Yo debo ser un tío muy raro porque, la verdad, no se me está haciendo tan largo (dentro de lo que cabe) el confinamiento. No sé si ayer u hoy cumplimos 40 días y si tenemos en cuenta que es lo que dura una Cuaresma, ¿qué queréis que os diga?.
Hay que remontarse a la primera decena del mes de marzo cuando en un arrebato me dio por pintar el pasillo, tras haber cambiado unas fotos que colgaban de la pared. Empezó la movida del coronavirus (entonces nadie la llamaba Covid-19) y -llamadme previsor o adivino- se me ocurrió decirle a A. que era mejor hacer la compra en Carrefour en lugar de Mercadona, porque en el primero también tienen pinturas y, claro, nunca se sabe. Pues eso, compré varios botes de pintura para las puertas. Y pinté. Y pinté 9 puertas. Al acabar, me sentía como Forrest Gump cuando le dio por correr y decidí pintar un mueble de Ikea de la cocina (ya era blanco, pero necesitaba vida), el mueble de un baño (éste era de color madera y mi querida A. decidió que fuera turquesa con acabado tiza), la cama de Ma y A. jr y un plafón de madera que forra la mitad de la pared del office. No satisfecho con eso, se me ocurrió pintar la entrada. Como ya había pintado el pasillo y el color era el mismo ...
Algo en mi interior me empujaba a seguir pintando. Imagino que algo así debía sentir Miguel Ángel cuando se enfrentó a la Capilla Sixtina y tampoco era plan desperdiciar ese impulso. Entonces, en pleno furor artístico, se me ocurrió pintar de blanco la puerta de la entrada. Esta puerta también era de color madera (muy feo, por cierto), por lo que tuve que lijarla previamente (a mano) y como se me había acabado la pintura, localizar una droguería y desplazarme a comprar pintura selladora y pintura acrílica en cantidad suficiente para dar 2 capas.
Cuando las agujetas parecían ser algo habitual, y el genio seguía en mi interior, opté por pintar el office de la cocina y los techos de la entrada y del pasillo ... y de los dos cuartos de baño ... y con dos capas al de nuestro dormitorio (previamente, con masilla, había tapado una grieta que lo atravesaba de lado a lado) ... y ... el cuarto de Ma y A. jr Aquí hay que hacer una pausa para decir que si bien es la estancia más pequeña de la casa, la dificultad era mayúscula por lo difícil que resulta acceder a determinados rincones. He tenido que hacer auténtico contorsionismo, jugándome la vida incluso, para poder pintar una esquina con un pie en la escalera, el otro en un mueble, un rodillo en una mano y una brocha en la otra. Esta vez aproveché lo que me quedaba de pintura de esa habitación y como no llegaba para pintarla entera como Dios manda, es decir, con sus dos capas de rigor, rebajé el color añadiéndole blanco y ... no ha quedado mal.
Pensaba que ya había acabado (las musas habían decidido abandonarme) cuando -esta vez "animado" por A., me dio por pintar la habitación de P. y Mi. y ya puestos la de Q., JP y S. Cuando pensaba que la falta de pintura era un argumento de peso para no seguir con mi frenética actividad, A. se ofreció para ir a esa droguería y comprar 2 botes de 4 l. de pintura color -agarraos- "ceniza" (para los hombres que me leen, es como un gris un tanto azulado, vamos que parece lila claro). Pues nada, ya tenía el material y no había excusa. Ayer acabé de pintar esas dos habitaciones.
No sé si alguno de vosotros ha pintado alguna vez, pero lo jodido de todo esto no es pintar, es preparar todo (enmasillar, lijar, poner cinta para que la pared no se pinte de blanco cuando pintas el techo y después, poner cinta en el techo para que no se pinte del color de la pared), mover muebles (imaginaos lo que es mover una litera de 3 o una tabla que hace las veces de mesa de estudio para 3) y el típico "ya que estamos, vamos a tirar cosas, ordenar esto un poco y limpiar ... ¡qué digo limpiar, parece que desinfectes una estancia! Y todo esto con 8 personas más en casa. De verdad que es muy complicado, que lo de Miguel Ángel no fue nada comparado con esto. Dadme a mi una Capilla Sixtina sin muebles (recordad una litera de 3) y os hago una maravilla.
Todavía me queda por pintar el lavadero y si el genio vuelve a surgir, me pongo con la terraza, la cocina y el salón (espero que no). Como este confinamiento va para largo, tengo miedo de que me dé por cambiar de color lo ya pintado.
Aquí tenéis el color ceniza |
Y aquí lo que es una litera de 3 |
¡Qué apañao!
ResponderEliminarNo creas
EliminarLo siento compañero, ya caíste. Ahora veras la segunda parte. Ese mueble necesita una reforma. Este lo tenemos que cambiar de sitio. Este cuadro está torcido. Y paro.
ResponderEliminarAhora sé porque has tardado tanto en escribir ¡no tienes tiempo!
Un abrazo.
Por cierto ya contaré mi experiencia con la pintura estos días.
jajajaja. Cuenta, cuenta. Impaciente me tienes
EliminarVales tu peso en oro. Un beso
ResponderEliminarPues ahora empiezo a notar cierta subida de peso, así que ...
Eliminar¡Pinta, pater pinta!
ResponderEliminarjajajajaja. Pues aún sigo. Hoy, sin ir más lejos, la terraza. Ya sabes, decides poner unas luces nuevas, eliminar las antiguas y, ya puestos, pintas
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