, merece un reconocimiento público y que una ciudad importante le dedique una plaza! Cuando un hijo nuestro se ha puesto enfermo con síntomas como fiebre o cualquier otro, se le administra Dalsy y ... ¡mano de santo!, la fiebre desaparece. ¿Que el niño tiene dolor de cabeza? y así con cualquier otro síntoma. Cualquiera puede pensar que exagero, que es lógico que actúe así porque estamos hablando de ibuprofeno, pero hay que probarlo para entenderlo. Hay que situarse. ¿Cuántos de nosotros no hemos pasado una mala noche (sobre todo A., que tiene un oído) por los llantos de un niño? Le das su dosis y ... ¡milagro! Es lo más parecido a aquellos elixires que los charlatanes anunciaban en los pueblos y que tan bien han retratado numerosos westerns. 
Sólo un pero: sus efectos secundarios. En algún hijo nuestro, ese medicamento actúa anulando los síntomas de enfermedad, pero reactiva al niño, vamos, que se pone como una moto. Pasa de 0 a 100 en poquísimo espacio de tiempo. El que hace un momento estaba alicaído se vuelve hiperactivo.
Más de una vez he tenido que contar a los niños porque uno (el que estaba enfermo y le ha sido administrado Dalsy) se movía tanto, que parecían dos.

lunes, 7 de febrero de 2011

El Salón Verde

Hace unos días escribía acerca de mis recuerdos sobre la irrupción de la informática en mi vida y, como es lógico, unos recuerdos, llevan a otros.

En esa entrada comenté que yo no solía frecuentar los Salones Recreativos y eso es cierto salvo un periodo muy concreto de mi vida. Coincidió con mis primeros años universitarios y se centraron en un local muy cutre sito en una cercana población a la UAB, donde yo cursé mis estudios de Derecho. Para el que todavía no lo haya adivinado, se trata de Cerdanyola del Vallès (pronunciado Sardañola del Vallés).

El local se llamaba "Salón Verde". Estoy convencido de que ese nombre no sólo no tenía ninguna historia, sino que ni siquiera existiría un motivo para llamarse así. Podría haberse llamado tranquilamente "Salón Rojo", "Salón Azul" o ... qué sé yo ... ¡"Salón Gómez"! No recuerdo muy bien cómo fuimos a parar allí, pero seguramente tuvo mucho que ver un amigo que tenía por aquella época y que se llamaba D. Éste era muy amigo de J., que a su vez era muy amigo mío. A J. le gustaba el ping-pong. Bueno, en realidad, le gusta casi todo lo que sea jugar, ya que, además de un buen amigo, es muy competitivo. Somos amigos desde hace muchos años, aún hoy nos vemos a menudo y, un día a la semana, quedamos para jugar a padel (es uno de los que dediqué la entrada que sobre padel escribí hace ya un tiempo).

Como quien no quiere la cosa, empezamos a ir a ese local a jugar a ping-pong. El dueño era el típico hombre de antes. No sé cómo describirlo. Bajo, pelo canoso, fumador (y con voz ronca) y cascarrabias con un peculiar sentido del humor. Era el típico amigo de los jóvenes, pero en cuanto éstos dejaban de serlo (jóvenes) ya no se acordaban de él (ni él de ellos).

Y el local era de lo más sencillo que os podáis imaginar: billar, futbolines y ... ¡dos mesas de ping-pong! Unas patas de hierro, y dos láminas de madera (conglomerado para ser más exactos) pintadas y repintadas de verde (¿a ver si estas mesas daban nombre al local?). Allí pasamos varias tardes de fin de semana y algunos ratos después de clase.

Una de las mejores anécdotas que me han ocurrido (o al menos una con la que más nos hemos reído) tuvo como escenario ese Salón o, más concretamente, la entrada de ese Salón. No recuerdo muy bien qué día de la semana era, pero lo cierto es que era un día laborable por la mañana. Me dirigí allí con otro amigo mío dispuesto a jugar a ping-pong, cuando, al llegar, comprobamos que la puerta estaba cerrada. Nos pareció muy raro e insistimos empujando la puerta y golpeándola a modo de llamada. Nada, no apareció nadie. Al poco tiempo, una señora mayor que barría la acera se acercó y nos dijo:

"No hay nadie esta mañana"

Su repuesta nos pareció, no sólo que no aportaba nada nuevo, sino que quizá podía darnos un poco más de información si acertábamos con la pregunta.

"Ahhh, ¿no?", dijimos nosotros esperando una explicación por parte de la señora.

