¿Mola o no este estadio y sus colores? |
Entramos en el Estadio Nacional (me gustó mucho y los colores son los del Sevilla ... ¿o es la bandera polaca?) tras pasar dos controles y nos dirigimos a nuestros asientos. ¡Vaya!, muy cerca de los sevillistas, pero con los ucranianos. Al cabo de un rato llegó un seguidor del Dnipro con cara de pocos amigos y señalando su entrada y con gestos nos vino a decir que estábamos ocupando su asiento. Cierto, tenía razón, nos disculpamos (ni un solo músculo de su cara se inmutó) y nos fuimos a nuestra "nueva" ubicación. Bueno, más cerca del sector sevillista, aunque seguíamos en territorio "enemigo".
El partido ya sabéis todo cómo acabó. Empezó mal, pero acabó muy bien. En cuanto acabó, nos levantamos y nos mezclamos con los nuestros. Gritamos, cantamos (el Himno del Centenario cantado a capella, de verdad, impresiona), hicimos fotos, vídeos ... Cuando llevábamos ya un rato -la fiesta parecía no tener fin- les dije a P. y Mi. que ya era hora de ir saliendo, que debíamos llegar al coche y recorrer 148 km hasta el hotel. Abandonamos el estadio siguiendo a la afición del Sevilla y, claro, no deshicimos el camino anterior. "No pasa nada", decían mis hijos, "Ahora seguimos por aquí y después giramos a la derecha y llegamos al coche". Yo no estaba muy convencido, la verdad, pero les hice caso. Seguimos andando y no encontrábamos ninguna de las referencias que teníamos: ni río, ni puente, ni ná de ná. Seguía yo quejándome y diciéndoles que debíamos volver al Estadio y coger el camino correcto, cuando llegamos a un barrio dejado de la mano de Dios (no había nadie) y aparecieron -como de repente- cuatro tipos que rápidamente se dirigieron hacia nosotros y uno de ellos (el más alto y fuerte) le dijo a P. que le diera la bufanda del Sevilla que llevaba al cuello. Pensamos en un primer momento que eran seguidores del Dnipro que querían "intercambiar" las bufandas, aunque, eso sí, sin muy buenos modales. Enseguida vimos que no, que sus intenciones eran otras, pues uno de ellos, con un rápido movimiento le quitó la suya a Mi., mientras el que exigía a P. la bufanda le decía (en inglés) "Aquí, en Polonia, solo queremos equipos polacos" P. le dio la bufanda y el individuo le dijo "Ahora la camiseta" P. llevaba tres camisetas del Sevilla (una encima de otra) y vimos que al ir viéndolas le pediría todas. En ese momento, instintivamente, puse el brazo entre los dos en un intento de apartarlo, cuando un tercero me lo cogió y me lo apartó mientras hacía un gesto llevándose el dedo índice a sus labios. No os mentiré, me asusté y vi a mis hijos asustados, así que pensé lo peor. No tenía ni idea de si nos podían sacar una navaja o -por qué no- una pistola. Yo que sé. Pensaba también que me iban a pedir dinero (no teníamos ni un mísero zloty) o la tarjeta de crédito (nos habríamos quedado tirados. Todo esto pasaba muy rápido. El cuarto integrante del grupo, algo más apartado, iba mirando de lado comprobando que no venía nadie.
A lo lejos vi venir un coche y empecé a mover los brazos y gritar (en español) que viniera a ayudarnos. El coche ralentizó su marcha (supongo que no entendió nada) y los 4 machotes se fueron corriendo. Nos quedamos allí quietos y sin decir palabra. Esperamos un poco y decidimos volver al estadio (debíamos ir por el mismo sitio por el que habían huido). Una vez allí, recorrimos el camino hecho a la ida y llegamos al coche. Seguía allí y sin ningún daño (no sé, quizá ya estaba yo un poco paranoico). Nos montamos rápidamente en él y salimos dirección a Lodz. Se me encajó un notable dolor de cabeza que, para ser positivos, evitaba que me durmiera conduciendo. Mi., el copiloto, se sentó y a los pocos minutos cayó contra la puerta en un profundo sueño. P. ma daba conversación como podía. Paramos en un Mc Donalds porque a los muchachos les entró hambre y aproveché para despejarme.
