sábado, 2 de junio de 2012

Acostumbrarse o burlarse

Hoy vuelvo a estar de guardia. No creáis que tenemos tantas, sino que la del otro día (o ésta, ya no me acuerdo) era como consecuencia de que me apunté en la lista para las guardias renunciadas. Es decir, cuando un compañero renuncia a una guardia, nos la asignan a los que nos apuntamos en esa lista.

De momento no me han llamado y no sé si lo harán porque mi guardia de hoy no es de detenidos ordinarios, sino de violencia doméstica y, a pesar de una sola agresión ya es demasiado, no suelen darse tantos casos como en otras especialidades de la delincuencia.

Acabé mi anterior entrada sobre mi última guardia con un "Seguirá" y simplemente era para contar un hecho que aconteció en la Comisaría de los Mossos d'Esquadra y el Juzgado.

Cuando esperaba en la Comisaría de los Mossos a que me atendieran (una situación que se repite muy a menudo y que no tiene ningún sentido porque, cuando te llaman, ya te preguntan cuánto tardarás en llegar y parece que no es hasta que llegas cuando empiezan a prepararlo todo) había un señor de unos sesenta y tantos años que preguntaba angustioso si sabían ya algo de él. Reconozco que escuché la conversación y pude averiguar que este hombre preguntaba (insistentemente) por su suegro y que la policía le decía que no debía acudir a su domicilio porque se había activado ya el protocolo para estos casos (creo que era el de desaparecidos), que no tengo ni idea de cómo funciona. Al hombre se le veía realmente preocupado.

Como la guardia fue un auténtico estrés, no volví a acordarme más del tema.

Al día siguiente, por la tarde, volví al Juzgado para atender al cliente que (no) había atracado una gasolinera cuando llegaron dos hombres que preguntaron por no sé quién del Juzgado. Cuando les atendían oí cómo pedían no sé qué documentación y decían venir de la funeraria de una población cercana. Como les hicieron esperar, se sentaron a mi lado y empezaron a hablar entre ellos. Frialdad no sería el adjetivo que calificaría su conversación, era peor, mucho peor, era de una superficialidad y banalidad que asustaba. Además, no paraban de intercalar bromas.

Su conversación era, más o menos la siguiente:

- ¡Vaya!, éstos del Juzgado no se enteran

- Y ya verás lo que nos harán esperar

(...)

- Y éste ¿qué edad tenía?

- 93

- ¿93? ¿Y cómo es que se pega un tiro con 93 años?

- Yo qué sé ... estaría agobiado

- Ya, pero con 93 años ...

- No sé, sería peor con 40, ¿no?

- Sí, claro

Risas

- Y la bala era de un calibre de 22

- ?

- Pues que vaya mierda de bala, si te pegas un tiro, por lo menos hazlo bien

Risas

- Por eso casi no había sangre ... y un orificio de entrada en la boca y no uno de salida

Ahí se acabó la conversación porque inmediatamente después empezaron a hablar -no sé a cuanto de qué- de Risto Mejide.

Yo, que ni lo conocía, pero al haber visto la preocupación de su yerno por su desaparición, me dio especial asco esta "conversación" de los empleados de la funeraria y no se me ocurrió otra cosa que rezar un Padrenuestro por su alma.

5 comentarios:

  1. No pillé, al principio, la relación entre las dos historias (el desaparecido y los funerarios).

    Sí, es curioso que uno sobreviva 93 años y al final decida pegarse un tiro. Eso nos pone en contacto con el gran misterio del suicio, qué puede llevar a alguien a tomar una decisión así.

    ResponderEliminar
  2. No, la costumbre yo creo que es otra cosa.

    ResponderEliminar
  3. Es terrible. Por suerte los familiares no lo oyeron. Un beso.

    ResponderEliminar
  4. A ver Páter, yo creo que se lo toman un poco a cachondeo porque si no lo hicieran, los pobres tendrían una depresión que no me veas. Cierto que hay una línea muy delgada que separa el respeto del "pasotismo", pero, ¿cómo te las apañarías tú si sufrieras con cada muerto que trasladas?. Es como si los médicos se llevaran el trabajo a casa (me refiero a, por ejemplo, oncólogos), yo desde luego no podría vivir así. Para mí que eso es un escudo que se crean para sobrellevar ese trabajo tan poco agradable. Aunque también podrían ser más respetuosos, que lo cortés no quita lo valiente, ¿no?

    ResponderEliminar
  5. Te entiendo. Uno de mis hermanos, médico, contaba siendo estudiante que diferenciaban entre los enfermos que "están pidiendo pista" entre risas. Y siempre me pareció falto de humanidad, que es una de esas características que, si es verdad que nos diferencia de los animales, cada vez nos hace dudar más de cierto tipo de "humanos"

    Creo que no hay que perder jamás la sensibilidad ante el dolor, la debilidad, la enfermedad, el error humano.....

    ResponderEliminar

Recuerda que es un blog para todos los públicos. Si vas a dejar tu comentario, procura que no sea ofensivo ni de mal gusto, así como que sea respetuoso con las opiniones de los demás. Muchas gracias