"No, no hay nadie esta mañana"

La primera reacción fue mirarnos, incrédulos, como para cerciorarnos de que los dos habíamos oído lo mismo. La única diferencia entre la primera y la segunda respuesta fue una leve (levísima) pausa entre "no hay nadie" y "esta mañana"

"Gracias, señora, ya vemos que no hay nadie, pero ¿sabe usted si más tarde abrirán?"

"No, ya le he dicho que no hay nadie esta mañana"

Esta vez, la pausa entre la primera y la segunda frase fue más pronunciada.

Al ver nuestra cara de extrañeza, la señora insistió:

"No hay nadie ... (pausa) ... esta mañana"

Volvimos a mirarnos, pero nuestro gesto era ya de preocupación. ¿Nos estará vacilando la vieja o qué?, pensábamos

Como vio que no la entendíamos (cualquiera lo hacía), se apiadó de nosotros y nos dijo:

"No hay nadie ... (pausa prolongada) ... esta mañana" y mientras decía "esta mañana" movía la mano con movimientos circulares hacia adelante, como si de una carrera de obstáculos se tratara y la mano fuera el atleta. Es entonces cuando caímos y exclamamos

"Ahhhhhh, no hay nadie hasta mañana"

A la señora se le iluminó la cara. Por fin esos cretinos habían sido capaces de entenderla. No sé si por nuestro aspecto pudo deducir que éramos estudiantes universitarios, pero si lo hizo, estoy seguro que para sus adentros debió pensar "¡Qué futuro nos espera con una juventud así!"

sábado, 5 de febrero de 2011

Horteras

Me contaba ayer la secretaria del despacho que el fin de semana pasado estuvo con su marido en un Hotel de Lloret de Mar atraídos por una oferta irresistible. Al parecer, por 54 euros, pudieron disfrutar de una estancia en ese Hotel de 3 estrellas que incluía, además del alojamiento, el desayuno, la comida y la cena.

Por lo visto el marido es aficionado al póker (cada vez estoy conociendo a más gente que juega) y allí se celebró un campeonato de esa especialidad.

Llegaron el sábado a eso de las 14 horas, justo para comer. Ya en el hall del Hotel -según me cuenta- detectó cierto ambiente que no se correspondía con lo esperado (aunque si piensas un poco, sí con la oferta). Mientras esperaba a que su marido acabara los trámites de registro (iba a decir check-in, pero aquí, como que no pega), vio pasar a su lado a un matrimonio de avanzada edad. Ella cojeaba y se agarraba al brazo de su marido. Parece que discutían y, de golpe, la mujer le espetó con un "¡¡Paco, ni una tontería más o nos vamos!!". No cayó esa breva, se quedaron.

Después de comer, salieron a un espacio en el que se encontraba la piscina y unas hamacas para fumarse un cigarro. Ella estaba con los ojos cerrados, disfrutando de los escasos rayos de sol que se asomaron ese fin de semana, cuando, de repente, un grito turbó el silencio. Era un hombre de unos treinta y pocos años que, con un pantalón tejano caído (enseñaba más de medio culo), se acercaba hacia un parterre en el que se encontraba su hijo de apenas 3 años evacuando (bueno, ella no usó esta palabra) mientras le decía "Izan, te hemoh disho mileh de vese, que la caca lases en er vate" y lo levantó con eso a medias. Claro, un niño que se llama Izan puede hacer eso y más cosas.

Me contó también que acudieron allí varias familias, en el sentido más amplio de la palabra, esto es cuñados incluidos. Niños, más bien pocos, pero los que había allí eran como Chuky, el muñeco diabólico. Después de la comida había baile, por lo que podéis imaginar cómo acudieron al comedor la mayoría de las mujeres allí presentes; con sus mejores galas. Abundaban los estampados de leopardo, los escotes bañera, los tacones imposibles (no por altos, sino por aguantar esos cuerpos) y todo ello sin reparar en maquillaje. Se pintaron todo lo que una mujer se puede (y no se puede) pintar.

Desde la habitación escuchó las típica bromas de esta gente: llamadas a la puerta de las habitaciones de sus familiares al grito de "servicio de habitaciones" y estruendosas carcajadas. "Cuñaoooo, qué cachondo eres", era una habitual respuesta ante tal ocurrencia.

Cuando me contó estas cosas, le dije que quizá era un poco sospechosa esa oferta y ese lugar, a lo que me dio la razón, en un principio, porque después me dijo que yo era un clasista. Bueno, quizá sea así, pero, por lo menos, no creo que nunca me encuentre ante tal tesitura.

jueves, 3 de febrero de 2011

Invadidos por la informática

A raíz de mi experiencia en la compra de un disco-duro-con-reproductor-multimedia, me dediqué a pensar cuándo y cómo entró la informática en mi vida. Y, la verdad, soy incapaz de contestar ambas preguntas. Lo que sí tengo son recuerdos varios de mi experiencia en el asunto.

