Un poco más y me pilla el toro. Esta vez tengo excusa, la maratón de comilonas navideñas ha sido una auténtica odisea, un no parar, un frenesí que ha hecho de nuestra casa un punto de encuentro con familia y amigos. Y creo que lo he superado, a pesar de que ayer, sin ir más lejos, la prueba consistía en una comida mexicana. Vinieron a casa unos amigos, español él, mexicana ella, que se encargaron de prepararnos una comida típica del país norteamericano. Soy incapaz de recordar los nombres de los platos que elaboraron (mole, chilaquiles, nachos ...), pero lo que está claro que todos ellos tenían sus condimentos, y cómo no, entre ellos el picante, en mayor o menor grado. A estas alturas puedo confirmar que la maldición de Moctezuma no se ha cebado con ninguno de nosotros.
Sin embargo, todo eso debe ser una minucia para nosotros, porque si nos parecía poco tener comilonas en Nochebuena, Navidad, Sant Esteve, el día 27 y ayer, hoy celebraremos la entrada del nuevo año en casa de D. y J. Todavía no sé cuántos seremos, pero lo que sí sé es que habrá niños para dar y tomar (tiene tanto mérito lo de estos amigos que no sé cómo homenajearlos). Imagino que para aguantar este ritmo, hoy, después de comer, habrá una siesta del terror, de esas de pijama y orinal (sin llegar al extremo de rezar 3 avemarías antes de la siesta, pero casi) y llegar así con fuerzas suficientes a la cita.
Los aquelarres gastronómicos (expresión acuñada por mi amigo e insigne comentarista de este blog ingenierocomehuevosdehormiga(hembra) empiezan a hacer mella en mi cuerpo serrano, que habrá aumentado de talla aunque siempre me quedará ese pantalón de pijama con la goma dada de sí que al caérseme hace que viva con la ilusión de que sigo adelgazando.
Pero eso no es óbice para desearos a todos una muy feliz entrada de año nuevo. Será éste un año lleno de retos. Por ejemplo, a nivel social nos enfrentaremos a un panorama político que da miedo y que, si no fuera por la confianza que tengo en Dios, haría que me planteara muy seriamente irme a otro país (quien sabe si aprovechando ese viaje que tenemos pendiente a Londres, aprovechemos para pedir asilo político). Habrá quien piense que si ésa es toda mi esperanza, aviados vamos y ... tiene razón.
Despedimos un año en el que, a pesar de los pesares, hemos conseguido superar y llegar al final del mismo, con sus luces y sus sombras (como todos). Lo dicho, desde aquí os deseo a todos/as que el próximo año os traiga lo mejor a vosotros y a los vuestros en todos los aspectos ... a nivel personal, familiar, laboral, de amistades (también las virtuales) y de salud (uf, qué viejuno me ha quedado esto último). Lo dicho, ¡feliz año 2015!