viernes, 22 de julio de 2011

Cuando me casé (I)

Dentro de pocos días -concretamente el día 31 de julio- A. y yo cumpliremos 16 años de matrimonio y he preferido adelantar la entrada que tenía previsto publicar ese día porque no sé si será posible hacerlo.

De pequeño siempre había pensado que el día de tu boda es un día muy especial y, sí lo es, pero como muchas otras cosas, te das cuenta que lo tenías idealizado. Vivía yo en casa de mis padres y me levanté como cualquier otro día. No había un desayuno especial preparado, de hecho, no había desayuno preparado. Como no era plan vestirse de chaqué (la boda no era hasta las 6 de la tarde), me puse unos tejanos (vaqueros) y un polo. Si no recuerdo mal, tenía hora por la mañana en la peluquería (A. se empeñó en que ese día debía ir muy bien peinado), así que cogí el coche y me fui para allá. Al volver a casa, mi padre me dijo que había llegado un telegrama (¡qué tiempos!) y que como yo no estaba, no habían podido entregarlo, pidiéndome entonces que fuera a Correos a recogerlo. Iba yo por la calle pensando que era ese día tan especial, el día de mi boda, cuando me encontré con una persona conocida (no recuerdo bien si era la madre de algún conocido o qué) que me preguntó, por pura cortesía qué tal estaba. Cuando le dije que me casaba esa misma tarde soltó una exclamación. Esa tontería me hizo ver que era mi día y yo me dirigía a ... ¡a Correos a buscar un telegrama! Lo que os decía, se me vino abajo el mito del día de tu boda.

A la hora de comer, mi madre para no liarse cocinando propuso que saliéramos a comer fuera. Bueno, pensé yo, por lo atípico de la situación esto empieza ya a parecerse a ese día tan especial. Y fuimos a ... ¡a comer un bocadillo a un bar! Otra vez por los suelos. El del bar, que nos conocía, al vernos entrar a toda la familia nos preguntó que qué pasaba y, claro, les faltó tiempo para contestarle que me casaba esa misma tarde. Felicitaciones y miradas de los clientes del bar mientras yo aguantaba estoicamente esa situación.

Se fue acercando la hora del enlace y me tocó vestirme con el chaqué que 29 años antes había usado mi padre para casarse. Necesitó algún arreglillo, pero poca cosa.

Como vivíamos al lado de la iglesia en la que nos casamos fuimos andando. Otro mito desarmado: ni siquiera llegué en un coche al templo.

Llegué antes que la novia (como mandan los cánones) y a esperar tocan, pero A., gracias a Dios, no tardó en aparecer. La ceremonia, preciosa (o al menos a mí me lo pareció) y el calor que hacía dentro de la iglesia insoportable, lo que hizo que constantemente me pasara un pañuelo por la frente para recoger el sudor (y yo que creía que la Biblia decía "Trabajarás con el sudor de tu frente", pero no "Te casarás con el sudor de tu frente"). Se trataba de un monasterio muy peculiar por haberse iniciado con estilo románico y finalizado con el gótico, lo que da una idea de lo que tardó en construirse.

Como sabéis los que nos casamos fuimos nosotros, pero el sacerdote que ofició la Misa y que ejercía de testigo cualificado era un hermano de A., que se metió a todo el mundo en el bolsillo con una preciosa homilía.

Al salir, lo típico arroz y pétalos de rosa y fotos con los invitados.

Como esto se está alargando mucho, lo dejamos aquí y seguiremos mañana (o pasado, o ...)

5 comentarios:

  1. Jolines, tenemos telepatía o qué? El 28 es nuestro aniversario de boda y quería hacer una entrada sobre ello... jajajajaja!

    ResponderEliminar
  2. ...Felicidades Pater y Agripina:

    1.Tal como programaste ese 31, puedes programar también entradas en el blog, para que aparezcan en la fecha y ora previstas...

    Dicho esto, me has dejado con la intriga del telegrama, ya contarás! ... Por supuesto es un día especial para los dos. Yo recuerdo aparte de otras cosas el que tras la ceremonia (con chaqué e iglesia románica) nos fuimos ha hacer fotos por la ciudad...en una de esas nos subimos a un autobús urbano y M. se encontró con una amiga, que al vernos le sobró la típica pregunta de ¿qué hacéis?

    Felicidades de nuevo!

    ResponderEliminar
  3. ¡Enhorabuena por adelantado Pater!.
    Pues yo no lo puedo recordar como un día normal, porque... Te cuento. Primero, tuve que ir a la "pelu", a una sesión de lavado previa al peinado de por la tarde. Y cuando volvía, me acerqué a reservar en el parking vip de Barajas, cosa que se nos había pasado. Pero cuál es mi sorpresa, cuando el chico de la agencia (aclaro, estábamos en plena feria, y aunque no era fiesta, todo el comercio estaba cerrado menos el "oficial", o sea. C.I. y Carrefour) del CI, que no era la nuestra, me pregunta la hora del vuelo, y me dice que a esa hora no hay ningún vuelo a Praga. Lo más gracioso es que yo creía que el equivocado era él, hasta que me hizo dudar, y me ves buscando como una loca teléfonos para encontrar al dueño de la agencia, que, milagro, siendo sábado y mediodía, todavía no se había ido a comer por ahí (estamos hablando del 97, y lo de los móviles todavía como que no se había generalizado).
    Después de eso, prácticamente no recuerdo nada más hasta que "llegó la hora", pero eso es para otro comentario.
    P.D.: Efectivamente el chico de el Cl estaba en lo cierto, y el dueño de la otra agencia nos tuvo que mandar un fax al hotel donde estábamos, ya el domingo, rectificando la hora del vuelo. Si nos llegamos a quedar en tierra mato a alguien...

    ResponderEliminar
  4. MadreYMas, no sé si será telepatía, pero ... felicidades por tu próximo aniversario. Me ha hecho mucha gracia lo de "Jolines" ;-)

    Tomae, ya me explicarás cómo se hace eso de programar entradas. ¿El telegrama? No, no era A. arrepintiéndose, era de unos familiares que vivían lejos y no podían venir. Me felicitaban y deseaban lo mejor. Muy buena la anécdota del autobús.

    Sara M. ¿lo que cuentas de Praga era vuestro viaje de novios? Porque si es así, coincidimos en el destino. ;-)

    ResponderEliminar
  5. Te felicito a tí y ya de paso a la SuperMadreYmás. Bueno, y ya de paso a Doña A.gripina... jajajjaj.
    Curioso, yo también tuve ese tipo de sensaciones. Madrugué, vi salir el sol y estaba a la expectativa. Al salir de la peluquería y de la maquilladora me fui a recorrer las calles de mi ciudad, tranquila, sola y fumándome un pitillo relajada(de aquellas fumaba). Recuerdo aquella sensación.

    Bicos

    ResponderEliminar

Recuerda que es un blog para todos los públicos. Si vas a dejar tu comentario, procura que no sea ofensivo ni de mal gusto, así como que sea respetuoso con las opiniones de los demás. Muchas gracias