miércoles, 25 de febrero de 2015

Llamamiento a los SEO, RRSS, Marketing on line, etc

Leo perfiles de gente que es 'CEO, Marketing on line: Social Media & Analítica Web, SEO, SEM, RRSS' y me pregunto que a qué se dedicarán


El otro día, tras leer el perfil de una persona en Twitter, se me ocurrió tuitear (piular en catalán) lo que figura aquí. Evidentemente, era un mensaje irónico que, queda claro, no supe plasmar en el mismo. Y me di cuenta de que no lo supe hacer porque no fue retuiteado por nadie (casi nunca me acostumbran a retuitear y mi récord es de algo más de 20 retuits) y, sobre todo, porque los pocos que hicieron alusión a ese tuit lo fueron en los siguientes términos:

- Una chica me contestó facilitándome una página web que ofrece cursos de estas materias.

- Un tipo serbio, con empresa con sede en Belgrado y que es SEO, se dedica al marketing y a estrategias en internet, marcó mi tuit como favorito. Es evidente que no pilló la intención última de mi trino.

- Un perfil dedicado a posicionamiento en buscadores y marketing online se ha hecho seguidor mío (no pondré su nombre porque solo faltaría que le hiciera publicidad).

Superada la decepción de la poca habilidad demostrada con la ironía en las redes sociales (o entre el colectivo dedicado a esos menesteres), y mientras leía un diario online, me ha pasado algo que me pasa a menudo y que me tiene hasta ... muy harto. Imagino que es una situación que también habréis vivido vosotros y que hace que odie la tecnología porque en lugar de facilitar la vida, la complica.

La situación es la siguiente: Estás leyendo un diario online (de la temática que queráis) y clicas sobre una noticia que tienes interés en leer con mayor profundidad y no solo quedarte con el titular. Entonces, de golpe, aparece un anuncio que te ocupa toda la pantalla y en el que eres incapaz de encontrar esa "X" que te permita eliminarlo. Otras veces, la variante es que la "X" no existe y hay un texto que dice "Ver el contenido" y que te hace dudar acerca de qué contenido es, si el de la noticia que querías (ya no tienes ni ganas de leerla) o el del anuncio de maquinillas de afeitar.

Sin embargo (y al menos a mí me parece increíble), estas situaciones se dan en muchos otros escenarios. Por ejemplo, con ciertas aplicaciones del teléfono móvil. Tengo una de la LFP (Liga de Fútbol Profesional), que al ser oficial me parecía algo seria, que informa sobre los resultados de los diferentes partidos de fútbol de determinadas competiciones. Cuando clicas sobre un partido concreto, al volver luego a la página principal (por la que siempre debes pasar) y cuando menos te lo esperas, la pantalla vuelve a llenarse de un anuncio de una aplicación cualquiera ... no sé, aparece Celia Villalobos invitándote a jugar con ella al Candy Crush, pero lo peor está por llegar. La "X" que -en teoría- te permitiría eliminar ese anuncio es mínima, con lo que se hace dificilísimo acertar en ella cuando intentas clicar. Otras veces, es una "X" juguetona y cuando a punto estás de clicar sobre ella, se escabulle con un rápido movimiento, haciendo, no solo que no puedas cerrar el anuncio, sino que "aceptes" el p... Candy Crush

Existen multitud de situaciones similares (y peores) en estos mundos cibernéticos, pero aprovechando la gran tirada de este blog (sin posicionamientos en los buscadores ni cosas por el estilo) hago un llamamiento a todos esos que dicen dedicarse al maravilloso mundo de las RRSS, SEO, marketing on line, Social Media (por favor, leedlo con súper-mega acento, Sousial Midia) que dejen ya de tocarnos la moral y trabajen bien, coj..., que no cuesta tanto, jod...

lunes, 16 de febrero de 2015

Lo "políticamente correcto"

Estaba yo la semana pasada hablando con un conocido cuando en un momento de la conversación, refiriéndose a una persona aquejada de una cojera, dijo "persona con movilidad reducida" Y lo dijo así, sin que en su cara apareciera el más mínimo gesto que me hiciera pensar que estaba utilizando la ironía.

Esa ocurrencia de este conocido (iba a poner "me dio pie", pero me ha parecido poco acertada la expresión después de haber hecho referencia a un cojo) me hizo pensar en la gestación de una entrada dedicada a lo que actualmente se conoce como lo "políticamente correcto" y que hace que en la mayoría de las ocasiones metamos la pata (¡vaya!, otra vez, de verdad que no hay intencionalidad alguna).