Como cuestión previa, cabe señalar dos cosas. La primera de ellas es que no soy un experto (ni siquiera aficionado) del tema (estaría en aquel gigantesco grupo que formamos los que tenemos un conocimiento "a nivel usuario") y, la segunda, que observando a cualquiera de  los niños de hoy en día (lo veo con mis hijos) hay una desigualdad abismal entre las dos generaciones.

Soy incapaz de recordar cuándo fue la primera vez que oí el término "informática", pero mis recuerdos se sitúan en una asignatura optativa de mi etapa escolar. Evidentemente, yo no opté por ella. Tuve mis dudas, pero éstas se disiparon rápidamente cuando averigué que no se trataba de probar juegos, sino de "programar" (¡guau!, programar, pensé)

Recuerdo también cuando en casa entró un "ordenador". Era un Sinclair ZX Spectrum y el (único) uso que hacíamos del mismo era para jugar. Todavía recuerdo el sonido que hacía cuando, una vez conectado al televisor, lo encendías. Aquello era el "no-va-más", podías jugar a aquellos juegos que antes sólo veías en los Salones Recreativos que, dicho sea de paso, no frecuentaba.

Pasó el tiempo, nos hicimos mayores y ya en mi época universitaria, mi padre compró un Macintosh, de Apple. Era el ordenador de casa (ahora es algo habitual, pero en aquella época sonaba muy bien). Lo usé en alguno de mis trabajos y para archivar documentos. Allí empecé a conocer a ese selecto grupo de fanáticos ("frikis" se llaman ahora) de Apple. La mayoría de ellos preferiría morir a tener que usar un dispositivo de cualquier otro fabricante.

Ya en mi primer trabajo profesional tenía mi propio PC, vamos que no viví la época de redactar demandas en una máquina de escribir con papel de copia. Una suerte, la verdad.

A partir de ahí, la velocidad con la que la informática en general pasó a ser parte de nuestras vidas es impresionante. Yo mismo me sorprendo (de mi mismo) cuando en una conversación cualquiera utilizo términos como "software", "icono", "dispositivo", "usb", "web", "e-mail", "blog", "periodismo digital", "arroba", "facebook", "mouse", "Intro" y un largo etcétera. Haced la prueba, he puesto esta lista de palabras a medida que iban brotando, sin ningún orden preestablecido. Veréis que ahora forman parte de nuestro vocabulario habitual.

A veces pienso que aquellas películas de ciencia-ficción que veíamos de niños y que -yo al menos- pensaba que eran una exageración fruto de la imaginación sin límite del director, se harán realidad y, no sé, tendremos un robot que nos ayude a ... lo que queráis.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Roma ... ¿Roma? (y fin)

Decía ayer que tanto A. como yo creemos que debemos ir a Roma, pero otra cosa es que podamos hacerlo.

Como os dije, desde el día que saltó la noticia, A. y yo nos pusimos a buscar por internet billetes de avión para Roma. Estábamos haciendo cálculos en una de las páginas web que ofrecen vuelos baratos, cuando se me ocurrió pulsar la tecla "Intro" después de haber introducido un 2 en el apartado de "Adultos" en contestación a la pregunta "número de pasajeros". En ese momento A. me dijo "¿Qué haces, y los niños qué?". ¿Cómo?, ¿los niños también?. "Oh, ¡claro!" fue su respuesta.

Evidentemente, los precios se dispararon y decidimos aparcar la búsqueda para seguir más adelante. En este tipo de situaciones, me parece que el "más adelante" equivale a "nunca" porque ahora es imposible encontrar vuelos para esos días. Es fácil imaginar que las Agencias de Viaje han hecho acopio de reservas para después ofrecerlas a sus clientes en un pack muy atractivo a un precio ya no tan atractivo.

Mi anterior sospecha se confirmó cuando A. me envió ayer un correo electrónico en el que una Agencia de Viajes ofrece la posibilidad de ir a Roma en barco, con salida desde Barcelona y arribada a Civitavecchia. El precio por persona es de 524 € (sí, sí, sólo hay multiplicarlo por 8) por lo que esta opción está destinada a descartarse. Pero si sorprendente es el precio, más aún es la duración del trayecto Barcelona-Roma: ¡¡¡24 horas!!! Si el precio fuera escandalosamente bajo, me haría sospechar que se va en galeras (muy propio de romanos, por otra parte), aunque lo descarto porque estoy convencido que también llegarían antes. Es más, le he llegado a proponer a A. que ella vaya con los niños, mientras que yo -como si de una apuesta se tratara, ya sabéis, el típico juego que haces con los niños de "yo voy por las escaleras y vosotros en el ascensor, a ver quién llega antes", pero cambiando el ascensor por un barco y las escaleras por el Mediterráneo- iré a nado. Estoy seguro que llegaría antes.

