miércoles, 6 de octubre de 2010

Una nueva era

No quisiera que esta entrada me llevara a sesudos planteamientos vitales y profundas disquisiciones filosóficas sobre las diferentes etapas de la vida de una familia. Simplemente quería manifestaros (¿a quién?, jajaja, como si alguien leyera este blog) que ahora mismo nos encontramos en una nueva, no etapa, sino era en nuestra familia.

No es que nuestros hijos mayores están entrando a pasos agigantados en la adolescencia. Tampoco lo es el hecho de que ya no usamos cochecito para llevar al pequeño de un lado a otro. Ni siquiera lo es el que nos hayamos librado de la trona (para el que no lo sepa, es aquella sillita con bandeja que acostumbra a estar en la cocina y en la que se sienta a comer el más pequeño). La nueva era en la que hace unos meses entramos es la llamada "Era sin pañales".

Después de 14 años ininterrumpidos comprando pañales en casa (no he recibido ni una carta de agradecimiento de la Confederación Nacional de Fabricantes de Pañales a pesar de mi fidelidad), hemos dejado de hacerlo. Aún ahora, al hacer la lista de la compra, creemos haber olvidado este artículo.

Alguna vez había llegado a pensar que nunca nos libraríamos de ellos. Soñaba que éramos mayores y mis hijos ya mayores (muy mayores) todavía vivían en casa. Al salir a hacer la compra mi mujer me preguntaba si había apuntado "comprar pañales". Con cara de sorpresa y algo enfadado yo le contestaba que los "niños" ya no los usaban, pero ella, con una voz muy dulce y susurrándome a la oreja, me decía: "No cariño, los tuyos, ¿has olvidado ya tus pérdidas de orina?". 

No sé -y prefiero no saberlo- el ahorro que esto supone. Imagino que debe ser considerable, pero lo que tengo claro es que hemos entrado, como decía, en una nueva era.

Se ha acabado aquello de coger a aquel niño, subirlo en el cambiador y luchar con él (¡qué fuerza tiene su pequeño cuerpo!) para cambiarlo. O aquellas noches de invierno en las que al acostarte notabas un extraño y desagradable olor por la zona de los dormitorios y descubrías que el pequeño se lo había hecho encima. Entonces cogías al niño en brazos y lo llevabas al cambiador para, con el niño dormido y el famoso pijama-manta puesto, intentar quitarle ese "regalito", ponerle un nuevo pañal, el pijama y el pijama-manta. Un auténtico reto al alcance de unos pocos elegidos.

¿Y el espacio que ocupaban?

A pesar de tener un ... ¿pañalero? muyyy mono, siempre había paquetes de pañales detrás de la puerta de nuestro cuarto de baño o entre el zapatero y la pared o ... 

Ahora hay tanto sitio en casa.

1 comentario:

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