El lenguaje "políticamente correcto" acostumbra a ponerme de los nervios, lo que no quita que aplauda la eliminación de determinadas expresiones "de toda la vida" por el sentido que entrañaban. Por ejemplo, recuerdo chistes que nos contábamos (nunca explicábamos como suelen decir por estos lares) cuando éramos niños (o jóvenes) y que ahora sería incapaz de contar a mis hijos ... y no estoy aludiendo a la intensidad del color verde, sino a su finalidad. Ya os acordaréis, eran aquellos chistes de negros, mariquitas, etc. Pero de ahí a la tiranía de lo "políticamente correcto" hay un trecho. Me hace especial gracia el giro experimentado con "negro", referido a una descripción de la piel. No entraré yo a juzgar si eso es racista o no (supongo que ellos se refieren a nosotros como "blancos" y, al menos a mí, no me molesta), pero lo que tiene delito es que ahora debamos referirnos a ellos como "subsaharianos" o "afroamericanos", cosa que, por cierto, no es del todo exacto, pues ahí estaríamos aludiendo a aquéllos originarios de estas latitudes. Vamos que si queremos contar una anécdota que nos ha ocurrido en China con un negro, no sé cómo habría que citarlo, el "afroamericano residente en Haití, pero temporalmente en China" me ha dicho que ...

Insisto, entiendo que se hayan eliminado de nuestro lenguaje esas expresiones que pudieran contener una connotación racista o despectiva como "trabajar como un negro", aunque dudo mucho que la intención última de los que las utilizan sea precisamente ésa. Pero con esto pasa como con casi todo, que está el que se pasa de frenada y pide que se eliminen frases como "engañar como a un chino" (estoy convencido que -y más en los últimos tiempos- circula una frase por China que dice "engañar como a un español", refiriéndose  a cualquiera de nosotros cuando sale de un comercio regentado por sus ciudadanos tras haber adquirido cualquiera de los productos que allí nos ofrecen) o la palabra "moro" o "gitano". 

Y hablando de los que se pasan de frenada, tenemos el orgullo de contar con una compatriota jugando en la Champions League de lo "políticamente correcto" y además con serias opciones de ganar. Ésa no es otra que la inefable Bibiana Aído, que en su día fue ministra del Gobierno ZP y acuñó aquella expresión de tanto éxito como "miembra", en alusión al femenino de "miembro".

En definitiva, que no hace falta exagerar con algunas cosas y buscar siempre tres pies al gato  ...Espero que ninguna asociación gatuna me denuncie por utilizar esta frase.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Tengo un ex-seguidor

Vaya por delante que a todos (todos) mis seguidores les tengo un cariño especial y -por qué no decirlo- los admiro. Me da igual si leen o no las entradas, si hacen o no comentarios (bueno, si nadie comentara sí me daría igual), pero los admiro por el mero hecho de seguir este blog.

Dicho lo anterior, eso no quita que me haya llevado una sorpresa al comprobar que he perdido un/a seguidor/a ... Pero, Pater, ¿llevas un control de tus seguidores? No, no llevo ningún control, lo que pasa es que cuando no son muchos, es fácil adivinar que alguno se ha largado. Como suelo ser un tipo que, en sentido figurado, le da muchas vueltas a la cabeza (sí, ya sé que eso se llama "ser complicado"), ese hecho, nimio en apariencia, he hecho que piense y analice mi comportamiento en los últimos tiempos a ver si así encuentro una explicación, cosa absurda porque, aun en el caso de encontrarla (la explicación, no la seguidora) tampoco solucionaré el tema.

Lo primero que pensé es que Carmen J se había ido enfadada conmigo. No tiene motivos para ello, pero quizá mis últimos mensajes en Twitter metiéndome con su equipo tras la debacle ante los colchoneros, precipitara los acontecimientos. Además, como al día siguiente el Sevilla jugó uno de los peores partidos que le recuerdo y cayó en Getafe, me acordé de mis comentarios del día anterior y esperaba el chaparrón en forma de comentarios. Gracias a Dios no se dieron.

Tras comprobar que sigue como seguidora de mi blog, empecé a darle vueltas al tema de si mi prolongada ausencia en este último mes tendría algo que ver. Puede ser. Lo cierto es que el ritmo con el que empecé con el que llevo ahora, nada tiene que ver. Explicaciones hay muchas y la principal es que creo que ya os he contado todo lo que tenía que contar.