Llegamos al desvío de Lodz y recorrimos los últimos km detrás de un camión por una carretera lo más parecido a una comarcal. Una vez allí no teníamos ni idea de dónde podía estar el hotel. P. y Mi. preguntaron en una gasolinera y el tipo que la atendía, tras consultar su móvil, les dijo que estábamos a tres calles. Perfecto, el dolor de cabeza era ya más fuerte y ya eran las 02:30 h aprox. Nos volvimos a perder (o ese tipo nos mintió), así que paramos en un Carrefour Exprés. Yo desde el coche veía cómo el empleado le "entregaba" a P. un plano y le daba explicaciones. Vino P. con el plano lleno de rayas de bolígrafo e indicando el lugar de destino. "Me ha cobrado 2 €" (joé, solo zloties, pero para esto te cobro en € y el cambio te lo doy en zl), dice P. "Vale, de coña, pero ¿y dónde estamos nosotros?" "Ah, ni idea", fue la respuesta de P. Mientras él preguntaba, Mi. y yo conseguimos (aún no sabemos cómo) introducir los datos de la calle en la que se encontraba el hotel. Digo que no sabemos cómo porque las grafías polacas no las aceptaba el ordenador de a bordo. Da lo mismo, seguimos las indicaciones a través de calles y avenidas en obras. "Gire a la derecha" ... y había una valla. "Siga recto" y un socavón te hacía desistir de obedecer a la máquina. Llegamos a una carretera normal y nos dice que sigamos por ahí ¡14 km! "¡Pero si estábamos a 3 calles según el de la gasolinera!"
Fue ése el momento más crítico. Me planteé (y así se lo dije a mis hijos) olvidarnos del hotel e intentar dormir un poco en el coche. Desistí de esa idea e hicimos caso a las indicaciones. Tras pasar por más obras y llegar a un polígono industrial ¡en obras!, encontramos el hotel. La señorita de recepción me preguntó si era Paterfamilias (creo que éramos los últimos en llegar). Nos entregó la llave y la tarjeta (las 2 cosas) para acceder a la habitación. Nos metíamos en el sobre a las 03:41 h, después de haberme tomado un sobre de ibuprofeno con ¡agua con gasl! (creyendo que era mineral). A la hora de acostarnos ya empezaba a amanecer (lo que hace estar tan al norte y tan al Este).
Nos despertamos a las 08:00 h porque alguien entró en la habitación. Me levanté rápidamente (los señores, como dormimos con pijama, estamos glamourosos en cualquier momento) y ví que un señor y una empleada del hotel me decían que se habían encontrado la llave puesta en la puerta ¡y por fuera!. Eso prueba el estado en el que llegamos unas horas antes. Vamos, que ni un borracho.
Desayunamos en el hotel, cogimos el coche y nos fuimos dirección Berlín. Aún nos quedaban más de 400 km. Todo transcurrió perfectamente y llegamos puntualmente para devolver el coche (antes lo limpiamos en un túnel de lavado y ante la reacción del empleado de la empresa de alquiler de coches comprobamos que eso no se estila mucho porque soltó un "Ohh, very nice", que, traducido al español, viene a ser "Pero qué primos sois"). Bueno, da lo mismo, dejando el pabellón español por todo lo alto. Cogimos el vuelo en una de esas compañías de cutre low cost y llegamos a Barcelona ... sanos y salvos y con cara de felicidad por la nueva victoria europea del Sevilla.
Es la bandera polaca, sí.
ResponderEliminarMuy bonito el relato, que tiene de todo, hasta final feliz.
Sí, suerte del final feliz, porque hubo algún momento que ...
EliminarVaya aventura. Un beso.
ResponderEliminarSuerte que ahora nos reímos recordándolo, pero sí, fue una aventura
EliminarMaaaaadre mía. Todo pasable hijo, pero lo de los cuatro elementos, ¡Qué miedo! Y me imagino el cansancio, la mala leceh, el se acabó la fiesta... Menos mal que dentro de ná se os ha olvidado todo lo malo. Y seguro que los cuatro tipejos en tu narración de los hechos empiezan a crecer, en tamaño y luego es posible que hasta en número, jajajaja.
ResponderEliminarNada, me alegro de que todo fuera bien. Vaya tres entradas que nso has soltado para ir a un partido de fútbol ; ppppp
Pues sí, no te engañaré, un buen susto nos dio (y cada vez que lo pienso me doy cuenta de la suerte que tuvimos).
Eliminarjajajajaja