Otra opción sería coger la furgoneta y ... ¡carretera y manta! Manta, no sé, pero carretera tendremos mucha. El precio resultaría más asequible, pero las horas que dedicas al trayecto hace que dudemos de su viabilidad. 


A eso hay que añadir un alojamiento. De momento estoy intentando tirar de contactos a ver si hay alguna posibilidad buena-bonita-barata.

Mientras tanto sigo intentando convencer a A. de que una buena opción sería ir solos o acompañados de los 3 mayores.


La cosa -para qué negarlo- está complicada, aunque alguna por ahí dice que si A. se lo propone, iremos. Estoy seguro de ello

martes, 1 de febrero de 2011

Roma ... ¿Roma? (I)

En cuanto nos enteramos de que el día 1 de mayo se celebrará en Roma la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II., A. y yo hemos empezado a movernos para intentar asistir. Entre otras cosas, le debemos que nos encontrara nuestra casa. Me explico: 

En el año 2005, cuando nos enteramos que esperábamos a nuestro quinto hijo, A. decidió (las mujeres son así y hay que dar gracias a Dios por ello) que era el momento de cambiar de piso, que ya no cabíamos. Hay que aclarar que -como ahora- no teníamos ni un duro, así que no le hice mucho caso. Como las mujeres siempre van muy por delante nuestro (cuando nosotros vamos, ellas vuelven), A. ya se había preocupado de pedirle a Dios que fuera una niña, pues en caso contrario, no cabríamos en casa (no es que nuestros niños sean muy gordos, sino que por reparto de habitaciones no sabíamos qué hacer). Cuando la ecografía nos confirmó que era un niño, A., lejos de enfadarse con su interlocutor, le dijo "Si no es una niña, tú sabrás por qué lo haces, pero ya nos puedes estar buscando una nueva casa, porque aquí no cabemos " (no es textual, pero más o menos fue así). Después de hablar con el Jefe, me comunicó que cambiábamos de piso. "Ahh, ¿ya tienes uno?", le dije tartamudeando y con el miedo en el cuerpo. "No, pero ya verás", y me contó esa "conversación".

Se pasó unos meses buscando un piso, pero los precios no se amoldaban a nuestro presupuesto. En el mes de abril, sin embargo, encontró uno que le gustó. Estaba en la misma calle en la que vivíamos, era grande y no especialmente caro. Al decirme que no tenía parking ni ascensor (era un primero), le dije que se lo quitara de la cabeza. Al cabo de un tiempo insistió y me animó a ir a verlo. Lo vimos a toda velocidad (íbamos con los niños) un domingo por la mañana. Me gustó y a los pocos días llamé a A. desde el trabajo para que lo reservara, que yo iría con el hermano de un amigo mío (A., al que dediqué una entrada hace unos días) que es arquitecto.

Cuando A. llamó, la propietaria le dijo que ya lo había vendido, bueno que lo tenía apalabrado. A. se desanimó mucho y yo intenté, junto con mi amigo A., convencer a esta Sra. No hubo manera. Llegué incluso a llamarla a escondidas de A. haciéndole saber que A. estaba muy ilusionada y que era ideal para nosotros. Nada, no conseguí arrancarle ni un "ya veremos", decía que su palabra valía mucho y que ya se la había dado al futuro comprador, cosa que le honra.

Es entonces cuando A. me dijo: Hace unos días que ha muerto Juan Pablo II y le he pedido que interceda por nosotros para que esa casa sea nuestra. Pasó el tiempo y llegamos a perder la esperanza.

A finales de abril, la propietaria de la casa llamó a A. y le dijo que si todavía estábamos interesados, la casa era nuestra. Le explicó que el potencial comprador le daba largas y que el día 27 de abril, día de la Virgen de Montserrat (así lo contaba ella), se despertó de golpe y, sin saber por qué, decidió que la casa tenía que ser para una familia con niños, en definitiva, para nosotros.

A. me llamó enseguida al trabajo para comunicarme este increíble final y empezamos a movernos para llevarlo a buen fin. Conseguimos vender (y muy bien) nuestro anterior piso y en septiembre nos trasladamos. Es más, en cuanto acabamos el traslado (estábamos colocando las últimas cajas), A. notó sus primeros síntomas de parto y corriendo hacia el Hospital. Nació JP que, sin que sirva de precedente, alguno podrá imaginarse qué nombre se corresponde con esas iniciales.

Por eso y muchas más cosas, creemos que debemos ir.

Continuará ...