Podría tratarse de un error. No un error de Blogger, que ése nunca se equivoca, solo se estropea cuando acabas de publicar la entrada más larga del blog o has contestado a un comentario en una entrada. Un error del seguidor (ahora ex-seguidor). Quizá, sin darse cuenta, apretó un botón y se ha dado de baja.

Quien sabe si existe una confabulación judeo-masónica contra mí. No me parece muy creíble.

Bueno, voy a descomplicarme y dejar de pensar en el tema. Simplemente, quisiera de dedicar unas palabras de agradecimiento a mi ex-seguidor por haberme dado pie a escribir una entrada. Muchas gracias.

viernes, 6 de febrero de 2015

La barba es un experimento ... o no

Todo empezó durante las vacaciones de Navidad. Se juntó la pereza de unos días con la súplica de alguno de mis hijos. Cuando llevaba unos días sin afeitarme (sí, lo sé, es una ordinariez), me preguntaron si me estaba dejando barba y me entró el gusanillo. ¿Y si me la dejo? 

Lo cierto es que nunca he llevado barba y no sé qué tal resultaría. Me frenaba el hecho de impedir al resto de mortales la visión de una barbilla grecorromana fuera de lo normal o que pudieran contemplar mi cara en todo su esplendor, pero como uno ha venido a este mundo a servir a los demás, decidí permitir a la naturaleza seguir su proceso habitual cuando uno deja de afeitarse.

Al principio, cuando pensaba que no iba en serio y que simplemente se trataba de un periodo anormal de pereza puntual, a A. le hacía cierta gracia (insisto, pensando que esa aventura tendría un final más o menos próximo). Lo que ella desconocía es que lo que empezó medio en serio, medio en broma, iba a marcar una época.

Acabaron las vacaciones y empezó la vida normal (con aquel ex-cliente en su máximo apogeo) y la barba era ya una realidad. Sobrepasó la esfera familiar y debía enfrentarme a las miradas (y examen) de amistades y otros. Así empecé a experimentar esas dobles miradas, como cuando pasa alguien muy gordo con el que no basta mirar una vez y oír frases como "Anda, no te había conocido" o esa variante -más educada- de "Anda, no te había conocido ... te queda bien" (dependiendo del emisor este "te queda bien" se dice con la boca más o menos pequeña).

Las reacciones de los amigos han sido de lo más variado. Desde el "¿Ahora eres hipster?o "¡Otro!, ¿qué, a la moda?al "¿Te pasa algo?", pasando por el clásico "¿Te has dejado barba?" (a un amigo nunca le contestarás con una impertinencia ante una pregunta sobre lo evidente). Como ya sabéis, un amigo (casi) nunca te dirá si te queda bien o no.

En todo este proceso cabe destacar la intervención de un hermano mío que al verme me preguntó "¿Vas a dejarte barba guarra?" A pesar de desconocer ese término, era fácil adivinar lo que quería decirme. "Deberías empezar a afeitarte el cuello y por debajo de las mejillas", añadió.

Mientras tanto, nuestro hijo Q. se ha convertido en mi más ferviente defensor y halagador oficial. No pasa ni un día sin que me diga "Papá, te queda muy bien la barba". Es tan majo. También tuvo su peso la intervención de S., hija de D. y J., que al verme me dijo "Estás muy guapo con barba" Atención a la frase, que leyéndola de corrido no permite que alancemos toda su dimensión. No me dijo "Te queda bien", sino que dijo "ESTÁS MUY GUAPO con barba" y ya sabéis lo que dicen, los niños y los borrachos dicen siempre la verdad. Con ese subidón, opté por seguir adelante con ella.

Otro apartado merece la reacción de A. Ya os he dicho que al principio estaba expectante, pero como sus silencios sobre el tema me hicieron sospechar, no tuve más remedio que pedirle opinión. "¿Te gusta mi barba?" De su boca no salió ni una palabra. Como probablemente la pregunta no estaba bien formulada, opté por añadir un aparentemente pequeño matiz a la pregunta y me lancé con un "¿Te gusto con barba?" Observé con detenimiento su rostro intentando descubrir algún gesto que pudiera darme una pista y sólo pude intuir un amago de mohín. Al final, tras varias horas de interrogatorio y alguna que otra técnica de tortura, averigüé que lo que se dice gustarle, gustarle, no le gustaba. Como el tiempo todo lo cura, he seguido adelante.

