Ya que seguimos con los cumpleaños, hoy toca el de A. Creo que ya ha alcanzado esa edad en la que a las mujeres no les hace gracia que se sepa, pero si sois un poco espabilados, buscando por este blog, encontraréis alguna entrada que os facilitará adivinar su edad. Sí, ya sé, que la mayoría ni se molestará en buscarlo porque -para qué nos vamos a engañar- no es tan importante conocer su edad, pero lo pongo para aquellos que su curiosidad es de clase mundial.
Ayer por la tarde nos fuimos ella y yo en busca de sus regalos (hasta ahora siempre me había espabilado yo solito) porque si tenemos en cuenta su avanzado estado de gestación y que su deseo era ropa, la cosa era algo más que complicada, rozaba la proeza acertar, no solo con la talla, sino con el modelo. Al final, no resultó tan complicado porque la moda parece que se presenta algo más ancha y no paré de ver jerseys amplios, ponchos (o similares) y blusas muy largas. Perfecto. Volviendo a casa, paramos en una panadería-pastelería y compramos dos cajas de pastas variadas que servirían para el desayuno de hoy para que A. llevara unas cuantas a sus compañeras de trabajo. Al final compramos 3 kilos ... es lo que tiene ser tantos en casa.
Esta mañana nos hemos levantado (casi)todos a la misma hora y hemos "celebrado" su cumple. Le he entregado los regalos (su ropa y un perfume) y los niños la han cubierto de besos y sobre todo abrazos cuando han visto el desayuno que tenían hoy.
Nuestra hija Ma. se lo ha currado y se ha ido a una floristería, le ha comprado un ramo de flores, se ha cogido el tren y se ha presentado en el colegio donde trabaja A. y le ha regalado el ramo. Aquí tenéis un documento gráfico de la efeméride
Después, se han presentado en su despacho todos los niños y niñas de una clase de P-algo para felicitarla. Estaba emocionadísima.
Mientras tanto, va acercándose la fecha del nacimiento de la niña y ya no sé qué hay que hacer para buscarle un hueco. A. tiene muchas amigas que le están dejando cosas (pensad por un momento que lo que teníamos de bebé ya lo habíamos colocado), por lo que os podéis imaginar cómo está la casa de bolsas con ropa y otros accesorios de bebé. Como eso de cambiarse de casa y buscar una más grande va a ser que no, empecé a pensar en un plan B: Incentivar que los niños se vayan de casa. Hace poco pensé que había encontrado la solución para que S. se fuera de casa, pero fracasé. Este año S. hace la Primera Comunión y, entre otras cosas, el colegio organiza con las familias de los niños una especie de romería a un Santuario de la Virgen para hacer el ofrecimiento de los niños a la Virgen. Se me dibujó una sonrisa en la cara y para allá que nos fuimos. La ceremonia muy bonita y yo cada vez más nervioso porque se acercaba el momento culmen. Cuando por fin llegó, los padres acompañábamos a nuestros hijos al altar y cuando ya bajaba las escaleras unos toquecitos en la parte posterior del hombro hicieron que me detuviera y girara la cabeza. Un señor, me advertía de que "me había dejado el niño". "¿Cómo que dejado?, ¿no era esto un ofrecimiento de los niños?. Pues, hala, ahí lo ofrezco" No coló. Nos volvimos con el niño "ofrecido" pero esto no queda así, todavía me quedan dos meses para encontrar alguna solución a la falta de espacio.