viernes, 14 de enero de 2011

Ese silencio

Estoy en el tren camino de Barcelona. Tengo una reunión en un Bufete de abogados para preparar la audiencia previa señalada para el lunes en un Juzgado de lo Mercantil. Es un tema complejo (aportamos informes de auditoría para probar nuestras pretensiones y ya sabéis cómo se las gastan los auditores: son muy majos, pero cuesta un poco entenderlos).

Ya han bajado los niños que van al colegio, pero el tren sigue lleno de gente. Ya se sabe, lo que antes dábamos en llamar "hora punta" se ha convertido en "horaS puntaS". La mayoría de la gente hojea la prensa gratuita que a la puerta de la estación reparten unas chicas, otros manipulan sus dispositivos electrónicos (yo entre ellos para escribir esta entrada), otros escuchan música y, finalmente, alguno duerme. Sea el motivo que sea, lo cierto es que no se oye ni una voz. No sé si esto es bueno o no, pero yo -aunque soy tímido por naturaleza- lo encuentro muy raro. Echo de menos esas conversaciones propias de estos trayectos.

No quisiera generalizar, pero está claro que cada vez nos parecemos todos más. Recuerdo cuando estuve en Eindhoven (fui a ver aquella primera Final de la Uefa que ganó el Sevilla el 10 de mayo de 2006) donde cogimos un tren al día siguiente para desplazarnos a Amsterdam. El tren estaba abarrotado, pero nadie hablaba y eso me llamó poderosamente la atención. Ese silencio sólo se rompió por mis ronquidos, según se apresuró a comentarme el amigo que me acompañó mientras me daba codazos para despertarme.

Un momento: hay una señora hablando con el que parece su marido. Como sólo se le oye a ella (él se limita a asentir con la cabeza o a mascullar monosílabos, de ahí que sospeche que es el marido) tengo la sensación de estar inmiscuyéndome ( buf, vaya palabra) en su intimidad. Seguiré echando de menos aquellas conversaciones. ¡Mi estación! Os dejo

5 comentarios:

  1. A ese silencio acaba una acostumbrándose. Casi todos los días hago ida y vuelta en tren. Con un horario variado, y salvo cuando coincido con grupos de escolares o universitarios, siempre está el silencio, cada uno con la banda sonora de nuestra vida en los auriculares.¿Sabes cuando fuí consciente del silencio? hace unos meses y por contraste, en metro por Madrid. Era un bullicioso griterío. Imagino, que también acabará "europeizándose".

    ResponderEliminar
  2. Hola, Paterfamilias. ¿Escribes tus posts desde un aparato pórtatil? Para mí, que soy analfabeto en estos equipos, eso es un lujo.

    Reflejas bien la extrañeza por el silencio del tren, cosa inhabitual entre nosotros, tan aficionados a chillar. Pero yo creo que el silencio es mil veces mejor que los gritos: vas en el autobús, pensando en tus cosas, gozando del paisaje de Madrid, y de repente sube una mari pegando gritos por el móvil, destrozando el momento, distrayéndote.

    ResponderEliminar
  3. Creo que tu comentario sobre el silencio va por los derroteros del aislamiento y el individualismo. Es un silencio incómodo. Tanto que casi no te atreves a preguntarle a alguien desconocido la hora o cómo se rompió la pierna si ves a alguien con muletas. Estrangula la espontaneidad y el contacto humano. No me gusta...

    ResponderEliminar
  4. Creo que a medida que van pasando los años tenemos una mayor tendencia a pensar aquello de "cualquier tiempo pasado fue mejor". Sin embargo, el silencio en el tren desde mi punto de vista, es una muestra de educación. Que gusto leer, pensar o mirar el paisaje sin las conversaciones a gritos de antaño.

    ResponderEliminar
  5. Qué envidia que hagas las entradas mientras te transportas! Mis trayectos son cortos, con lo que he de buscar otros huecos para hacerlo, je, je...
    Lo del silencio, curioso... sabes que en Japón está prohibido hablar por el móvil en el metro? Y yo aquí que me trago las conversaciones varias de mis acompañantes de autobús!
    Un saludo,

    ResponderEliminar

Recuerda que es un blog para todos los públicos. Si vas a dejar tu comentario, procura que no sea ofensivo ni de mal gusto, así como que sea respetuoso con las opiniones de los demás. Muchas gracias