No sé lo que durará. Hace poco me he enterado que hay una máquinas para recortarlas y arreglarlas (y evitar así la barba-guarra) y cuando he visto los precios me replanteo si todo esto tiene sentido o no.

Ah, allá va una foto de mi barba para que os podáis mofar a gusto, sobre todo de esas canas que me hacen más viejo si cabe. Espero, ansioso, el comentario de un experto en la materia como tomae




lunes, 2 de febrero de 2015

Justificando mi ausencia

Me vais a perdonar -eso espero- por tener este blog tan abandonado (veo la fecha de la última entrada y se me cae la cara de vergüenza). Pero por manida que suene la frase, esta vez es cierto: he tenido (de hecho aún lo tengo, pero lo afronto de otra manera) un problema que me ha hecho estar al margen, no solo del blog, sino casi del mundo real.

Os contaba aquí cómo el Turno de Oficio me había asignado a un peculiar cliente que estaba convencido ser el padre de una criatura nacida tras una relación con una ciudadana sudamericana. Reconozco que lo contaba con cierto humor y que casi todos/as vosotros/as me advertíais de los peligros que ello podía suponer y que tuviera cuidado con ese cliente. Pues bien, ¡qué razón teníais! Ha sido (y es) un calvario lo que estoy viviendo con este tipo.

El resultado de la prueba fue negativo, vamos que existen un 99,97% de posibilidades de que no sea el padre. Ante un resultado como éste y si fuera un cliente normal, se desiste del procedimiento pidiéndole al la juez que no le imponga las costas del juicio, atendida la falta de temeridad y mala fe. Y así le aconsejé. Lejos de convencerle, le enfadé más. No acepta el resultado (dice que la prueba no está bien hecha y que han entrado en su casa y le han cambiado los resultados) y toda su obsesión pasa por conseguir la expulsión del país de la demandada (según él se encuentra aquí en situación ilegal) y que le asignen a él la paternidad. De nada ha servido que le explique que a mí me han designado única y exclusivamente para defenderle en un asunto de filiación y que pida otro abogado o que denuncie los hechos delictivos que, según él, se están cometiendo (falsificación de pasaportes y otra documentación a gran escala). Dice que están implicadas muchas personas (la Juez, la Secretaria judicial, la Fiscal, el abogado contrario ... y yo mismo)

Su trato hacia mí se fue deteriorando para pasar de los malos modos (un día en el que estábamos solos en el despacho empezó a gritar y golpear la mesa mientras rompía los papeles que le había entregado) a las amenazas. Hablé con una persona especialista en mafias (hasta aquí puedo leer) y me dijo que no era un mafioso, pero que eso no quitaba que pudiera ser peligroso. Hablé con un amigo Mosso d'Esquadra (policía autonómica) y me aconsejó denunciar (no me atreví, ni tenía pruebas, pues todas las amenazas eran verbales). El Colegio de Abogados no aceptó mi solicitud de renuncia.

Presenté un escrito en el Juzgado pidiendo que se señalara día y hora del juicio, para, siguiendo sus instrucciones, impugnar la prueba. Cuando le expliqué que si la Juez atendía a nuestras pretensiones (muy improbable) suspendería el juicio y mandaría practicar otra vez la prueba y volver a señalar otro día, se puso como un energúmeno diciéndome que pobre de mí si se suspendía. En ese momento me di cuenta de que estaba atrapado. Las amenazas siguieron con frases tipo "Vigila tu espalda".

Hablé con el Colegio de Abogados, les expliqué todo y les dije que me sentía desamparado. No quisiera alargarme, así que resumiendo os diré que renuncié directamente ante el Juzgado, impliqué al Colegio de Abogados en todo este asunto (el cliente llamó al Colegio y amenazó a diestro y siniestro, lo que -perdonad mi egoísmo- hizo que me sintiera más comprendido) y, sobre todo, me liberé explicándoselo a algunos amigos. Parecerá una tontería, pero el hecho de contarlo supuso como una liberación (en Psicología debe tener un nombre, seguro) y me hizo afrontar el problema de otra manera. No sé si ha desaparecido (no lo creo), pero, de verdad, lo llevo mucho mejor.

El juicio se suspendió (iba a ser hoy) y desde la semana pasada no he vuelto a tener noticias de este cliente. Sigo estando alerta.